Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 28: Enfrentados

La habitación aún estaba a oscuras gracias a las cortinas, pero podía sentir que ya era de día, no muy temprano al parecer. Esa noche tuvo toda la intención de dormir, había sido un día agotador después de todo.

Cuando terminó el concurso de bandas, Max y Howard fueron con los otros vampiros de la escuela para alimentarse de sangre fresca que acababa de llegar. Es decir, gente secuestrada de por ahí. No les importa mucho en realidad, los débiles eran desangrados hasta morir, los más fuertes eran conservados en jaulas y servían para varios días antes de ser desechados. A Max le costaba admitir que eso tenía algo de macabro, siempre había sido así para él, así que aplicaba la lógica humana sobre la dieta en base a carne. Total, ellos hacían lo mismo criando y enjaulando animales, para matarlos luego y cocinarlos. Era cuestión de una simple cadena alimenticia.

Después de alimentarse, Max volvió con Riley. No la veía desde la noche anterior, así que estaba decidido a aprovechar un poco el tiempo. Y con aprovechar se refería a besarla tanto como pudiera, y pasear sus manos por los rincones de su cuerpo que ella le permitiera. Quería dormir con ella, en serio que sí. Volvieron casi a medianoche al palacio arzobispal, Max no quiso soltarla en ningún momento, así que finalmente acabaron en la habitación de la chica. Aún así, Riley dejó claro que más allá de unos besos y caricias no iba a suceder nada entre ellos. Estaba cansada, y él tampoco creía que fuera el momento.

Pues si, no había sexo, pero eso no quitaba que su compañía fuera placentera. Imposible pegar los ojos esa noche cuando ambos estaban acostados juntos en la misma cama. Se quedó despierto con ella entre sus brazos hasta que la joven se quedó dormida. Parecía muy intranquila, quizá había estado teniendo pesadillas. Y la entendía, los últimos días había sido turbulentos para ella. Pasó de tener una vida normal, a ganarse una vida llena de acción y peligro, por así decirlo. Primero enterarse que él era un vampiro, luego lo de su padre, el ataque y todo ese asunto de su herencia de sangre. Tanto drama podía volver loco a cualquiera.

Max no cerró los ojos hasta que al fin Riley se durmió, y tampoco lo hizo hasta que se dio cuenta que llevaba buen rato observándola y que sus dedos estaban acariciando sus mejillas. Cuando reparó en ese detalle apartó la mano de inmediato y se decidió por dormir. "Maldita sea, Max. Te estás volviendo todo un romántico", se dijo con gracia.

Finalmente durmió un rato y despertó con ella aún a su lado. Ya era hora de levantarse, no había que ser perezosos. Empezó dándole un beso en la frente, en las mejillas, en los labios. Riley fue despertando poco a poco, y aún con los ojos cerrados, le sonrió. Él sonrió sin darse cuenta de eso, era feliz solo con verla. Pero para no quedarse corto, y para ser un poco más él mismo, deslizó una mano debajo de la manta hasta llegar a una de sus suaves piernas y meter la mano hasta su muslo.

—Despierta, dormilona...— dijo con voz juguetona, ella se rió bajito, no abría los ojos aún.

—No empieces, Max.

—No te voy a dejar dormir, lindura.— Su mano subió hasta rozar el borde de sus bragas. Sentía que toda la sangre le ardía de deseo por ella. Empezó a mordisquear su cuello suavemente, sentía que no iba a aguantar más. El olor de Riley lo volvía loco.

—Max... espera.— Ella intentó apartar su mano, pero ni loco iba a dejar que hiciera algo así—. Max... en serio...

—¿En serio qué?

—Tenemos que hablar —dijo con seriedad, y entonces él se quedó quieto. No le agradó ese tono ni la frase, lentamente se apartó de ella y se sentó. Riley también hizo lo mismo.

—Las mujeres siempre tienen que hablar. Vamos, suéltalo de una vez — dijo intentando no ser brusco ni serio, pero al final lo terminó siendo.

—No me hables así...—contestó ella afligida y de inmediato se arrepintió de haber respondido de esa manera—. Ya bastante duro es lo que tengo que decirte para que antes de empezar me trates de esa manera.

—Solo dímelo, linda, no pasará nada —dijo intentando sonar lo más calmado posible, pero eso de "bastante duro" le dio que pensar.

Riley se mantuvo en silencio unos segundos antes de empezar a hablar. Entre palabras entrecortadas, con timidez, los ojos llenos de culpa y con un discurso al borde de las lágrimas, le dijo que creía que si era la reencarnación de Cassandra, porque se había acercado demasiado a Cassian (y en esa parte de la narración, Max ya estaba echando humo) y sin querer todo se salió de control. De una simple conversación en la iglesia, a algo muy intenso.

—Y te juro que no era yo misma, era como si el alma de la difunta se me metiera e hiciera cosas... Max, es como si perdiera la conciencia por unos segundos y luego reaccioné —decía desesperada. Y lo notaba en su voz, en su expresión y en todo lo que decía—. No quería hacerlo lo juro, pero yo...

—¿Qué hiciste? —preguntó con seriedad. Mentiría si dijera que no estaba ardiendo en celos de imaginar a Riley a solas con Cassian, y por la forma en que hablaba parecía que había algo grande de por medio. Una parte de él no quería culpar a Riley, porque sabía que ella no era responsable por ser quién era, que así era la magia, así había nacido y era a él a quien quería. Pero otro parte de él estaba a punto de explotar de rabia con ella. ¿En verdad no podía contenerse? ¿Tenía que buscar siempre la compañía de Cassian? Había una especie de atracción que quizá iba más allá de la reencarnación, eso se había dado cuenta.




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