Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 32: Caballo de Troya

—¿Y ahora qué hice aparte de nacer? —escuchó a Jazmín quejarse. Cassian se quedó quieto en su escritorio esperando que la bruja entrara a su despacho, no le sorprendían sus palabras en realidad.

—Nada, ya te enterarás —contestó Sabrina. Fue esa vampiresa quien la abrió la puerta a la joven, y al verla Cassian se puso de pie—. Te esperaré afuera —le dijo antes de dejarlos solos. Sabrina aseguró la puerta, y Jazmín se quedó parada ahí mirándolo. Ya no parecía tan confiada como hace un rato.

—Adelante, Jazmín. Puedes tomar asiento —le pidió él.

—Bueno —caminó despacio, no parecía muy a gusto. Jazmín era una profeta que no veía el tiempo de forma lineal, para ella el futuro se presentaba de diferentes maneras. Usaba la magia de su clan para acceder a más información y que distintas puertas del futuro de las personas se abrieran ante sus ojos, pero no sabía mucho de ella misma. Cassian no se había atrevido a preguntar, porque estaba seguro que nadie se lo diría. Los aquelarres solían ser muy celosos con ese tipo de información, pero el vampiro sospechaba que había una especie de norma o prohibición para las personas como Jazmín. Podían saber de todos, pero su futuro no aparecía. Lograba verse involucrada en algunos hechos por sus relaciones con otras personas, pero no sabía todo lo que iba a pasarle. Y podía apostar que Jazmín en ese momento sentía algo de temor porque no sabía qué esperar de ese encuentro. No lo había visto.

—Relájate, esta no es ninguna amonestación —le dijo con voz serena. La bruja llegó al fin hasta el escritorio, movió la silla y se puso cómoda. Segundos después él la imitó—. ¿Se te ofrece algo para tomar?

—No, gracias. Estoy bien.— Silencio otra vez. Claro que estaba nerviosa—. ¿Por qué me ha mandado a llamar, padre Cassian?

—Ya deberías saberlo —contestó él sin perder la calma.

—Debe querer de mí lo mismo que todo el mundo, que le revele el futuro. Y creo que sabe bien que yo no puedo hacer eso, solo le hablo de mis visiones a Helena, ella es la única autorizada a revelar lo que le parezca necesario.

—Si, eso es cierto. Pero yo ya no me conformo con lo que cuenta Helena. Entiendo que es cosa de su aquelarre, que aunque sea la líder no puede hacer lo que le da la gana. Yo necesito más, no puedo conformarme con la poca información que me ha dado.

—¿Y qué puedo hacer yo?

—Jazmín, sé que sabes más cosas de las que le has dicho a Helena, ¿verdad? No lo cuentas todo, solo lo que tú crees que puede servir.

—Sí, más o menos.— La bruja aún desconfiaba. Si la mandó a llamar fue porque necesitaba más respuestas, de lo contrario perderían la guerra con los Sallow y los Dagger. Jazmín hizo un hechizo de origen con Riley, sabía mucho más de lo que aparentaba. Porque si Riley era la pieza clave en todo ese juego, entonces el futuro de ella era algo que los afectaría a todos. Por eso tenía que saber más detalles, lo necesitaba. Ettiene se estaba encargando de la seguridad de la chica, y le contó lo que Max confesó en medio de sus delirios. Que la Nueva orden también quería a Riley, que Jesse formaba parte de ella. Y que había un traidor en sus filas, alguien que quizá estaba en su territorio en ese momento. Cassian necesitaba saber, y no se iba a rendir hasta obtener de Jazmín lo que quisiera. Por voluntad o por la fuerza.

—¿Por qué no lo haces?

—Porque son muchas cosas, y no todo va a pasar. A veces es mejor no saber nada que saberlo todo, padre.

—Y a veces es mejor saber lo necesario para evitar una tragedia.

—¿Qué tragedia? —preguntó sorprendida. No dijo eso con la intención de ponerla nerviosa, pero ya había encontrado algo de donde cogerse para seguir esa conversación.

—Entonces sabes que pasará algo grave aquí. Porque hay un traidor —dijo muy seguro. No lo estaba, pero lo aparentó para poner más nerviosa a Jazmín.

—¿Cómo sabe eso?

—No importa cómo lo sé. Lo que me preocupa es que esa persona esté aquí, que tú lo sepas, y dejes que actúe. Yo no puedo permitir que se desate el caos en este lugar, Jazmín. No solo porque se ha convertido en una base segura para mi clan, sino por los inocentes que viven aquí. Hay humanos, brujas y brujos, vampiros jóvenes que no son asesinos despiadados. Nadie merece morir ni ser castigado por nuestros enemigos, y yo haré cualquier cosa para evitar eso.

—¿Cualquier cosa?

—Si, lo que sea —Jazmín seguía nerviosa. La miraba sin expresión, y quizá eso la intimidaba. La chica tragó saliva, hasta estaba sudando.

—No puede evitarlo, padre Cass—dijo despacio, era casi un susurro—. He visto muchos futuros, y en todos, este lugar caerá. Con menos sangre a veces, o con exceso de ella en el peor escenario.

—Ya veo...—dijo pensativo—. Entonces depende de nosotros dirigir nuestros pasos hacia el futuro donde muere menos gente, ¿no crees?

—Pues si, supongo.

—¿Eso lo sabe Helena?— La respuesta de Jazmín podría cambiar todo. Porque si Helena estaba enterada hace tiempo de que lo iba a pasar, entonces ya no era su aliada. Pasaría a ser su enemiga, y era bien sabido que los Edevane no tienen piedad con quienes los traicionan.

—Eso... es un poco difícil de responder —titubeaba. No era necesario que lo diga con todas sus letras, eso fue suficiente para Cassian—. Ella sabe lo que puede pasar, que no es lo mismo.




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