Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 36: Danza de brujas

Contrabando. Riley pensó que quizá Cassian sabía de eso, y si sabía no le importaba. O puede que no, él no estaba para preocuparse por esas pequeñeces, de seguro eran cosas que relegaba a otras monjas y monjes vampiros. Eran estos quienes se hacían de la vista gorda.

El día de la fiesta 80's había llegado, y ella tuvo que improvisar un disfraz con lo que encontró en su closet. Que no era mucho en realidad, solo tenía uniforme escolar y una que otra prenda que mandaron a comprar para ella. Del resto del vestuario se encargó Jazmín, y hasta su madre ayudó un poco con el peinado. No se veía espectacular, pero después del cepillado de cabello parecía una versión de Jennifer Garner en "Si tuviera treinta", así que mal no estaba.

Descubrió el contrabando cuando Jazmín sacó una paleta de sombras, entre otras cosas que no imaginó permitieran en esa escuela. Y el tema acabó confirmado cuando Howard les alcanzó vasos con vodka de manzana, y a su lado Thierry ni se inmutó.

—¿No es esto una falta grave en la escuela? —preguntó con cierto temor al tiempo que miraba de lado a uno de los supervisores de conducta. Este pasó cerca de un grupo de chicas que bailaban animadas un tema de Cindy Lauper.

—Si —contestó tranquila Jazmín mientras bebía su vodka—. Pero en realidad todos saben que en esta escuela traen contrabando, es un secreto a voces. Que nadie pueda entrar no significa que no puedan meter cosas, ¿sabes?

—La escuela es grande, hay sectores alejados. Por ahí ingresan esta clase de productos —explicó Howard—. Así que bebe tranquila, no eres la única aquí con alcohol, ellos lo saben. Además, si a tu guardia no le importa, yo no veo problema.

—Es que no hay gracia en estar en una escuela católica sin sacarles la vuelta a las monjas —bromeó Jazmín, y Howard la acompañó en las risas. A su lado, Thierry solo se encogió de hombros.

—Puedes beber, mañana es el aniversario de la escuela —le dijo su guardia—. Solo no te excedas.

—No planeó emborracharme —murmuró mientras bebía un sorbo de su vodka. Claro, no planeaba ponerse borracha. Pero hace mucho que no bebía.

Para cuando Riley se dio cuenta había abandonado su actitud pasiva de siempre. Reía con ganas, bailaba, se carcajeaba y conversaba de cualquier cosa. Estaba... feliz. Feliz como antes. Fue el alcohol, ella lo sabía. Se empezó a sentir mareada, pero no lo suficiente para dejar de beber o admitir que estaba borracha. Solo se sentía un poco picada, nada más. Estaba alegre, eso era todo. La magia del alcohol que la ayudó a relajarse, nada del otro mundo. Es que ella... ella era así.

Recordó súbitamente la última vez que fue feliz. Hace tiempo, en su antigua escuela. Allá, cuando era una chica popular que la pasaba de lo más bien. Que bebía con sus amigas, que iba a fiestas, reía, hablaba tonterías y se divertía con su novio. Eso fue antes que descubriera la traición. Antes que empezaran a contrabandear sus fotos desnuda, antes del cyberbullying, antes que le dijeran que se matara.

Luego acabó en su nueva escuela, conoció a Jesse y entró en confianza aunque sea un poco. Pera ya no era esa chica, la de antes. La que era feliz y reía. Ni siquiera cuando conoció a Max y empezó a enamorarse de él fue ella misma. Era otra, la que quedó después de todo lo malo que vivió. A ese punto no sabía si esa chica de antes estaba muerta y esa era la nueva Riley, nunca se había puesto a pensar en eso.

La nueva Riley ni siquiera era una chica fuerte y empoderada, de esas que han superado todo lo malo de la vida y seguían adelante, valorándose, amándose a ellas mismas. Riley no era eso. Todavía tenía miedo, desconfiaba la mayoría del tiempo, cuidaba cada una de sus palabras. Estaba en una situación extrema rodeada de gente en la que no podía confiar, de criaturas brutales, de vampiros que querían su sangre, de brujos que algún día iban a matarla. Se sentía sola. Y quizá sí estaba bien borracha porque, de la nada, cuando pasaron "Greatest love of all" de Whitney Houston, empezó a llorar. Quizá por eso cantó a viva voz aquella estrofa de la canción que decía "Y si fallo, o si tengo éxito, al menos viví como creí. No importa lo que tomen de mí, ellos no pueden quitarme mi dignidad."

Pero si podían. Se la habían quitado. Lloraba borracha, porque los chicos de la otra escuela la lastimaron. Porque en esa escuela no era más que una bolsa de sangre por el que se peleaban, porque no valía para otra cosa. Quizá Max la quería, quizá no. Pero Cassian solo la valoraba porque era la reencarnación de Cassandra, a ella no la quería. Y lloraba por eso.

No se dio cuenta en qué momento salió de la fiesta, o al menos fuera del tumulto. Estaba sentada en las gradas de las escaleras del auditorio de la escuela, justo afuera. La gente pasaba por ahí, tomaba aire. Y ella estaba sentada entre Howard y Jazmín. En algún momento Thierry le había quitado el vaso de vodka y le dio una botella de agua. Con el golpe del viento las lágrimas se secaron y la cabeza dejó de darle vueltas. Ya era más consciente de lo que pasó, tenía la cabeza apoyada en el hombro de Jazmín. Ella revisaba el Facebook en su celular, Howard seguía bebiendo. Realmente había perdido la noción del tiempo.

—¿Te sientes mejor? —le preguntó Thierry, él estaba parado al lado del trío.

—Si... creo —murmuró. No sabía qué decirle, aún tenía ganas de llorar.

—Es que estuviste bárbara, en serio —le dijo Howard—. Yo no sé cómo hiciste para recrear todas las etapas de la borrachera en tiempo récord. Felizmente la dejaste en llorar, porque si seguías con la etapa de la pelea o hacer el ridículo ahí sí que me iba corriendo —bromeó.




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