Narrador Omnipresente
"Los Sueños Pueden ser la Ventana de la Verdad, o el Pago de una Condena."
El mejor hospital de España se encontraba sorprendido por las personas que entraban por la puerta de emergencias, una señora de ojos verdes, el pelo rubio con algunas canas y un perfecto traje gris de falda que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, más atrás de ella venia una pareja no muy joven ni tampoco muy vieja. El pelo rubio de la mujer caía en cascada con unos perfectos colochos que cautivaban a cualquiera , el vestido blanco le llegaba por arriba de las rodillas, sus manos repletas de anillos, al igual que la mano que la sujetaba por la cintura, está perteneciente a un hombre enfundado en un traje azul rey, con unos ojos café casi negro que solo reflejaban una cosa; maldad, porque eso era lo que se veían en los ojos de aquel hombre. Y al fondo entrando como si le valiera el mundo una mierda venia un joven de ojos pardos, el pelo desordenado castaño claro lo trae de un hermoso color rojo que lo hace resaltar, pero eso no es lo que sorprende sino sus prendas, un pantalón negro entallado y roto en las rodillas, lleno de cadenas, una camisa de Nirvana junto con un choker grueso con un dije de cruz en medio, y por ultimo unas botas militares negras. Nadie sabia quienes eran o porque se presentaban solo se sabia que tenían un aire que gritaba peligro, misterio y sobre todo riqueza, Nate, Nelly y Adel que se encontraban en la sala de espera, con las ansias por que dijeran que Amber se podía ir a flor de piel quedaron hipnotizados, con la belleza de las personas.
—¿Quiénes son?—Susurro Nelly en un tono bajito a sus dos acompañantes.
—Son....los Santorini.—Respondió una cuarta voz, era la voz de una persona desconocida, los tres levantaron su cabeza como si fueran unos autómatas y se encontraron con un chico todo de negro que llevaba una capucha dejando ver solo su cabello desprolijo y rubio a la vista.—Excepto el chico...el es Dimitri Rizzo, el mejor amigo de la hija de los Santorini.—Dijo el joven separándose de la pared.
—Ho intenzione di uccidere aquella regazza.—(Voy a matar a esa niña.)—Dijo la mujer al chico con una voz delicada pero autoritaria.
—È colpa tua Susan, l'hai mandata e l'hai data a questo. Vai a dire ad Albert per cosa sei venuto veramente.—(Es tu culpa Susan, tu la mandaste y tu la orillaste a esto. Anda dile a Albert a que viniste realmente.)—Respondió el chico con notorio enfado en su voz.
Y los otros tres estaban que no entendían un carajo pues con costo hablaban español, el chico que hablo hace rato observaba la conversación como si la entendiera de toda la vida, como si supiera cada uno de los secretos que guardaba aquella poderosa familia. ¿Pero a todos les llega la hora no? De una de las habitaciones se empezaron a escuchar gritos, pero eran más que dolor físico eran dolor mental. «¡Yo no quería maldita sea!» «¿Por qué ella y no yo?» «¡LOS AMABA, A AMBOS, TANTO A ÉL COMO A ELLA!» «Yo no la mate joder.» El chico levanto un poco la cabeza para dejar entrever una sonrisa torcida, mientras pasaba la lengua por su labio inferior para luego susurrar:
—No, non l'hai uccisa, l'ha uccisa lei, per gelosia.—(No, no la mataste tú, la mato ella, por celos.)—Luego del joven soltar aquello y ver como los Santorini corrían en dirección al ruido salió del hospital, dejando un pesado aire de ¿Misterio? ¿Horror? O verdades con un trasfondo.
Adel que se había medio dormido en una de las sillas, empezó a moverse levemente, por lo que sea que estuviera pasando por su cabeza, eran balbuceos que ni Nelly ni Nate comprendían, no tenían sentido, o puede que si lo tuvieran pero solo para aquellas personas que conocían a fondo el pasado de Demon, aquel pasado que el quería ocultar pero que terminaría saliendo a la luz, en un momento a otro empezó a sudar frío pero sus acompañantes ya no estaban pues habían ido a ver a Amber que había dejado inconsciente a un par de enfermeras, y el grito que broto de la garganta de Adel resonó en toda la sala del lugar:
—¡NAOMIIIIIIII!—Se sobresalto tanto que se dio de lleno contra el suelo, y como si sus mejores amigos hubieran presentido que algo malo pasaba entraron por las puertas del hospital con la respiración echa un desastre y detrás de ellos entro Tabita que al ver el estado de su hermano no pudo contener las lagrimas.—¡No, no, no, joder no!—Mascullaba Adel de manera inconsciente dándole puñetazos al suelo.
Al momento que salía un Dimitri con el pelo más desordenado de lo que ya lo tenia, con los dientes apretados y su único objetivo para desatar la ira fue impactar su puño en un pared al momento que por las puertas entraba otra persona, las pocas enfermeras de turno estaban sorprendidas por la cantidad de personas que habían entrado en tan pocas horas, Ailan hizo acto de presencia con la cara blanca como un papel y una gota de sudor frio bajándole de la cabeza.
Dimitri no dudo al momento de saltar sobre el y estampar su puño con los anillos en su perfecto rostro, pues en cierta parte la recaída de Amber, había sido su culpa. Pero Ailan lo único que hizo fue darle una pequeña nota a Dimitri que lo dejo helado.
"El trono...que linda palabra y que hermoso titulo ¿Verdad? Que se sentiría destronar a la Reina de su trono, y todo con una simple palabra Samira....Samira Collins."
Y no tenia remitente y eso solo hizo que el joven palideciera y quedaran con un tumulto de emociones y ninguna de ellas eran buenas. Y todas significaban una sola cosa guerra.
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