Reina Mía

Capítulo 3.

Kasch solo se limitaba a observar la infinidad de autos que por su manada ahora desfilaban, por esa razón odiaba que más lideres entraran en ella, por el hecho de que les encantaba alardear sobre sus riquezas. 

El primero en llegar fue el rey de los magos, aquel que rara vez se dejaba ver, y más con el hecho de que él y Kasch no estaba en muy buenos términos. Desde lejos se notaba la poca gracia que le hacía estar allí, seguro, y al igual que el pelinegro también deseaba que esa reunión terminara ya. Los siguientes al igual que el primero, no intentaban ocultar el desagrado que les generaba estar allí, algo que a nuestro querido león lo ponía furiosos, pues él no había sido quien los había convocado.  

— Un placer tenerlos aquí... — La hostilidad con la que lo dijo no pasó desapercibida para nadie. Cualquiera que mirara esa escena sabría inmediatamente que ahí había todo menos cordialidad — Pasemos a la sala de juntas... — Antes de entrar indico a todos los sirvientes que llevarán té, café o cualquier cosa que ellos pidieran, tal vez una copa de whisky lo pondría de buen humor. 

Todos tomaron asiento para posteriormente refrescar sus bocas antes de comenzar a hablar, el primero en pronunciar palabra fue el rey de las panteras, aquellas que pocas veces se dejaban ver en ese lado del mundo. 

— Bien comencemos... — Parecía que todos habían llegado a buena hora, sin prisas ni retardos, pero, entre todos había alguien que osaba llegar tarde — ¿Qué pasa? — Pregunto el hombre cuando el mago lo volteo a ver. 

— Si no me equivoco falta el rey de los lobos... — Dijo provocando murmullos entre todos los presentes, aquellos que no dejaban de insinuar la faltade educación de dicho individuo. 

Kasch no conocía a quien mencionaban, había escuchado hacía unos años de la coronación del rey lycan, pero, a pesar de que lo habían invitado él había declinado, pues, en ese entonces el “compromiso” estaba en plena preparación, aunque no iba a poner excusas, aunque no lo hubiera preparado de igual manera no habría asistido. 

— Es una reina... — Dijo uno de los presentes mirando por la ventana — Y ya llegó... — Se podía sentir en el aire esa superioridad que emanaba de los lobos, una raza competitiva, fuerte y atractiva, algo que en definitiva no se llevaba para nada con el ego que se cargaban los leones, y Kasch lo pudo sentir, eso que peleaba con su león interior. No noto lo importante hasta que la tuvo frente a él, con aquel vestido azul, que dejaba ver claramente el blanco de sus largas y finas piernas, con aquel rubio cabello que caía en ondas hasta la altura de sus hombros, esos ojos azules eléctricos que inmediatamente provocaron una corriente en todo el cuerpo del pelinegro, era hermosa, era perfecta, pero era un lobo, y no solo eso, era la reina y lo peor de todo era que desprendía un deliciosos aroma a lavanda que parecía solo él lo podía notar, ya que los demás se mantenían en serenidad mientras él casi le saltaba encima, parecía un salvaje, cosa rara en él. 

— Disculpen la demora... — Dijo la rubia antes de conectar su mirada con la del guapo moreno del fondo, ese era Kasch que la miraba con detenimiento e intriga— Ahora podemos empezar... — Dijo pasando su lengua por sus labios y en ese momento, aunque pareciese un chiste, se sintió intimidado, pues la rubia no dejaba de observarlo y de mostrar en sus ojos lo que él tanto había evitado. 

“Destino” 

Sus ojos lo gritaban, su cuerpo reaccionaba y su león quería tomar el control, ese olor no era solo perfume, ahora lo comprendía, ese exquisito aroma era la clara evidencia de que estaba frente a su compañera destinada, su mate, y era tarde para evitarlo, porque ella... lo sabía.  




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