Reina Mía

Capítulo 8.

Después de lo que para todos fue un largo desayuno, Kasch decidió darles un gran recorrido por la manada, aquella que había dejado a todos impresionados y de la cual a él le encantaba presumir por lo alto, sus tierras y su gente eran su orgullo. 

— Es un bello lugar sin duda alguna... — Admitió Vanya muy tranquila, algo que sin duda extraño al Alfa. 

— Si... — De alguna manera el aire fresco de ese día calmaba ambas bestias que rogaban por salir, era un espacio tranquilo en el que ninguno se estaría atacando con frías palabras. 

El recorrido había sido de los más tranquilo, a todos había encantado fascinarse con lo bien cuidadas que Kasch tenía sus tierras, hasta la misma Vanya había admitido lo hermoso que era el lugar ante eso Kasch no iba a negar que su león había gruñido de satisfacción. 

Pero el momento justo en el que su corazón dejo de latir por una milésima de segundo fue cuando los ojos azules intenso de la loba brillaron de la forma más esplendorosa posible, dejando ver una fascinación total, como si hubiese encontrado el más grande tesoro, era la mejor vista que nunca había tenido, las manos de Kasch habían temblado por el deseo de ir a besarla en ese mismo momento, sin importarle que una buena cantidad de ojos extra los miraran, pero, había logrado reprimir esos impulsos que ya no iban bien con él. 

— Esto es magnífico... — Alego Vanya con alegría, pues la cascada frente a ella era majestuosa. 

— Este es uno de los mejores paisajes de toda mi manada... — Acepto el gustoso de compartir su orgullo con ella. 

Nadie podía entender lo que sucedía, parecía que solo eran ellos dos en ese lugar, se sentían como la tercera rueda de la carreta, hasta que nuevamente Volker salvo el día, llevándose a todos de recorrido como si él fuese el dueño del lugar.  

— Venga señores, hay muchas cosas por ver... — Dijo animado, contagiando a los demás llevándoselos a quien sabe dónde, pero, eso sí, lejos de aquellos dos. 

Ninguno había notado que todos se habían ido, siguiendo como buenos niños al rubio que con su platica se los había llevado. Había tiempo para decir lo que fuese necesario, tenían el suficiente tiempo para dejar algunas cosas en claro, dejar su estúpida ley del hielo antes de que el trabajo realmente llegará y los consumiera. 

Kasch, sabía perfectamente que no necesitaba una relación, con nadie y de ningún tipo, ahora estaba distrayendo a todos con lindos paisajes y buena charla, porque en el momento en el que tuviera que elegir sacrificaría a cualquiera con tal de salvar a su raza, lo que los acechaba no eran simples hombres fuertes, valientes e idiotas, eran más inteligentes de lo que creían, un paso en falso sería su perdición, y una debilidad era algo que él no se podía permitir. 

— ¿Cuándo regresaras a tu manada? — Preguntó lo más amable posible, intentando no sonar crudo y frio. 

—¿Ya nos tuteamos? — Preguntó Vanya con ironía, dejando ver que la pregunta no era de su agrado. 

— No veo lo malo en eso... ¿Cuándo regresas? — Era la clara señal de que no la quería allí y dolía, porque al menos ella no quería separarse ni un segundo de él. 

— Hoy por la tarde... — Bueno, a Kasch le había regresado el alma al cuerpo cuando supo que no sería mucho tiempo. Su presencia le hacía mal y lo entorpecía de muchas maneras — Pero, hay cosas de las que hablar... — Se atrevió a decir ella, pues no se iría sin al menos una respuesta. 

— Lo sé... — Dijo resignando. 

— Entonces no lo evites — Le sugirió ella — Habla ahora o calla para siempre, Kasch... — Odiaba admitirlo, pero, su nombre en sus labios sonaba magnifico. 

Mientras Vanya solo comprendía una cosa, aunque su respuesta fuera positiva o negativa la suya no cambiaría, él había sido creado para ella y le importaría poco lo que pensará, ella no dejaría que su destino se le escapará de las manos, no así de fácil... 




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