Reina Mía

Capítulo 16.

Pocas veces en la vida Kasch había sentido lo que era el verdadero dolor y no habló de una herida en batalla, de esas que dejan cicatrices profundas y terribles, las heridas más letales siempre serían las del alma y las del corazón, esas que dejan una huella difícil de borrar. 

El amor te hace débil, siempre pensó él, el amor es una pérdida de tiempo y una muy mala inversión, porque si no has amado al morir no habrá arrepentimiento alguno, no dejas atrás a nadie y nadie sufrirá por ti, pero, él nunca se había puesto a pensar ¿Y si era él al que dejaban atrás?, en su vida se había hecho esa pregunta, hasta el día de hoy, cuando veía con sus propios ojos como su vida misma caía al suelo.  

Segundos, tan solo habían sido unos estúpidos segundos en los cuales la había perdido de vista, pero a pesar de ver esa imagen su cuerpo no respondía, su mente no podía procesar lo que veía, su garganta estaba seca y las palabras se atoraban en ella, hasta que su propio gemido ahogado lo saco de su estado de shock. 

— Vanya... — Dijo corriendo hasta ella y cayendo de rodillas junto a la rubia, quien a penas y podía respirar. 

Esta vez Volker no había sido más rápido o tal vez era que el enemigo había sido demasiado silencioso, podría haber sido cualquier cosa, pero nada cambiaba el hecho de que la bala había logrado alcanzar su objetivo, había logrado quedar justo en el hombro de la rubia, incrustándose de una manera más que dolorosa. Para cuando ella cayó al suelo fue tanta la conmoción de los presentes que algunos de aquellos infames habían logrado escapar, aprovechando la situación. 

— Vanya... — Susurró Kasch en tanto la tomaba en brazos, maquinando en su cabeza lo que debería hacer para mitigar el dolor que evidentemente estaba sintiendo y la estaba matado. 

—… Pla...ta... — Balbuceo ella junto al pecho de moreno quien la tenía fuertemente sostenida. 

Ante esas palabras no hubo nada más que pensar, era cuestión de vida o muerte sacarla de ese lugar en cuestión de segundos. El pánico y la angustia se estaban apoderando de Kasch, a quien le estaban comenzando a temblar las manos. 

— ¿Qué esperas? Llévala al hospital... — Dijo Niklas haciéndolo entrar en razón, lo cual había sido de gran ayuda, pues en menos de diez minutos había llegado, claro que en ningún momento sus manos dejaron de moverse como gelatinas y ni el mismo se estaba percatando de que sus ojos estaban comenzando a picar, ¿era este su castigo? Se preguntó a sí mismo al ver como con angustia la doctora entraba en la misma habitación que Vanya. 

— Necesito que salga — Dijo la doctora con voz demandante, pero Kasch había hecho caso omiso a sus palabras — ¡¡AHORA!! — Grito, mientras el moreno se aferraba a quedarse, pero, habían sido Volker y Niklas los encargados de sacarlo utilizando todas sus fuerzas, llevándose más que gruñidos por parte del él. 

Niklas lo tomo por los hombros y le grito una vez más — ¡¡Reacciona!!, de nada te sirve estar así, no puedes hacer nada más, ahora todo depende de los médicos y de los deseos de la diosa — No estaba preparado para vivir en carne propia lo que era perder a tu otra mitad, no estaba listo para ver como su compañera estaba en una cama luchando por sobrevivir al veneno más letal para su raza. 

Ha este punto Kasch no se había percatado que las lágrimas ya habían comenzado a salir, marcando su rostro con una profunda tristeza. Hacía años que no lloraba, así que el sentir sus mejillas mojadas era algo casi nuevo para él, era algo que nunca se había permitido hacer con libertad. 

— Los hombres también lloran — Dijo Niklas, consolando a su hermano, quien ya se había dejado caer rendido en el frío piso del hospital, en tanto su cuerpo temblaba como el de un niño pequeño que tenía miedo. 

Volker en cambió estaba tranquilo, sereno, claro que se moría de la preocupación, pero ese lazo que compartía con su hermana le hacía saber que ella no se rendiría, y que viviría para obtener todo lo que quería pues a ella nunca le había gustado dejar las cosas a medias. 

— Ella es una Novikov... — Dijo de pronto el rubio, atrayendo inmediatamente la mirada de ambos morenos — Y un Novikov nunca se rinde hasta que consigue lo que quiere y ella aún no termina... — Podría sonar egocéntrico lo que Volker decía, podían pensar que a él no le importaba su hermana, pero no era así, la conocía tan bien que estaba seguro de que ni siquiera una bala de plata la haría abandonar su deseo. 

Pero, eso solo era lo que sucedía fuera de una habitación de hospital... 




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