Reina Mía

Capítulo 17.

Nada podía ser más letal que la plata inundando su cuerpo, su vida estaba en la fina línea que la dividía con la muerte, no sabía si estaba despierta o dormida pues sus ojos divagaban por todo lo que la rodeaba sin siquiera poder definir donde estaba, pero al mismo tiempo podía percibir una luz cegadora que la mantenía con los ojos abiertos. No sabía si estaba muriendo, pero entendía que el dolor había desaparecido, no entendía ni cómo ni por qué, pero se sentía demasiado bien, su cuerpo estaba relajado al punto de desear una larga siesta y descansar sus ojos. 

— No se atreva a dormir... — Dijo lo que percibió como una voz de mujer, la cual parecía le hablaba a la lejanía — ¡¡NO CIERRE LOS OJOS!!— Esa sin duda había sido una demanda, una que no quería acatar, estaba agotada, sentía un inmenso sueño, y quien quiera que fuera no la dejaba descansar. 

— No será usted la única que muera — Volvió a decir aquella voz con desesperación.  

Entonces en esos momentos entre sueños y realidades se preguntó que mal había hecho para morir de esa manera, había sido una buena hija, una buena hermana, entonces ¿Qué mal estaba pagando? Aunque a pesar de todo no se podía quejar, había muchos más que estaban a salvo y eso era lo que le importaba, porque ella a diferencia de los demás no tenía más que a Volker y su pequeña hermana quienes llorarían por ella. 

— Haya afuera hay un hombre llorando por ti como un niño pequeño... — Dijo otra vez aquella mujer — No querrás seguirlo preocupando o ¿sí? — La rubia abrió los ojos con lentitud, como si aquello hubiera sido lo que necesitaba para quedarse aquí. 

“Kasch”, pensó desde el fondo de su alma, imaginar que él sería quien estaría llorando le parecía inimaginable, pero era el único que se le ocurría, porque, a Volker nunca nada lo había hecho llorar y sabía que esta no sería la ocasión en la que por primera vez lo haría. No negaría que eso provocaba el latir de su corazón, pero a pesar de eso su cuerpo parecía no estar de acuerdo.  

Finalmente... Llegó el punto en el que dejo de sentir, las luces comenzaron a hacerse más opacas, imperceptibles, y todo fue oscuridad, una pacífica oscuridad. 

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Nadie sabe lo que hay después de la muerte así que Vanya no sabía si ya había roto esa línea que la separaba de su vida. Podía sentir cada recuerdo desde su infancia como si lo estuviera viviendo nuevamente, sus padres, sus hermanos, sus amigos, era literalmente ver pasar su vida frente a sus ojos, no era tan malo, pero, tampoco significaba algo bueno. 

— Aún no te puedes ir... — Escucho la rubia a lo lejos, sin reconocer de donde provenía esa voz, entre tantas imágenes era difícil percibir su venía de alguno de ellos. 

— Talya no está aquí, si le digo se preocupará y no querrás eso... — Vanya de pronto comprendió que era Volker, era él quien le pedía que regresará, era él quien la mantenía aquí con ellos y parecía no soltarla. 

Había muchas cosas que la ataban aquí, su manada, su familia y su futuro, ese que miles de veces había soñado y que deseaba con todo su corazón, entonces, podríamos creer que ese había sido el momento en el que decidió que una bala de plata no podría con ella, porque Vanya Novikov no había nacido para ser humillada. 

— ¿Vanya? — Escucho a su mellizo hablar, en tanto intentaba abrir los ojos con pesadez y acostumbrándose a la luz, mientras veía con recelo el lugar donde se encontraba, concluyendo que era una habitación de hospital. 

— ¿Ni siquiera... puedes... dejarme morir... en paz? — Preguntó ella alegre y con bastante dificultad. 

— ¡¡Ni siquiera lo menciones Vanya!! — Respondió Volker bastante alterado, en tanto ella no comprendía su preocupación, ya que ahora según ella solo había dormido. 

— No debería jugar así con su hermano — Dijo lo que identificó como una enfermera — Estuvo a nada de morir — Ella no lo veía de esa manera, claro que también llegó a creer que iba a morir o mejor dicho que estaba muriendo, pero si estaba allí era porque todo había sido un sueño. 

Vaya sorpresa la que se llevó cuando su hermano y la chica le contaron lo sucedido, había muerto por algunos segundos y el que se encontrará en una habitación de hospital era porque nada más y nada menos llevaba una semana allí, lo que para ella habían sido minutos para ellos habían sido tortuosos días. 

Cuando al fin se puso al corriente con todos los acontecimientos, fue entonces cuando se atrevió a preguntar por él, necesitaba escuchar si por lo menos alguna vez había estado allí preguntando por ella, aunque fuera por mera curiosidad. 

— Desde ese día no lo he vuelto a ver — No había porque mentirle, no porque esconderle las cosas, ella ya no era una niña y a pesar de su estado sabría tomar las cosas con calma, aunque su corazón se hubiera roto por ese hecho. 

Pero, realmente... ¿Quién sabría lo en la mansión del Alfa Kasch se vivía?...  




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