Reina Mía

Capítulo 27.

La traición con traición se paga, pero, Raban no pudo ver eso, entre su codicia y el deseo de poder no pudo ver más allá de las intenciones de quienes se acercaron a él, nunca, jamás se le da la espalda al enemigo, eso debió haberlo aprendido. Tal vez de no haber sido por la intromisión de alguien no deseado, habría sido Kasch quien se hubiese manchado las manos, y si no lo había hecho no era por miedo o por el simple hecho de que le temblará la mano, sino porque alguien más ya se había encargado de eso.  

El moreno solo escucho un estruendo que altero a todos en el lugar, pero solo había sido él quien presenció como quien había recibido el impacto caía frente a sus ojos, tocándose el pecho con agonía y con una gran sorpresa en sus ojos, sabiendo perfectamente que su mayor rival no había sido el culpable. 

— Una pena si ese era tu trabajo — Dijo de pronto un hombre, a quien el moreno no identifico como uno de los suyos — Pero ya me estaba hartando — Aseguró el castaño, mostrando una amplia sonrisa, de esas que parecían trasmitir maldad pura. 

— ¿Tú quién eres? — Preguntó Kasch confundido y también sobraba decir que aturdido, pues la actitud del hombre no parecía de alguien que acababa de matar a su aliado. 

— Yo, no soy nadie — Dijo con seriedad el hombre — Pero, si te mato lo seré todo — Confesó con alegría sin soltar en ningún momento su arma. La altanería y soberbia en su voz, le decía a Kasch que sus palabras no mentían. 

— ¿Y crees que siquiera dejaré que me toques? — Preguntó con Kasch con diversión en su voz al ver la seguridad del chico. 

— Gracias a él — Dijo señalando a Raban quien ya se encontraba casi inmóvil en el suelo — Lo haré, el me trajo a ti y no perderé la oportunidad — A este punto ambos ya habían perdido la paciencia, pues ninguno pensaba perder contra el otro. 

— Te equivocaste — Afirmó Kasch sin ninguna expresión — Yo no seré jamás tu víctima, como lo fue Raban — Había sido demasiada charla y él, ya se había cansado solo esperaba a que el castaño atacará para arrancarle la cabeza, tanto como se lo estaba pidiendo a gritos. 

— No tú no eres un idiota — Eso fue lo que dijo antes de saltar contra él con una daga, la cual, aunque Kasch no lo supiera era idéntica a la que había usado Jelena contra Vanya. 

Era de esperarse, pero, aun así, no dejaba de ser extraordinario que no pudiese hacerle ni un solo rasguño al moreno, sin dida era lo que había esperado de alguien como él, con su estatus. 

— Sabes... — Dijo el castaño deteniéndose y alejándose de Kasch — No sé cómo él no pudo aprender nada de ti — Aquello lo aseguró en tanto se limpiaba el sudor que comenzaba a rodar por su frente — Fue tan fácil engañarlo que dude por un momento que hubiese sido la mano derecha del rey de los leones — Quiso tomar desprevenido al moreno, pero eso no había sido fácil, pues Kasch en todo momento había estado alerta y según él no había nada que logrará perturbarlo. 

— Pero ¿sabes que fue lo más fácil? — Preguntó lanzando un golpe tras otro, recibiendo una respuesta a cada uno — Lo más sencillo de todo esto fue engañar a Jelena, esa ilusa creyendo que Raban quería a tu rubia, ¿no crees eso totalmente estúpido? — La sonrisa volvió a mostrarse en su rostro en señal de que él había sido la mente maestra de todo y el veneno que había llevado a Raban y a Jelena a terminar así. 

— ¿También acabaste con ella? — Había sido una preguntó con nada de interés, ya que sería una absoluta mentiría si decía que la chica le importaba siquiera un poco. 

— Ahora mismo no se si está muerta — Dijo el castaño con el mismo desinterés — Ella estaba segura de que mataría a aquella loba, a tu rubia — Fue solo entonces cuando pudo hacerle un pequeño rasguño en la mejilla derecha, ya que con la declaración Kasch se había distraído de sobre manera. 

El castaño creyó que sería la oportunidad de atacar cuando pudo casi ver como su alma abandonaba su cuerpo, era el momento preciso de terminar con una de las raíces del mal, las cuales era su trabajo eliminar, porque en su mundo no había lugar para criaturas extrañas que desafiaban a la naturaleza de los humanos. 

Kasch también creyó que su mundo se detenía, la sola idea de Jelena luchando contra Vanya era una tortura, la chica estaba loca, y dejarla junto a la rubia era algo impensable, pero, dentro de todo creía en ella, creía en esa loba que amaba con el alma, ella no moriría porque era ella, era Vanya Novikov, la única que había logrado esfumar su mal humor y su terquedad, también fue en ese momento en el que sintió el fuerte y dulce olor de su mujer, ese que le gritaba que aunque no pudiera verla estaba allí, que no habían podido contra ella. 

El arma casi había tocado la acaramelada piel de Kasch cuando él reacciono, ese ya no era un juego, así que tal y como el castaño él también usaría todas sus armas, dejo que su lobo interno saliera, no lo tenía pensado, pero, el castaño se había atrevido a jugar con lo más valiosos para él y ahora dejaría que su león lo destrozará como él lo quisiera. 

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Se necesitaba tener un estomago fuerte para presenciar lo que Kasch había hecho, y Vanya lo tenía, no dudo en ningún momento cuando vio lo que hacía, el castaño se lo merecía y así como él había engañado y matado a Raban así mismo había recibido lo mismo. 

Todos creían que a pesar de ver como uno de ellos había muerto en manos del rey nadie sería cobarde, pero se habían equivocado, todos aquellos quienes se hacían llamar cazadores no habían podido con semejante escena, el castaño les había asegurado la victoria y una gran recompensa por ello, pero, ahora ni siquiera había un líder que les diera la seguridad que ahora necesitaban, aquellos que habían ideado el plan habían sido los primeros en perder. 

Ahora solo estaban en manos del rey, y el sería el verdugo, quien dictaría cuál sería su destino... 




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