Los grandes pilares del castillo se hacen presentes mientras el carruaje que nos trae a mi hermana y a mí de la Academia Real, cruza el puente y miro hacia abajo, es tan alto. Peligroso y bello.
Supongo que madre siempre tuvo razon al decir:
"La belleza es más peligrosa que cualquier otra cosa y más la física, es un poder que hay que tener cuidado en que no caiga en manos equivocada, pues con ella consigues lo que quieres."
Me siento mejor que las últimas semanas. Al día siguiente que fuí a visitar a las gardenias, me desperté en el pasto de la Laguna Azul y no recuerdo que pasó. Solo amanecí sanada y sin ningún tipo de recuerdo de lo sucedido.
Mis recuerdos me vuelven loca. Los sueños se han multiplicado por cien estos días. El lobo me habla y dice cosas que no sé si son de mi presente o pasado. No lo entiendo muchas veces y sueño otras cosas. Muy raras y horrorosas.
Trato de distraerme viendo el Castillo y mi llegada a él. Las clases terminaron por una rara razón, y no nos quisieron decir más al respecto.
El Castillo real de por sí ya es lujuso y grande, fué un regalo de la Diosa Afrodita a mi madre, son grandes amigas, que de hecho, nunca me contaron como inició esa hermosa amistad.
Es rara la amistad de mi madre con la Diosa Afrodita, pues años antiguos las ninfas y la Diosa no se llevaban, pero desde que mi madre reinó, las aguas se han calmado. Siento que todos los reinos han tenido problemas con nuestro reino o una ninfa.
El de la Diosa Afrodita y una ninfa antigua inició hace miles de años, cuando Las Náyades existían y eran las ninfas de los manantiales, los arroyos, las fuentes y todo lugar donde se hallara agua dulce. La vida de estas ninfas estaba vinculada a la primavera, por lo que debían permanecer siempre cerca del agua. De lo contrario, si su cuerpo se secaba, marchitaban y morían al igual que las plantas.
Por otro lado, teníamos a la Diosa Artemisa, que poseía un séquito de veinte ninfas. Tenían poderes proféticos, eran capaces de curar y también de inspirar a los artistas y creadores. En ese tiempo no eran inmortales como los Dioses, pero sí que disfrutaban de una vida muy larga.
Las ninfas eran nacidas de la unión entre el Titán Océanos y la Diosa Tetis. Las ninfas eran extremadamente seductoras y ya de por sí, era lógico que más de uno cayó bajo sus encantos, todas guardaban celosamente su virginidad, obedeciendo los mandatos de la Diosa Artemisa.
Ahora las ninfas no son tan seductoras como lo eran antes, por problemas que sucedieron por ello, y más. Las ninfas del pasado murieron por sus propios hechízos.
Sigo. Pero claro, como en toda familia, siempre hay un miembro que se sale del camino y se convierte en la oveja negra. Este "privilegio" lo tenía Salmacis. Era una ninfa holgazana, despreocupada, egocéntrica y siempre hacía lo que quería.
Salmacis tenía su morada en una fuente de la ciudad de Halicarnasos.
Por otra parte, Hermafrodito era hijo de Hermes y Afrodita, y fue criado por las ninfas en el antiguo monte Ida de Frigia, que a los 16,000 años dejó su lugar de nacimiento para viajar hasta llegar a un importante pozo en el que vivía la ninfa Salmacis, que apenas lo vió se enamoró de él.
Hermafrodito no mostró ningún interés en ella e incluso la rechazó, aunque no renunció a bañarse en su pozo.
En una de estas en que Hermafrodito creía estar solo y a salvo de la ninfa, se quitó su ropa y se metió en el agua de la fuente para darse un baño. Salmacis aprovechó la ocasión y se abalanzó sobre el joven atrapándolo en un fuerte abrazo.
Justo en ese momento la ninfa pidió a los Dioses que nunca la separaran de Hermafrodito.
Y así se lo concedió los Dioses. Ambos cuerpos quedaron fundidos y nació el primer ser hermafrodita, dueño de atributos tanto masculinos como femeninos.
Dígamos que la pelea más fué con Artemisa, que con las ninfas.
Tantas historias que tienen cada uno de lo reinos por contar.
Subo mi vista al cielo y esta nublado, con un hermoso arcoíris que ilumina el cielo de manera resplandeciente e ipnotizante.
—¿No te encanta? —le hablo a mi hermana mientras miro el hermoso cielo.
—Me encanta es poco para lo que me vuelve loca. —responde mi hermana de inmediato, como si esperara mi pregunta— Su hermosa sonrisa, su cabello largo de color morado me vuelve loca, esos ojos azules hermosos me ignotizan y su mirada... ¡Ah! Su mirada me mata.
La miro de inmediato.
—Espérate... ¿qué? —frunzo el ceño— ¿De qué estás hablando?
—¿No me preguntaste si me encantaba mi novio? —pregunta con un ligero puchero.
—Estaba hablando del cielo, hümila. —le digo mirándola con burla y ella se sonroja de la vergüenza— Tú sí que estás enamorada de ese hombre lobo.
Baja la mirada, pero eso no detiene a que vea la pequeña sonrisa que tiene.
—¿Cómo se llama? —le pregunto con cierta curiocidad.
—Freyie. —contesta con una gran sonrisa. Sus ojos brillan y sus mejillas están rojas como un tomáte.
—¿A qué familia permanece? —pregunto volviendo a mirar el cielo.
—Es primo de Feitho, el heredero del Reino Danpher. —responde con una risilla traviesa.
Feitho, así se llama. Es un hermoso nombre, debe ser muy atractivo.
—Asi que tiene sangre real. —sonrío ignorando su intención— Debe de conocer a papá.
Sonríe y las dos suspiramos al recordar que hoy llega nuestro padre a visitarnos.
—Princesas, hemos llegado a su destino. —nos avisa el chofer.
Bajamos y corremos a la entrada al ver a nuestra madre con una gran sonrisa, esperándonos.
La abrazamos y justo en momentos así, recuerdo cuánto amo a mi madre. Ella es lo mejor que he podido tener, al igual que mis hermanas y mi padre.
—Las extrañé, luxies. —nos dice con una gran sonrisa y lágrimas en los ojos.
Editado: 04.05.2021