¿reina Por Obligación?

Capítulo IX

Jade Williams

Me apresuro a seguir a Ky por los pasillos hasta llegar al jardín delantero. En mi trayecto para estar a su nivel me encuentro a un par de guardias que me saludan con una reverencia, sigue siendo surrealista para mí, no me acostumbro a que a cada paso que doy haya veinte personas a mis espaldas, o cuando voy andando por los pasillos, cada vez que me cruzo con alguien hacen una reverencia, más de una vez les he dicho que no hacía falta, pero he desistido de mis intentos, siempre me dicen que no pueden, deben, ni quieren dejar de hacerlo.

Nada más salir una ráfaga de viento azota mi menudo cuerpo y un escalofrío me recorre de pies a cabeza, llevo un camisón verde de dormir y una bata, pero con el frío de la mañana no es suficiente.

Acelero el paso y me siento junto a Ky en el borde de la fuente.

Decido esperar a que él sea el que hable primero.

– Tu coronación está cerca, me ha dicho el consejo de sabios que después de ella vas a tener que acoger príncipes, condes y duques de este y otros reinos aquí, en palacio para que encuentres un marido.

Lo miro con los ojos como platos, estoy casi segura de que ha escuchado la historia sobre como perdí a mi prometido y, ¿pretende que encuentre a alguien con quien pasar el resto de mis días?

– Vamos a ver, has escuchado que hasta hace menos de dos meses estaba prometida y pretendes que encuentre a una persona con la que compartir mi vida, ni siquiera los conozco. – pongo los ojos en blanco, si en serio cree que va a pasar se va a llevar una gran desilusión.

– Primero, yo no soy el que lo ha decidido, segundo, no será tan malo, estarán aquí un par de meses, tal vez tres e irás decidiendo, podrás echar a aquellos que no quieras, pero no la primera noche ni todos a la vez, tienes que tomarte enserio esto.

– Está bien, pero antes de que hagan invitaciones o lo que sea tengo que hablar con mi pueblo, de hecho, he tenido una idea. – le cuento lo que se me ha ocurrido, Ky piensa que es muy arriesgado, pero el que no arriesga no gana.

*******

Dejo los papeles con los preparativos para la coronación a un lado de la mesa, debo comenzar a preparar mi discurso, debo tenerlo todo preparado para los mellizos, porque es cierto que todavía quedan unos cuantos meses, pero el tiempo pasa demasiado deprisa y quiero tenerlo todo, también tengo que buscar nombres, aunque no sé qué serán, puedo buscar dos de niño y dos de niña, así si son dos niños ya lo tendría, si son dos niñas también y si son niño y niña tendría para elegir el que más me gustara de cada uno.

He pasado el día de reunión en reunión y entre papeles, la hora de la cena se me a pasado, así que bajaré a por algo de comer. Oigo el repicar de la lluvia en mi ventana, me acerco y me siento en el banco de espaldas a la habitación contemplando el exterior; mi cuarto da a la parte trasera del edificio, por lo que puedo ver perfectamente el bosque, lleno de grandes y frondosos árboles, con algunas colinas, sin duda de mayores dimensiones de las que creía.

Nada más salir de la última reunión llegué a mi habitación y le pedí a Rose que me colocara el camisón, no tenía pensado bajar y no quería llevar uno de esos pesados vestidos que debía ponerme. Coloco una bata gruesa azul sobre mis hombros y me dirijo a la cocina.

Es un espacio muy amplio, con dos grandes encimeras a los laterales y una enorme isla en el centro de la estancia, los armarios son de colores neutros y las encimeras son de mármol blanco, hay varios fogones, tres o cuatro hornos y gran cantidad de utensilios de cocina colocados de manera ordenada en la encimera.

Al llegar solo quedan un par de empleados que nada más verme hacen una reverencia.

– No hace falta que hagan eso señores- digo mientras me dirijo a la nevera. – ¿Qué puedo comer? – murmuro mientras me pongo de puntillas para poder ver lo que hay en las baldas superiores.

– Hay ensalada, aunque si lo prefiere queda un cazo de espaguetis con tomate. – pego un pequeño brinco y me giro intrigada. A unos pasos de mi hay un chico joven, con el pelo castaño, los ojos negros como dos pozos de oscuridad, labios finos y la tez pálida, debe medir cerca de uno ochenta. – Lamento mucho si la he asustado, no era mi intención.

– Oh, no te preocupes – me sonríe con gratitud. –, y, ¿qué era eso de los espaguetis? La verdad es que tengo mucha hambre.

Ríe y se gira hacia los fogones.

– Bien, calentaré su comida y luego la dejaré que la disfrute en soledad. – comienza a tocar botones, mover cosas de lugar y colocar cazos.

Suspiro, estoy harta de la soledad, este lugar es demasiado grande y no me cruzo con mucha gente.

Pone un salvamanteles en la isla y deja el cazo.

– Le dejo el cazo entero porque tengo la impresión de que decía la verdad.

– Gracias. – le sonrío con sinceridad, cojo un tenedor y me subo a la encimera. – No le digas a nadie que me subo a la encimera, debería portarme como una señorita y sentada en una silla cuidando mis posturas y bla bla bla, pero estoy cansada.

– No se preocupe señorita, será nuestro secreto – me muestra una sonrisa divertida y sale de la cocina. Ahora que me fijo, no sé en qué momento se ha ido el otro cocinero.



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En el texto hay: fantasia secretos y romance

Editado: 20.07.2021

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