¿reina Por Obligación?

Capítulo XV: Hermana de otra madre

Jade Williams

Fue horrible que me dijeran que debía abortar, siendo cierto que apoyo completamente el aborto, una mujer decide sobre su cuerpo y si cree que no está en una situación cono para poder criar a un bebé en condiciones es su decisión. Pero yo sí que quiero tener a mis bebés y aun siendo todavía habichuelas ya los amo con locura, por lo que pensar que había gente que no los querría o los menospreciaba me parte el corazón.

Pero tras dejarles pensar un rato me dieron bastantes ideas no del todo malas. Ahora voy de camino al comedor para encontrarme con los amigos de mis padres, lo cierto es que estoy que muero de los nervios, pero intento ocultarlo calculando cada movimiento que hago, no me gusta que nadie me vea débil.

Al llegar a la puerta sacudo mis manos y tomo el pomo, se supone que ya deben estar dentro. Abro la puerta lentamente y veo tres personas sentadas en la otra punta de la mesa, me resultan familiares, pero no puedo reconocerlos aún.

Dejan de murmurar en el momento en el que oyen mis tacones repicar contra el suelo de madera pulida, se giran hacia mí y se levantan con rapidez para después hacer una reverencia. Puedo ver que se trata de una pareja mayor y una chica de mi edad, cuando ella levanta la cabeza y sus ojos conectan con los míos finalmente, quedo paralizada.

– Hola Jade, ¿Cómo te encuentras? – me sonríe tímidamente y yo no puedo hacer otra cosa que entrar en un profundo shock.

– P... pero...n...no....puede...s...ser. – salgo del shock de repente y me tiro a sus brazos me envuelve con ellos y me permito estar un par de segundos en la seguridad de sus brazos. Cuando algunas piezas del rompecabezas encajan me separo con brusquedad. – ¡Abbygail Elisabeth Hampton como has podido ocultarme una cosa así durante veinte años!

Me sonríe forzadamente y busca la ayuda de sus padres con la mirada, ellos le sonríen ampliamente, divertidos por la situación, y niegan con la cabeza; menos mal que me he acostumbrado a sus movimientos coordinados, porque hay veces que realmente dan miedo, recuerdo que de pequeñas Abby y yo les preguntábamos como era posible que fuesen tan coordinados y ellos nos respondían que llevaban tantos años juntos que les salía como la cosa más natural del mundo.

Sacudo mi cabeza ligeramente para apartar esos recuerdos y me cruzo de brazos esperando una respuesta.

– ¿Y bien?

– Haber nunca me preguntaste si eras la princesa heredera de un reino oculto al mundo, por lo que nunca tuve que decírtelo. – se encoge de hombros y sonríe con sorna. Bufo, no sé cómo hace esta mujer para tener siempre algún comentario tan astuto, si no fuera porque es mi mejor amiga la habría echado a patadas hace muchos años.

– Venga ya, Abby. – la quiero tanto, pero puede llegar a ser tan estúpida. Vuelvo a bufar y la abrazo de nuevo. – Son las hormonas, no te creas que te he perdonado, te quiero estúpida. - le susurro en el oído. Ella suelta una risita y se aparta un poco para mirarme a la cara, después vuelve a abrazarme con fuerza.

– O vamos hija, no acapares a la princesita, aquí hay gente que también quiere saludarla.- río y me separo de Abby para ir a abrazar a su padre, Ernest es un hombre delgado pero muy alto, con el pelo castaño canoso y los ojos azules, su mujer, Clarissa es una persona imponente, bajita pero de gran porte, con el pelo rubio casi blanco y los ojos castaños, Abby es una mezcla de los dos, con el pelo de su madre, los ojos de su padre, pómulos afilados, nariz recta, labios finos, y es bastante más alta que yo.

– ¿Como te encuentras, cielo? – pregunta la Clarissa tras separarnos, tan maternal como siempre.

– Estoy...reconstruyéndome, todavía no he superado lo de Mark, pero es cierto que cambiar de aires me ha hecho mucho bien, además me mantienen ocupada. - la sonrío levemente y ella asiente.

– Eso está bien, y ¿tu bebé? – mi rostro pierde todo el color y miro a Abby en busca de respuestas. - Abbygail nos contó, y sabes que estaremos aquí para ayudarte en lo que necesites.

Trago duro y asiento.

– Bueno... – aclaro mi garganta. – no es un bebé, son dos y estoy de casi nueve semanas. – hablo más bajito, porque, aunque solo estamos los cuatro en la sala las paredes escuchan.

– Woah. – Abby comienza a dar grititos y a pegar saltitos. – seré tía de dos bebés.

Ruedo los ojos con diversión y veo como Ernest y Clary me miran con alegría.

– Ahora comamos, que muero de hambre, pero ya sabes princesita que estaremos a tu lado en cada decisión que tomes, además vivimos en una casita muy cercana y, tras la noticia, creo que Abby va a mudarse a la habitación contigua a la tuya para tenerte vigilada, es capaz. – Ernest mira a su hija y ella rueda los ojos.

– Creo que no hacía falta ni decirlo, pues claro que me mudaré aquí para tenerla vigilada, no quiero que les pase nada a mis sobrinitos.

Tras su declaración nos sentamos a la mesa y cenamos entre chistes y anécdotas, debo decir que echaba demasiado de menos a esta familia, ellos eran como mi segundo hogar, me sentía segura con ellos en las comidas llenas de chistes malos y tonterías, en las escapadas al campo.

La noche transcurre con tranquilidad y al volver a mi habitación llamo a Rose para que me ayude con el vestido para después irme a dormir y caer en los brazos de Morfeo con gran facilidad.



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En el texto hay: fantasia secretos y romance

Editado: 20.07.2021

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