¿reina Por Obligación?

Capítulo XXI: Recordando

Despierto cuando alguien comienza a aporrear la puerta de mi habitación. Descolocada me levanto lentamente y abro ligeramente. Debo apartarme con rapidez cuándo una muy cabreada Abbygail entra por la puerta estrellando esta contra la pared. 

– Dices que te traigan a Adolf, que te traigan a Amanda ¡Pero te olvidas completamente de que existo! – se tira de cara a la cama dramáticamente – me dolió. 

– Oh, venga Ab, - me siento en un lado de la cama cruzando las piernas sobre esta. Peino su pelo lentamente. – sabía que no te gustaría esto, por eso no dije nada sobre ti.

Se queda callada unos instantes. 

– Bueno, tienes razón, no me gusta esto, pero ahora no te vas a poder deshacer de mí, voy a ser como una lapa. – apoya su cabeza en una de mis rodillas y yo no puedo evitar reír. 

Nos quedamos en esa posición hasta que mi estómago ruge. Abby gira la cabeza que hubiese sido muy gracioso de no ser por cómo me mira. 

– ¿Hace cuánto no comes? Espero que no estés descuidando a mis sobrinitos. – rasco mi nuca y miro hacia la puerta. Me pega en la pierna para que responda y la miro con una sonrisa inocente. 

– Hace menos de veinticuatro horas. – me voy retirando de la cama lentamente y ella se yergue, sé lo que viene y no me gusta. Cuando creo que va a empezar a gritarme coge una gran bocanada de aire y me sonríe de una forma siniestra. 

– Tienes suerte de estar embarazada, cómo se te ocurre no comer en veinticuatro horas – habla tan calmadamente que dé incluso más miedo. – ahora vamos a bajar a la cafetería y vas a comerte tres platos enteros de lo que te pongan, sin rechistar, uno por cada uno. 

Bajamos a la cafetería, subimos hasta la tercera, la de los más altos, y nos sentamos en una de las mesas del fondo. Abby coge la tablet que utilizamos para pedir comida. Se entretiene un rato pasando el dedo por la pantalla hasta que sonríe triunfante. 

Unos diez minutos más tarde aparece un chico llevando una bandeja con tres platos enormes y humeantes. Se acerca a nuestra mesa y deja los platos saludando escuetamente. 

Ab coge los platos y empieza a sacar frasquitos con líquidos extraños de su bolso. 

– ¿Qué haces? – la pregunto extrañada mientras ella coge muestras de cada plato. 

– Dije que iba a cuidar de mis sobrinitos, y eso estoy haciendo – la miro interrogante y ella rueda los ojos. – no podemos arriesgarnos a que te envenenen, por lo que estoy tomando muestras de la comida para comprobar que no lleven nada dañino. – se encoge de hombros mientras hace distintas pruebas extrañas. – Por cierto, vas a tener que dejar el chocolate, y todos los dulces que comes, además de los rollitos de canela a los que te has aficionado. – ruedo los ojos, con ella no se pueden tener secretos, se entera de todo. 

Tras darme el visto bueno comienzo a comer. Durante la comida Abbygail no deja de hablar, aunque le presto más atención a mis tallarines.  

Un rato más tarde aparece Kaos caminando tranquilamente con las manos en los bolsillos. 

– Chicas. – nos sonríe con galantería y se sienta junto a mí en el banco, termino el último plato de pasta y bebo agua mientras veo como Abby y Kaos no dejan de coquetear indiscretamente. 

– Kaos marca a Ky y me pasas el teléfono, por favor. – Kaos me hace caso y tras unos segundos me pasa el móvil. Me levanto de la banca mientras el teléfono sigue marcando. – Buscaos una habitación. 

– ¿Kaos? – pregunta Ky al otro lado de la línea. 

– No, Jade – digo cabreada. 

– ¿Está todo bien? – hablar al escuchar mi tono de voz. 

– Oh, sí, todo está perfectamente, menos por el hecho de que le has contado a Abby lo de los rollitos y ahora me los está prohibiendo, y como es tu culpa me vas a pasar rollitos sin que Abby se entere, porque no quieres conocerme enfadada y hormonal. 

Oigo como ríe. 

– Estás loca, aunque es una locura preciosa. – vuelve a reír – está bien, te haré llegar los rollitos, pero solo podré hacerlo cuando vuelvas al castillo. – suspiro y acepto el trato. 

– Tendré que aceptar eso. 

– ¿Cómo va todo por allí? – pregunta con curiosidad. 

– Bien, muy ocupados, pero bien. 

– ¿Y las habichuelas?  

– Bien, sigo con náuseas y mareos, y para nueve semanas ya se me está notando. Le he pedido a Adolf que venga y en un rato voy a ir a hablar con él para que me ayude con los recuerdos y para hacer un chequeo. 

– Mantenme al tanto de cualquier cosa que suceda. 

– Está bien, ahora debo cortar, tengo cosas que hacer. Adiós 

Cuelgo sin darle tiempo a responder y me vuelvo a la mesa para devolverle el teléfono a Kaos. 

– Abby, tengo que ir a ver a Adolf, ¿vienes o te quedas? – levanta de la mesa cogiendo sus cosas con rapidez. 

– Voy contigo, adiós Kaos. 

Nos despedimos y vamos a uno de los edificios de oficinas, al entrar en la recepción le pido al civis que se encuentra en el mostrador escribiendo en un ordenador que avise a Adolf para que vaya a la sala de reuniones de la última planta.  

Tras decir esto me dirijo junto a Abby al ascensor, debo poner mi huella dactilar para poder entrar, de esa forma el infrarrojo se corta, es un ascensor de último modelo, debes poner tu huella dactilar al pulsar el botón y solo deja entrar a una persona, por lo que si vas con acompañantes ellos deben hacer lo mismo, el ascensor tiene placas en el suelo que detectan el peso y la forma de andar de cada persona que entra, de esta forma si, por ejemplo me cortaran un dedo para poder entrar el ascensor detectaría que no soy yo y bloquearía el ascensor y daría la alarma. 

Para subir a la planta que quieres tienes que utilizar reconocimiento por voz y al darle al botón sale una mini aguja que te pincha para sacarte sangre y saber que eres tú, luego depende de si tienes acceso a las diferentes plantas el que te deje entrar o no, ahí entran los niveles, hay cuatro, el primero para limpiadores y cocineros solo pueden acceder a las plantas de la uno a la cinco, el nivel dos para oficiales, sargento, cabos y soldados, tienen acceso desde la planta uno hasta la siete. 



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En el texto hay: fantasia secretos y romance

Editado: 20.07.2021

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