Reinicio Fallido

Capítulo 8 | Nuevo inicio.

Dentro de la cocina se percibía cierta angustia. 

A pesar de que haya varias pruebas que indican que Mateo no es el asesino, Dylan aún no negaba tal posibilidad. Algo dentro de él decía que Mateo no era Mateo.

—Tienes toda la razón, pero eso te lo diré más tarde, ¿de verdad María está en el baño?

Quedándose sorprendido de tal respuesta, Mateo solo desvió su mirada y habló.

—Sí, ella esta allí. Sin embargo, hay que ser realista, no hay manera de que ella te perdone después de todo lo que le hiciste, ¿no es algo tarde tu reacción?

No podía negar tal pregunta. Estando acorralado entre la espalda y la pared pudo sentir como de doloroso era escuchar eso. La muerte de María fue el punto de partida, fue debido a ello que él decidió salvarla, que quería arreglar las cosas las cuales empeoraban conforme el tiempo avanzaba. Percibía como su respiración cada vez iba más lenta, sus manos empezaban a temblar, no era momento de dudar, tenía que ser claro antes de que otro accidente ocurra, con ese pensamiento él decidió decirle la verdad a Mateo.

—Te entiendo, tienes toda la razón, no pensé en ella en todos estos años. La abandoné, no merezco estar a su lado, pero eso no implica que no pueda arreglar las cosas con ella, ¿verdad? ¿Verdad? ¡Espera!

Ya había pasado demasiado tiempo antes de que se diera cuenta de su error. En ningún momento escuchó como alguien salía de la sala y se iba al baño, por lo que lo más probable era que María no estuviera en la sala, sino que en su cuarto.

—¡Fui engañado!

Como si se tratara de una pésima broma, Dylan sentía que su mundo iba ralentizándose mientras cada segundo avanzaba, no sabía cuál era la condición de María, ¿fue atada? ¿Ya la dispararon? ¿Fue envenenada? ¿O...? Con tales pensamientos olvidó por completo la existencia de Mateo y abrió de forma agresiva la puerta de su cuarto.

—¡Hyaaa!

Un grito de asombro resonó en la habitación, sin darle tiempo de agarrarse de algo, Dylan cayó sobre la persona que estaba detrás de la puerta, llegando a desplomarse en lo que sería el suelo, pero cuando su cabeza arribó pudo percibir algo suave que apaciguó su posible golpe de cabeza.

¿Qué es esta suave sensación...? Es... ¿agradable?

Abriendo lentamente sus ojos, pudo ver un par de pequeñas montañas tapaban el rostro ruborizado de una chica, no podía enfocar bien su vista debido a la paz que sentía en ese lugar. Sin embargo, fue el grito de esa chica que no pudo estar allí.

—¡¡SAL DE ALLÍ!!

Con los tímpanos casi rotos, se paró mágicamente y vio como María retrocedía con toda su cara sonrojada, dándose cuenta de su fatal error, se agachó y se disculpó.

—L-lo siento María, yo...

—E-está bien, también fue mi culpa...solo no digas nada de esto.

—¡Esta bien mi general!

Ambos se rieron como si nadie más estuviera allí, pero como tan rápido vino, de tal manera se terminó, cuando Dylan dejó de reírse giró su atención a Mateo.

—¿Qué significa esto? ¿No estaba en el baño?

Su mirada era seria y fría, Dylan no entendía la razón de tal mentira, aún dudando si era el secuaz o algún apoyo del asesino, se mantuvo atento a lo que diría.

—No fui yo el que planeó esto, fue la persona que está detrás de ti.

Girando su cabeza fugazmente pudo ver como la sonrisa de aquella chica se desvanecía, ahora solo reflejaba un triste rostro del cual caían lagrimas sin cesar. María, la chica de la cual quería ayudar, ahora estaba llorando. Fue allí donde se dio cuenta, todo lo que le dijo a Mateo era cierto, ese era el momento oportuno, quería sacar ese dolor que lo atormentó durante todas las iteraciones en la que no pudo salvarla.

—Mateo, por favor... retírate un rato.

Sin mirarlo, Dylan no quería que haya personas en ese lugar más que María y él, incluso si tenía que golpearlo, él lo haría sin problema alguno.

—...Entiendo.

Captando la situación en la que su hermano se encontraba, Mateo solo suspiró y sin decir más que eso, salió de la sala,

—María, yo...

—Espera.

Cortando de golpe lo que iba a expresar Dylan, María se paró con la delicadeza que la caracterizaba, sacudió levemente su cabello y se acercó a Dylan hasta estar a unos cuantos centímetros de él. Levantando sus manos, estos llegaron hasta el rostro de Dylan, quien no se inmutó de tal acción y se sonrojó, pero ese no fue el propósito de María, sino otro.

—Dime... ¿por qué hoy? ¿Por qué estas así de nervioso y angustiado? Esos ojos que tienes no me ven a mí, sino a un propósito, ¿verdad? Incluso las lagrimas que caen ahora... ¿son de felicidad o de tranquilidad?

Las palabras de María fueron directas. No poseían un punto ambiguo, o algo que lo hiciera pensar demás, era solo eso; honestidad pura. A pesar de eso no sabía que expresión debía hacer, Dylan estaba totalmente anonadado, ella vio todo lo que Dylan había pasado en todos esos dolorosos bucles, las muertes que no pudo superar, su falsa determinación y lo débil que era. Era cierto, él tenía personas que lo estimaban en su colegio, pero eso no fue suficiente. El dolor de los 6 años lo tenía atado, María era alguien especial para él. Si la perdió por su orgullo también debía de recuperarla de la misma manera.

Qué tonto que soy...

Él no estaba solo. Fue debido a su orgullo que vio todos esos desastres que se hicieron cotidianos, ahora lo había superado, no sabía cómo, pero algo dentro de él le indicaba ello, sin dudar y con la cara repleta de lágrimas fue directo.

—Disculpa por ser tan egoísta, no sabía cómo decírtelo, tampoco sé cómo expresarme bien...Las palabras que están en mi mente y las que digo casi siempre son totalmente distintas, pero lo que siento siempre será verdadero, no quiero perderte, no quiero ver de nuevo eso, no quiero que te alejes de mí. Me aparté de ti, ¿verdad? Soy una basura por hacerlo y soy el doble y más por seguir así, incluso después de tanto tiempo, ¿la razón? Mis estudios, el dinero que hay en casa es mucho menor a lo que sería una persona pobre, quería ganar una beca o algo similar, cuando logré tener una me di cuenta de que estaba solo, no había nadie a mi alrededor, fue allí cuando quería que estuvieras tú, pero yo la malogré y no sabes lo tan arrepentido que estaba, y lo tan solo que me encontraba.




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