Capítulo 9 | Un momento de paz.

Martes 9 de Octubre del 2018— 7:20.

Una sensación de calor fatigaba su cuerpo, pequeñas gotas de sudor caían de su cara, sus labios secos se relamían sin más no poder intentando sorber algo de saliva. En un intento precipitado de mover su cuerpo este cayó del lugar donde estaba y chocó con el suelo.

—A-ah... ¿qué fue eso?

Abriendo pesadamente sus ojos y sobándose la cabeza de la caída que tuvo, cada vez se iba percatando de lo que sucedía. La sala estaba con la luz prendida, en la mesa se hallaban 3 tazas vacías y varios sobres de café, cuando giró su cabeza se percató que debajo de su asiento estaba el『Reloj del tiempo』. Mirando la pantalla de este se dio cuenta que eran las 7:22 de la mañana.

—¡¡ES TARDE...!! ¡Espera!

Antes de levantarse, se fijó sin pestañear la fecha de ese día. Sin creer la veracidad de tal hecho, se paró rápidamente y prendió la televisión, el cual estaban pasando el reportaje de un asalto. A pesar de eso, solo pasaban el reportaje y no daban algún indicio de que día era, fastidiado por ello agarró su celular, el cual era su última esperanza. Con golpes hacia su pantalla, Dylan intentaba prenderlo, pero este no cedía.

¡¡Esta porquería!!

Sin embargo, tras hacerlo varias veces logró su cometido y el celular reinició sus funciones. Y claramente en la pantalla principal indicaba que el día en el cual estaba era el Martes que no creía llegar a salvo.

—P-por fin...estoy acá.

Exhalando el aire que tenía dentro Dylan presionó sus puños con fuerza y cerró sus ojos, haciendo una tonta pose de victoria. Todo tenía un fin, incluso si el camino tuviera lava o rocas puntiagudas, él lo pasaría sin problema alguno. O eso era lo que pensaba dentro sí, pero justo eso lo que lo heló, no le era posible olvidarse de tal persona, incluso si se hiciera el loco lo tendría en su cabeza, causándole pesadillas sin fin.

B-Blacker...no apareció.

Toda la tranquilidad que pensó tener fue borrada cuando el nombre de esa persona le vino en la mente, se le hacía aterrador que él no haya venido la noche anterior, justamente cuando sería su primer encuentro. En su intento de suspirar, alguien abrió la puerta de la sala. Vestía unos pantalones negros y una blusa azul, su cabello largo y teñido de un marrón oscuro debido a los largos años que la acompañaron no quitaron su belleza. Con una bolsa de pan en su mano y con la otra sosteniendo un par de llaves, entró a la sala y dejando todo ello, entró a su cuarto.

—Allí tienes pan, calienta el agua y toma tu desayuno, rápido que es tarde.

Anonadado y sin cuestionarle nada, accedió a lo que le ordenó.

—¡E-está bien mamá!

Recogiendo su celular y el artefacto, Dylan se dirigió a su cuarto donde guardó en el armario el『Reloj del tiempo』mientras levantaba a gritos a Mateo.

¡Despierta Mateo! ¡Ya es tarde!

Inclusive en tales momentos, su preocupación no era en vano. Si bien era cierto que Blacker no llegara y que en ese instante toda su familia estuviera bien, ¿están relacionado? Los pensamientos de Dylan cada vez se volvían más pesimistas, desde un intento de secuestrar a su familia o que María estuviera involucrada en alguna asociación de viajes en el tiempo. Ya nada sorprendía a Dylan. Ignorando tales pensamientos, él corrió en la sala mientras se cambiaba y tomaba desayuno.

Martes 9 de Octubre del 2018— 07:42

La fría brisa mañanera soplaba mientras Dylan caminaba al colegio. El camino no era tan lejano, solo tenía que tomar un autobús que lo llevaría durante 10 minutos, luego de eso, caminaría una calle transitada que le demoraba 4 minutos. A pesar de eso, Dylan se sentía cómodo en ese lugar ya que allí había hecho sus primeros amigos.

Amigos, me pregunto, ¿qué de diferente sería si ellos me hubieran ayudado?

Pasar aquel bucle le demoró unas 9 iteraciones con 2 noches seguidas intentando sacar información de Blacker, quien aun seguía desaparecido. No le era fácil ocultar su miedo, le inquietaba cada vez que Mateo intentaba entrar a la cocina o cuando María se retiró a su casa. Dentro de sí, sabía que ella y Mateo aún estaban desprotegidos. Él, por esa razón, quería proteger a todos los seres queridos que aún seguían con vida; sin embargo, entendía más que nadie que el mismo era débil, sumiso y que no podía hacerlo por cuenta propia. Además de eso, existía otro dilema más.

Yo soy pobre, era verdad.

La pobreza. Este era uno de los problemas más comunes en las familias de clase media para abajo, la falta de recursos de segunda, tercera o hasta primera necesidad eran lo que uno encontraría normalmente en aquellos hogares. No les era fácil vivir en tales condiciones, a pesar de que vivan en el imperio de Messierk, el Estado se colocaba una venda en los ojos e ignoraba a los pobladores de aquellos lugares.

Ser pobre es una molestia.

Y esto Dylan lo empezó a notar en la primaria, sus amigos llevaban los mejores juguetes y consolas, él siempre se quedaba callado o sonreía diciendo『Genial por ti』o cuando estaba enojado no le quedaba más que aceptar su realidad. Mateo no fue la excepción, él también pasó por ello. Desde entonces, Dylan se dio cuenta que la amistad inicial se juzga según que tengas o también por quién eres. La mayoría de las personas respetaban a los que aprobaban con una excelente nota los exámenes.

Nada fue fácil.

Pese a todo, Dylan jamás juzgó a sus padres, ya que él mismo sabía cómo ellos se esforzaban trabajando durante todos esos años. Eran pocas las veces que ellos estaban en casa, mayormente se debía a que en su trabajo le pedían que se quedaran hasta tarde.

—Yo cambiaré esto, la lotería, la ganaré.

Si bien era cierto que su plan era ganar la lotería, el premio que iba a tener no sería el mayor, ya que eso sería muy sospechoso para la casa de apuestas. Lo que Dylan tenía en mente era llevarse solo el premio medio, el total no sabía cuánto era, pero con lo que veía en la televisión comprendía que sería más que suficiente para su modo de vida. Con la mente en el análisis de su plan, no pudo ver a las dos personas que se acercaban a él, pero sí pudo escuchar el cómo gritaban su nombre.