Miércoles 17 de Octubre del 2018— 11:27.
En solo dos minutos Dylan sintió como toda su vida se iba al infierno, con la policía culpando de asesinatos que no cometió, solo pudo quedarse parado mirando como nadie creía en las cosas que gritaba. Con la garganta seca y los labios humedecidos con la poca saliva que le quedaba, decidió guardarse sus explicaciones en el lugar donde iban a llevarlo. Un par lo escoltó mientras que los demás lo vigilaban, todos dirigiéndose hacia las patrullas que estaban fuera del colegio, la tensión en el aula se volvió muy inestable debido a ello y los rumores se expandían como un virus,
— ¿E-Esto es legal? ¡Solo tengo 17 años!
—Cállate, te irá mal.
Él no podía ocultar su miedo, se notaba a simple vista que se hallaba temblando, sudando y no pensaba con la claridad suficiente como para increpar a los oficiales. Mientras bajaban las escaleras, los estudiantes murmuraban en voz baja, otro lo maldecían, unos grababan, pero lo común en todos, fue el miedo que tenían en él. Nadie creía a Dylan.
— ¡Esto es un malentendido! ¡Yo no hice nada! ¡No hay pruebas! ¡Créanme!
En respuesta, hubo abucheos de varios, en principal de Renato que junto con los demás, hasta escupían en su dirección. En la puerta de salida estaban varias chicas, una de ellas, Lorena, evitó ver cómo se lo llevaban. De esa manera, Dylan se dio cuenta de algo, él estaba solo en esto. Era muy probable que Iván ya no creyera en él tras esta acción de la policía.
La desesperación ya lo había carcomido por completo.
Miércoles 17 de Octubre del 2018— 11:49.
El camino hacia la comisaría fue silencioso, aunque Dylan podía rogar por su vida, era en vano, él había visto programas de televisión y sabía que la pena, no serviría para nada en situaciones como esas. Cuando llegaron, el lugar estaba repleto de periodistas y personas que pasaban por allí. Todos miraban hacia Dylan como un criminal más, el imperio en sí era un lugar donde la delincuencia existía, pero con las medidas cautelares que tomó el emperador de entonces, la pena de muerte asustó a gran mayoría de los asaltantes.
— ¿Por qué los mataste?
— ¿Mataste por dinero?
— ¿Sabes cómo te dicen?
— ¿Eres consciente que mataste a tu familia?
—¿A qué se debieron los asesinatos?
—¿Fue por la herencia que ibas a poseer?
Las preguntas de los periodistas hicieron eco en la mente de Dylan, lo torturaban sin darse cuenta, pero eso mismo le dio fuerzas para defenderse. Nada de eso era real.
— ¡Yo no los maté! ¡Crean—
Un policía tapó a Dylan con su cuerpo y evitó que él terminara de hablar.
—Permanece en silencio, es mejor.
— ¡Pero...!
—Qué fastidio eres, hazme caso.
¿Es este un consejo o está perjudicándome más?
Al no saber nada, Dylan decidió permanecer en silencio y sólo seguir caminando, pensando en cómo enfrentaría a las personas que creyeron que fue su culpa. De esa manera llegaron a un cuarto especial, en ese lugar se encontraba alguien sentado en una silla frente a la mesa, él llevaba lentes, poseía una mirada filosa y un traje gris que lo hacía ver como una persona de alta alcurnia. Sin decir nada, dejaron a Dylan frente a él.
—Buenos días, soy el detective Raund.
Con un saludo frío y una peculiar sonrisa, aquella persona sonrió a Dylan.
—No tiene nada de buenas, ¿qué hago aquí?
Con un rostro lleno de sorpresa, el detective se levantó y en silencio, se acercó a su ventana, donde cerró las persianas que daban con la avenida principal.
—Chico, ¿por qué mataste a tu familia y amigos? Hasta tu mascota, ¿no?
Sin mirar a Dylan, aquel detective preguntó algo que provocó en Dylan una gran furia.
—No los maté, no sé porque me trajeron acá a la fuerza, dame pruebas de que lo haya matado. Esto es injusto, sabe que soy menor, ¿ver...
—Como tú quieras.
Sin dejarlo terminar de hablar el detective sacó de su bolsillo una bolsa transparente que llevaba dentro un par de balas.
— ¿Qué tienes esas balas?
—Tienen fragmentos de tu ADN en él.
— ¿D-De qué hablas? ¡Yo no disparé nada!
Era cierto, desde la perspectiva de Dylan él solo tocó el cuerpo de sus padres y el de Mateo, al único que asesinó fue a Chispas y eso mismo fue con un cuchillo. Las declaraciones de aquel detective perdían sentido si creyeran a Dylan, pero...
—Mientes.
—No, no, yo estaba comprando, cuando llegué ellos ya estaban...
A pesar de que ya habían pasado varios días no aceptaba la muerte de nadie. En la conciencia de Dylan aún poseía oportunidad para salvar a todas las personas, pero ese mismo silencio fue el significado de dos cosas para el detective.
—Hay un video de la cámara de vigilancia en un poste y demostró que tú estabas antes de la hora del asesinato, saliste después a comprar y volviste, donde decidiste matar a tu perro porque él vio como mataste a tu familia y seguía vivo.
— ¡Imposible! ¡Yo no estuve allí! ¡Déjeme ver ese video!
Él accedió y otro oficial llegó a su lado, el detective le susurró algo en su oído, eran tan silencioso que no dejó que Dylan escuchara. El oficial se acercó a un televisor que estaba cerca y lo prendió, mientras él estaba programando el video, el detective preguntó.
—Escuche que ganaste la lotería, ¿no?
—No, no fui yo, fue mi primo, además, ¿qué tiene que ver eso?
El detective sólo pudo reír de manera tan molestosa para Dylan, él no entendía el porqué de esa risa, pero la malicia que percibía de él era tan negra que lo asustaba.
— ¿Qué es tan gracioso?
El detective terminó de reír y miró a Dylan con unos ojos lleno de orgullo.
—Es porque tú quisiste todo el dinero para ti, ¿cierto?
—No... ¡es imposible! El dinero lo ganó mi primo, ¿por qué piensa que...
—Eso también es falso.
Esta vez fue distinto, las palabras que pronunció Raund sonaron tan escalofriantes que dejaron una sensación de miedo en Dylan.
Editado: 09.12.2020