Reino de héreoes y dragones

6. Atenta a las señales

El bosque estaba tan silencioso e imperturbable como siempre. Maya había salido de su pequeña casa, no más pintó el amanecer, haciendo su camino hasta su estanque favorito dentro del bosque. 

Hacía mucho tiempo que había dejado de temer al silencio, las sombras y las criaturas que por ahí rondaban, sin embargo, sabía que más adentro, cruzando la frontera que ella misma se había impuesto, el bosque se convertía en algo totalmente diferente, algo perturbador que ni siquiera Ciry era capaz de atravesar. 

Las razones que la habían llevado hasta ahí aún no las tenía del todo claras. Por una parte quería comprobar si todo aquello con la criatura había sido en realidad un sueño y por otra parte tenía unas enormes ganas de hablar sobre lo sucedido, tanto en su sueño como en el Umare, con Ciry, había sido ya casi una semana desde que todo ocurrió y ella no había visto a la elfo.

Sus pasos se detuvieron frente al lago y su cuerpo se relajó al notar el cabello azul y el cuerpo esbelto que flotaba boca arriba en medio de este. De inmediato una sonrisa se asomó en sus labios y con pasos sigilosos empezó a caminar hacia donde la hembra se encontraba, pero como era de esperar el oído inmortal de la elfo pudo más que su sigilo.

— Eres tan ruidosa como un bebé dragón, Maya.

Rodando los ojos terminó de atravesar el tramo que las separaba y esperó a orillas del lago a que su amiga diera vuelta hacia ella. En un parpadeo tuvo los ojos aguamarinos de la elfo viéndola risueña desde el centro del lago.

—¿Hoy soy un bebé dragón? porque la última vez dijiste que era más ruidosa que un duende borracho.

La esquina de la boca de Ciry se elevó en lo que pudo ser una sonrisa y luego, como si se hubiese acordado de algo sumamente gracioso, su rostro se partió en dos y sus ojos se quedaron fijos en ella.

— Tan ruidosa como un duende borracho a bordo de un bebé dragón. Debes aprender a ser sigilosa, Maya, podría salvarte el pellejo dentro del torneo.

Bueno, era un hecho que ya no tenía por qué preocuparse en pensar la manera de abordar el tema y definitivamente  la sutileza no era lo de Ciry. La ceja oscura de la hembra se inclinó en su dirección y Maya sintió como un suspiro involuntario escapó de sus labios mientras hundía los pies, aún dentro de sus sandalias, en el agua fría del lago. 

En sus adentros se sentía mal por haber ido hasta ahí para contar cómo se sentía a la elfo en lugar de hablar con Theo, pero es que sabía que aún cuando Theodore era su mejor amigo, habían cosas, principalmente las relacionadas con la magia, en las que su ayuda era limitada. 

En cambio cuando conoció a Ciry hace ya tres años, había sido como si un velo hubiera sido arrancado  de sus ojos, la elfo nunca cuestionó sus preguntas ni su interés por la magia, al contrario parecía muy entusiasta a que ella aprendiera cada vez más.

— Bueno, parece que las noticias vuelan. — Fue lo que se decidió por decir finalmente antes de dejarse caer a la orilla y empezar a quitar los lazos en sus sandalias.

— Era el dios de luz, por supuesto que la noticia iba a volar. Toda la villa inmortal y ciudades vecinas se enteraron de su llegada tan solo minutos antes de que arribara.

Aunque eso no la debería sorprender, lo hacía. Se demoró más de lo necesario con los nudos de sus sandalias mientras pensaba cuidadosamente en la pregunta que quería hacer.

Al final decidió hacer lo mismo que Ciry y dejar de lado la sutileza.

— ¿Saben todos de…  mi momento de entusiasmo?

La mirada de la elfo se suavizó y Maya supo de inmediato cuál era la respuesta y lo odió. Se sentía estúpida y sabía que eso era, muy seguramente, lo que todo Ormon estaba pensando que era. Con un gruñido llevó las manos hasta su rostro y dejó escapar un grito de frustración. Estaba jodida y lo sabía.

— No es tan malo cómo piensas, Maya.

Separó los dedos aún sobre su rostro y fijó la mirada en su amiga, preguntándole sin palabras cómo era que esta situación podría no ser tan mala, porque como ella lo veía estaba embarrada hasta el cuello. Su mamá aún parecía molesta por su momento de imprudencia, se lo decían sus ojos cada vez que la veía.

—No eres la única que siente molestia por la noticia del torneo y no me refiero solo a Ormon, Maya.

Eso sí que era toda una sorpresa, ella siempre había pensado que los demás territorios se sentían a gusto con todo lo que tenía que ver con los dioses, al fin y al cabo ellos estaban presentes de alguna manera en sus vidas, cosa que no pasaba en Ormon.

—Explicate, por favor.

Ciry se sumergió y desapareció de la vista de Maya, solo para aparecer segundos después emergiendo a la superficie y saliendo del lago. Sus ropas estaban desparramadas sobre una roca lisa y el elfo las cogió y fue cambiandose mientras le dedicaba una mirada evaluadora que Maya no terminó de entender del todo.

—Los vientos se están agitando, Maya. Y este torneo o lo que sea que es en realidad solo ha revuelto más las cosas. — A Maya no le pasó por alto el hecho de que Ciry pusiera en duda la veracidad del torneo y sea dicho, la palabra de los dioses—  No te voy a mentir, la mayoría de la gente está extasiada con la idea, pero otros pocos, esos que no se benefician de los favores de los dioses  o no tienen riquezas, están ariscos. Cosas raras han estado pasando.




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