Reino de héreoes y dragones

15. Vencedores

Maya, al igual que los dos chicos a su lado tenía la vista clavada en los participantes que se encontraban saliendo del bosque, quienes para su sorpresa eran los mismos que habían llegado a las jaulas cuando ella trataba de hacer entrar en razón a su dragón —  Iskra —  El recuerdo del hermoso animal llegó hasta Maya y la duda de ¿que había sido de él? se instaló en su cuerpo.

—  Bueno parece que estamos completos —  Susurró Zyan a su lado.

— Ya era hora. — dijo Brice desde el lado opuesto. El chico se veía terriblemente aburrido y no había dejado de quejarse de lo demorado que estaba siendo todo.

Aunque el chico le cayera supremamente mal, Maya tenía que aceptar que ella también estaba empezando a desesperarse, la noche ya estaba cayendo de lleno en Oguen, y ella aún  no había podido hablar con su madre. Eso sin agregar que se estaba muriendo de hambre. Podía escuchar perfectamente el sonido de sus tripas rugiendo en su estómago. Lo único que les habían dado desde la espera era una pimpina de agua a cada uno y a ella ya no le quedaba ni una gota.  Así que  simplemente se limitó a quedarse callada y esperar que los dioses dijeran lo que fuera que fuesen a decir, para poder irse a donde su madre y llenarse la tripa con algo de comer. 

En eso los dos nuevos vencedores entraron en el círculo. La chica llevaba el pantalón azul totalmente destrozado en la parte inferior y una herida grande se asomaba en su pantorrilla, el chico junto a ella le servía de apoyo para caminar mientras se acercaban a donde el resto se encontraba.

—  Hola —  El muchacho les regalo a los tres una sonrisa cansada cuando llegó junto a ellos.  

Se veía bastante golpeado igual que todos los demás, llevaba el cabello a ras de la cabeza en un tono entre el negro y el castaño y sus ojos oscuros los estaban observando a todos con curiosidad. El primero en estirar una mano en su dirección fue Zyan, quien a pesar de apestar a estiércol y estar lleno de barro, parecía no perder energía en absoluto.

—  Hola, yo soy Zyan y ella es Maya —  El chico señaló hacia donde Maya se encontraba y la chica levantó una mano a modo de saludo. Al instante, Brice hizo salir un sonido de su garganta desde el extremo opuesto, haciendo que Zyan pusiera los ojos en blanco —  Ah y ese de ahí es Brice.

El recién llegado les dio una mirada a los tres y estrechó la mano estirada de Zyan.

—  Yo soy Tobias y ella es Marla.

El chico parecía tener intenciones de seguir hablando, pero pisadas resonando a sus espaldas  hicieron a los cinco darse la vuelta. Los dioses se encontraban avanzando hacia ellos. Maya no pudo evitar notar que los cuatro se veían algo cansados, fatigados, y la sola revelación la sorprendió. Nunca pensó que ellos podían sentir cosas tan humanas como el cansancio o la fatiga, de alguna manera ella siempre los imaginó de una manera más grandiosa.

Los dioses se posicionaron frente a los vencedores sin decir una sola  palabra. Maya estaba empezando a ponerse inquieta frente al escrutinio de los cuatro seres supremos, que parecían  no tener intenciones de abrir la boca; su peso lo pasaba de una pierna a la otra mientras y cada vez se le hacía más difícil disimular su desespero. No entendía a qué venía tanto misterio y estaba a punto de hacerles ver su desconcierto cuando Tristan habló.

—  Ustedes serán quienes representen a su territorio en el torneo de los dioses — La voz del dios era pausada y grave. Resonaba en el aire como el único sonido —  Mírense bien porque a partir de mañana serán rivales en la competencia.

— ¿Mañana? — El ceño de Maya se frunció al instante al escuchar al dios y la pregunta se resbaló de sus labios sin autorización.

La mirada que Tristan le dio le demostró que no le había agradado en absoluto que lo hubiesen interrumpido. 

— Si, mañana. ¿Tiene algún problema con eso? pensé que se encontraba entusiasmada por iniciar — El tono sarcástico y socarrón se filtraron en cada una de las palabras del dios pero aun así no lograron calmar la rabia en ellas.

Maya se encargó de morder su lengua y apretar la mandíbula para evitar dejar salir la sarta de groserías que estaban picando en su lengua por salir.

— No. Simplemente quería ver antes a mi madre. — Maya no sabía si él estaba esperando realmente una respuesta de su parte, pero igualmente se la dio.

La mirada del dios pareció suavizarse un poco ante sus palabras, pero cambio tan rápido que Maya estaba dudando si realmente eso había pasado, pues la máscara de seriedad estaba invadiendo su rostro nuevamente, pero antes que Tristan pudiese hablar, alguien más se le adelantó.

— Todos tendrán oportunidad de ver a su familia — Esta vez fue Regan quien les habló. Su voz melodiosa y pausada hacía que el cuerpo de Maya se relajara.

— Eso era lo que estaba a punto de decir — Interrumpió de pronto Tristan al dios — Si no me hubiesen estado interrumpiendo — Los ojos dorados del dios parecían botar chispas y se dirigieron hacia donde Maya estaba.

La mirada que el dios le estaba dando, hizo que Maya se encogiera en su lugar y tragó en seco para pasar los nervios que la estaban invadiendo en el momento. De alguna manera ella había podido sentir el poder del dios dentro de ella y todo su cuerpo había parecido vibrar ante ello. Había sido aterrador.




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