Había tanta gente en el lugar que casi era invisible a los ojos de los guardias y guerreros, eso era un punto a su favor para cuando llegara el momento de salir del palacio y entrar al bosque. Ella no había tenido tiempo de contarle a Theo nada de lo que Anjana le había dicho y sentía que el secreto la estaba consumiendo, tal vez por eso sentía la necesidad de hablar con él. Siguió avanzando, observando de cerca a las ninfas y preguntandose si Etria estaría en algún lugar del jardín y de ser así por qué no le pidió verla en el castillo.
Cuando llegó hasta la mesa de Theo, él se encontraba de espaldas a ella mirando al acompañante de Brice que seguía moviendo sus manos de manera perturbadora, Maya no dudo en tocar el hombro del chico haciendo que el hombre dejara de hablar y Theo voltera a verla.
La imagen viva del alivio era lo que se reflejaba en el rostro del chico, quien al verla no dudo en ponerse de pie y abrazarla con fuerza contra su cuerpo. Ella ni siquiera dudo en devolverle el gesto, era algo tan natural entre ellos que sus brazos se movían solos alrededor de la cintura de él.
—He estado escuchando las distintas maneras que hay de matar a alguien con las manos, Maya, creo que voy a enloquecer.
La voz de Theo se escuchaba angustiada y Maya tuvo que contener las ganas que tenía de reírse, porque sabía que él realmente la estaba pasando mal.
—Bueno, al menos trata de memorizarlas, puede ser que nos sirvan más adelante.
Theo la separó de su cuerpo y la miró con el ceño fruncido. Todo en su rostro estaba serio y los labios de Maya temblaban por dejar salir la risa que estaba conteniendo.
—¿Crees que vas a tener que matar a alguien?— Las palabras salieron pausadas de los labios de Theo y Maya tuvo que aceptar que hasta ese momento no había pensado en eso, pero ahora no podía simplemente descartar la posibilidad.
La risa se esfumó por completo y en su lugar una angustia desconocida se plantó en su cuerpo— ¿Sería posible que en las pruebas tenga que matar?— Sus ojos se posaron en los de Theo y sin necesidad de hablar ella sabía que ambos estaban pensando lo mismo. Era algo que hacían desde que eran pequeños. Se conocían demasiado bien.
Cuando Maya se preparaba para abrir la boca y contestarle, notó como los ojos de Theo se desviaron a su espalda y se abrían con nerviosismo, solo tres segundos después sintió el agarre firme en su brazo y no tuvo que mirar para saber de quién se trataba.
—¿Qué estás haciendo, Megalone?
William estaba enojado. No tenía que ser una bruja o alguien decírselo para darse cuenta de ello. El agarre en su brazo y la quijada apretada eran suficientes para que ella lo pudiera deducir por sí misma. Él ni siquiera esperó por una respuesta cuando empezó a jalar de ella para regresar a su puesto. La cabeza de Maya se giró hacia Theo y se dio cuenta de que no le había podido decir nada.
Sin dudarlo estiró uno de sus brazos y agarró a un desorientado Theo para acercarlo a ella. Cuando lo tuvo enfrente pasó el brazo por el cuello del chico simulando que lo abrazaba y llevó sus labios a su oreja.
—Etria está aquí.
Theo se separó de ella y la miró con ojos muy abiertos. Maya sintió nuevamente el tirón del brazo y dando una última mirada a Theo se dejó arrastrar por el guerrero de regreso a su lugar.
—No entiendo cual es tu problema con seguir las reglas. No es demasiado difícil permanecer en tu lugar.
William iba despotricando durante todo el camino, mientras intentaba esquivar la multitud de personas y llegar a la mesa de los participantes, pero Maya no estaba escuchando lo que decía, su mente se encontraba en las palabras de Theo ¿Tendría que llegar a matar? o más bien ¿podría ella matar a alguien? si se lo preguntaban en ese preciso momento la respuesta sería que no. No sería capaz de hacerlo, pero no estaba segura de que podría pasar si su vida se encontrara en peligro.
Ya podía ver la mesa con los demás competidores, William continuaba murmurando algo a su lado y Maya empezó a sentir el picor en su nuca de ser observaba. Sus ojos se movieron por los distintos rostros creyendo que vería a Etria, pero cuando inclinó la mirada se dio cuenta que no se trataba de la ninfa. El dios Kieran tenía los ojos puestos sobre ella. Su mirada era dura, escrutadora; como si él la estuviera culpando de algo muy malo, Maya no pudo aguantar la mirada y retiró los ojos con el corazón latiendo fuerte dentro del pecho.
—No vuelvas a levantarte de tu lugar, ya empezaran a llamarlos.
Maya asintió torpemente en dirección a William y se sentó en su lugar. Podía notar que Zyan estaba viéndola con el ceño fruncido, se imaginaba esperando a que ella le dijera algo, pero de sus labios no salía nada. Aún sentía el corazón latiendo fuerte en su pecho. La manera en que el dios la vio… Ni siquiera Tristan la había visto de esa manera cuando la reconoció en la prueba de selección.
Algo en ese dios no le gustaba. Ella había estudiado mucho sobre los dioses y su magia en los libros y en cada uno de estos era de Kieran de quien menos se hablaba. Se decía que él era quien menos se mostraba en público, vivía recluido en los desiertos. Aunque siempre se hacía alusión al poder que tenía, el cual Maya no tenía claro en qué consistía. Se decía que era peligroso y esencialmente, se proyecta como una entidad que no es del todo malvada en sus caprichosos propósitos, y sin embargo particularmente intrigante en sus crueles acciones con las que en algún momento se disputó el poder con Tristan saliendo este último vencedor. Pero todo eso son solamente suposiciones.