Reino de héreoes y dragones

49. Duelo de mestizos

Maya no sabía si debería estar aliviada o aterrorizada por ser quien se enfrente a Ross. Una parte de ella ni siquiera se sentía sorprendida y, por la mirada que Anjana tenía, podía decirse que la hada también se lo esperaba. Sin embargo, eso no evitaba o cambiaba los hechos. Él iba a intentar destruirla. Aunque no lo habían dicho, y él tampoco lo había insinuado, Maya tenía la certeza de que Ross sabía de sus poderes, pero no conseguía entender cómo lo averiguó. Ni siquiera William se había dado cuenta.

Las manos de Zyan apresaron la suya y cuando llevó los ojos a su rostro, la mirada angustiada y aterrada del chico frente a ella casi la desarma. Ella sabía que él quería ocupar su lugar, pero eso era algo que ella nunca le permitiría.

—Voy a estar bien, Zyan— Su voz, pese a los nervios y al creciente miedo, salió más firme de lo que podía esperar.

Los ojos verdes de Zyan no dejaban de verla. Tenía la quijada apretada y las manos cerradas con fuerza sobre las suyas. Era la viva imagen de la frustración. Ella sabía que él estaba buscando alguna manera de evitar lo inevitable y  entonces se dio cuenta que tenía ganas de besarlo. No sabía si iba a salir de aquella prueba y no volvería a tener  la oportunidad de probar sus labios otra vez, así que ignorando el ruido a su alrededor, los cientos de ojos puestos en ellos y la sonrisa burlona de Ross al otro extremo, se puso de puntillas y pegó sus labios a los suyos.

No puede decirse que fuera un beso, pero tampoco había sido nada. De hecho había sido lo suficiente para lograr que él bajara la guardia y ella pudiera avanzar al centro de la arena, justo a donde el mestizo aguardaba. Anajana venía pegada a sus talones.

—Eso ha sido totalmente imprudente— La regañó nada más empezaron a avanzar— Les estás mostrando en bandeja de plata todo lo que te importa y ellos lo van a aprovechar.

Anjana estaba tensa. Maya lo notaba por la manera tan recta en que se encontraba su espalda y la manera frenética en que sus ojos valoraban todo a su alrededor, estaba a punto de decir algo que posiblemente la terminaría de disgustar, cuando la hada empezó a hablar nuevamente.

—Debes mantener ojos y oídos atentos en todo momento, no creo que esto haya sido una coincidencia— Maya giró la cabeza para ver a la hembra a su lado, si esto no había sido una coincidencia entonces….No tuvo oportunidad de preguntar porque Anjana decía cada cosa a la velocidad del rayo, mientras sus pies seguían avanzando hacia los dioses— Él buscará la manera de hacerte sacar tu poder para ponerte en evidencia, no lo hagas a menos que sea tu última alternativa.

Cuando solo las separaban dos metros de distancia de los dioses, Anjana dio media vuelta y la tomó de los hombros.

—El poder te pertenece, tu eres quien lo controla, Megalone, no lo olvides. Será lo que tu quieras que sea.

Y con eso volvió a caminar y cortó la distancia que la separaba de los dioses, la urna y Jack Ross, dejándola aún más desconcertada.

Estar de pie frente a los dioses fue peor de lo que se esperaba. Podía sentir la mirada curiosa de Reagan fija en ella y la ira latente de Kieran a la espera por estallar en su dirección al mínimo movimiento y eso era sin meter la muerte inminente que prometían los ojos de Tristan y Romy, los únicos que parecían ajenos a su llegada eran Kadir y Tays, así que Maya se encargó de mirar únicamente a la diosa, mientras escuchaba las indicaciones de los dioses.

—...cualquiera de los participantes es libre de rendirse en cualquier momento de la prueba, eso le daría el triunfo de manera inmediata a su oponente —Maya se atrevió a darle una ojeada al dios Tristan y se sorprendió de ver en su semblante una sombra de agotamiento— No se puede matar al oponente, solo desarmar e inmovilizar hasta obtener la victoria.

Maya estuvo a punto de echarse a reír ahí mismo. Hace menos de una hora al menos dos participantes estuvieron a punto de ser partidos por la mitad, o mutilados de gravedad por las trampas que los dioses pusieron en la arena, pero ahora dicen que no se puede matar. Es absurdo. Cuando se atrevió a echar un vistazo a su oponente, se arrepintió en el acto de haberlo hecho. Jack Ross la estaba viendo cómo si ella fuera el bocadillo que ha estado esperando comer por años. Y por la manera en que su sonrisa se curvaba y sus ojos la quemaban, Maya estaba segura que el "no matar" de Tristán había sido totalmente ignorado.

Demasiado pronto los dioses volvieron a elevarse en el aire y Maya fue guiada hasta el otro extremo del coliseo, donde William la esperaba en la entrada y le mostró una pared llena de armas.

—Puedes escoger dos para llevar contigo. Escoge bien.

Maya miró con atención la pared, habían dagas, puñales, espadas, lanzas, arcos, cuerdas y otra cantidad de armas de las cuales desconocía el nombre. Se debatió por unos segundos si debía escoger la cuerda por mera supervivencia, pero decidió desechar la idea, si iba a enfrentarse a Ross, necesitaría estar armada. Así que tomo una espada y se ajustó a la espalda el arco con flechas.

El asentimiento de aprobación de William no lo pasó por alto, así que sintiéndose un poquito más confiada se encaminó hacía la entrada, pero antes de atravesar, la mano de William sujetó su brazo.

—Cuida tus pasos y por los dioses, Megalone no caigas en sus provocaciones, esa será su táctica. Eres mejor que eso.




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