Aunque Maya no tenía idea de cómo había hecho aquello, la sola cara de estupefacción de Ross le supo a victoria. Y, aprovechando al máximo el factor sorpresa, levantó su espada y poniendo en práctica todo el entrenamiento del último mes, lanzó una estocada al costado descubierto de su oponente. Si sus reflejos eran buenos, entonces los de Ross eran impresionantes, se había movido como un gato salvaje en el momento en que la espada estuvo a punto de tocarlo. Antes de intentar hacer siquiera otro movimiento, Jack había desenvainado su propia espada y estaba arremetiendo contra ella.
El impacto del acero contra el acero le hizo rechinar los dientes y el esfuerzo sobre su brazo herido casi le saca un grito de dolor, pero soportó estocada tras estocada. Su espada estaba lista para recibir el impacto. La sonrisa en el rostro de Ross no disminuyó ni un centímetro mientras atacaba una y otra vez en su dirección haciéndola caminar cada vez más hacia el cráter de lava donde la tierra se había abierto minutos antes. Enterrando con fuerza los talones en el suelo, irguió su cuerpo tal como Anjana le había estado enseñando y proyectando cada gramo de su fuerza en su espada respondió a los ataques, cuidándose no solo del filo de la espada, sino de sus pies en la arena minada.
—No pensé que elegirías la forma tradicional — La sonrisa extendida en el rostro de Ross era demencial mientras le hablaba, sin dejar de atacar en ningún momento, golpe tras golpe contra su propia espada — Debo admitir que me siento ligeramente decepcionado, esperaba ver más que un escudo de aire.
La única respuesta de Maya fue girar sobre su eje y lanzar un tajo limpio sobre el brazo izquierdo de su contrincante, logrando que un corte profundo se abriera en su vestimenta de cuero y la sangre roja empezara a gotear en el suelo rocoso. Por primera vez en la arena, una sonrisa genuina se formó en su rostro, mientras se deleitaba con la mueca de dolor en el rostro del mestizo.
—Parece que no todo es hielo después de todo, ¿eh?
La mirada de Ross le prometía una muerte lenta y dolorosa, pero ella no tenía ninguna intención de que eso sucediera, estaba cansada de ocultarse. Así que, lanzando una disculpa silenciosa a Anjana, invocó una rafaga de poder que revolvió el aire alrededor de Ross y lo encerró en un torbellino de viento, mientras ella corría con todas sus fuerzas hacia el frente, justo a donde el enorme agujero de lava se abría. Tomó impulso y se lanzó por los aires hacia el otro lado del cráter, al tiempo que tiraba un poco más del poder en su interior y, con un solo pensamiento, el mismo viento la elevó hasta dejarla en la seguridad de la roca más cercana, a un cráter de distancia de Ross.
Su cuerpo vibraba. Sus sentidos se sentían agudos, refinados. Era como si estuviera percibiendo el mundo por primera vez. Los gritos de la audiencia los podía escuchar tan claros que incluso distinguía voces conocidas en ellos. Miró una sola vez hacia atrás a donde un aturdido Jack Ross conseguía liberarse de su encierro y la miraba entre sorprendido y furioso, ella no le dio una segunda mirada antes de voltearse y seguir su camino hacia los nidos, justo a donde el huevo de dragón aguardaba.
No estaba avanzando lo suficiente rápido. No podía hacerlo sabiendo que el suelo podía abrirse en cualquier momento y dejarla hecha cenizas. Corrió en zig zag tratando de evitar volver a activar alguna de las trampas retorcidas de los dioses, cuando los gritos del público se elevaron a su alrededor. Sin detenerse, lanzó una breve mirada sobre su hombro y de inmediato su alma cayó hasta sus pies. Jack Ross estaba corriendo en su dirección, había creado un puente de hielo para cruzar el cráter y ahora corría como alma que lleva el demonio justo a donde ella estaba.
No sabía cuánto poder había que tener para hacer algo como eso, pero en cuanto la sonrisa maliciosa se formó en su rostro y lo vio dirigir su mirada llena de odio hacia ella, supo que debía salir de su alcance lo antes posible. Girando nuevamente hacia el frente volvió a emprender su carrera en zig zag, pero el descuido le costó caro, una aguja de hielo casi del tamaño de su mano se clavó a pocos centímetros de su cabeza en la roca que acababa de pasar. Definitivamente Jack Ross había ignorado la regla de matar.
Las agujas de hielo volaban entre sus piernas y su cabeza, sus pasos cruzados trataban de evitar el impacto, mientras la risa maliciosa de Ross se escuchaba cada vez más cerca. Los nidos, por otra parte, parecían alejarse con cada paso que Maya daba cerca del terreno arenoso. Forzó sus piernas a seguir moviendose, el sudor bañaba su espalda y el cabello se le pegaba a ambos lados del rostro. El agotamiento estaba haciendo mella en su resistencia, pero no podía permitirse parar, cruzó de izquierda a derecha por el camino tan rápido como pudo, cuando una ola de dolor le atravesó el cuerpo haciéndola caer y un grito desgarrador salió sus labios.
Sentía como si la pierna le hubiese sido prendida en fuego. Inicialmente creyó haber activado otro de los cráteres de lava de Kadir, pero en el momento en que miró hacia abajo se dio cuenta que no se trataba de lava o fuego en absoluto, por el contrario una estaca de hielo atravesaba su pantorrilla derecha. El frío del hielo era tan profundo que le quemaba la piel, podía sentir su sangre viscosa debajo del ropaje de cuero corriendo hacia sus pies.
Por primera vez su fuerza flaqueó, cuando un sollozo escapó de sus labios y con manos temblorosas tanteó la zona en que la estaca sobresalía de su pierna, solo para que un nuevo grito de dolor saliera libre de ella. No podía levantarse, sentía como si el frío de la estaca le estuviera consumiendo el hueso entero. Tomando la espada entre sus manos rasgó la tela del pantalón hasta dejar la pantorrilla al descubierto y tal como lo sentía, la pierna estaba tomando un color morado, mientras el frío avanzaba por su piel.