Año Caxacius, Mes de la Hoguera, día 18
16:46 horas
Inmediatamente al sonar la última campanada, sus oponentes arremetieron contra ella.
De igual manera, las flechas comenzaron a volar.
Escuchó gritos desde el piso superior y luego dos hombres estaban aterrizando en el suelo a unos cuantos metros de ella, doblando las rodillas y rodando inmediatamente para amortiguar la caída; uno de ellos no se incorporó por completo, haciendo un brusco movimiento de brazos, pero ella ya se había puesto en movimiento al vislumbrar un destello en sus manos, esquivando las dagas que se dirigían velozmente hacia su torso y levantó su arco contra el otro hombre, que corría hacia ella blandiendo una espada corta.
Disparó una.
Dos flechas.
Alcanzaron rápidamente sus objetivos, justo en el blanco que los hombres llevaban mientras intentaban llegar a ella. El hombre que corría hacia ella se frenó bruscamente y cayó al suelo.
Ignoró las miradas molestas que le lanzaron, manteniendo la concentración en los que quedaban y se acercaban cada vez más.
Un hombre muy alto se dirigía a ella al frente pero también escuchó pisadas a su espalda. Cuando se dio la vuelta encontró a otro par, rodeándola.
Alzó el arco y disparó, la flecha alcanzando el blanco justo cuando uno de ellos lanzaba un objeto que no pudo reconocer, y ella se arrojó al frente, su alta y ágil figura rodando y evitando recibir el impacto, aunque unas flechas se salieron de su lugar en el carcaj y se esparcieron en el duro suelo de piedra.
Aquél objeto siguió su curso y en su brillante superficie se reflejó la luz del sol, que comenzaba a ocultarse tras las montañas, y al pasar cerca de ella escuchó el silbido que despedía al cortar el aire. Fue directo al hombre alto, que logró esquivarlo a duras penas y tropezó.
Ella, manteniéndose agachada, tomó una de las flechas que se habían caído y disparó, el confortante y familiar silbido de la flecha al ser disparada instalándose en su interior.
La flecha fue directo a la diana del hombre alto, que cayó al suelo con expresión embobada. Tomó otra flecha, girando en su lugar y la siguiente flecha fue al que le lanzó el extraño objeto.
Escuchó un gruñido cerca a la escalinata a uno de sus costados y, si no hubiera sido por las figuras que se dirigían a ella desde el piso superior e inferior, hubiera reído con suficiencia.
Se incorporó y apuntó hacia su próximo objetivo, la cuerda de su arco gimiendo por la fuerza con la que lo tensó. Con cada flecha que disparaba, preparaba su arco con una más y la dejaba volar rápidamente.
Muy pronto cada uno de los blancos móviles del piso superior y parte del inferior tenía una flecha sobre el tablón de su pecho, aunque intentaron ocultarse tras las columnas que sostenían el techo e hicieron todo lo posible por evitar que ella diera en el blanco.
Aun así, ella había acertado con precisión escalofriante.
La sangre en sus venas corría velozmente en mientras esquivaba los ataques y disparaba sus flechas, pero algo mucho más intenso en su interior estaba descontrolado ferozmente en respuesta a la situación de peligro que se enfrentaba, sin poder contenerlo.
Su pecho comenzó a calentarse y ella se sorprendió a su misma tomando una bocanada de aire, exigiéndose mantener la calma. En algún lugar de las murallas de su consciencia notó un tirón de alerta, igual de exigente que ella, y se reflejó con una molestia punzante en su nuca.
Haciendo caso, tomó dos flechas y disparó sin dudarlo, dándole a dos blancos a la vez, Jacob y otro sujeto que no reconoció. Aunque Jacob le lanzó una mirada asesina, ella no se perdió el brillo en sus ojos.
Con un gruñido molesto ella se abalanzó inmediatamente a un lado y se enderezó justo a tiempo para ver cómo un par de hachas pasaban girando por donde antes había estado su cabeza.
Tomó una última flecha y la disparó al tiempo que el estruendo de las puertas del interior del Salón siendo abiertas abruptamente y las furiosas voces provenientes de allí estallaban en el espacio.
La flecha se incrustó en el brazo de el muchacho que le dio el arco y flechas antes de comenzar, el mismo de donde habían provenido las hachas, quien lanzó un alarido de dolor y cayó al suelo en un instante.
Ella sólo miró con rostro de piedra al muchacho, quien contraía su rostro con dolor y se llevaba una mano hacia el brazo de donde sobresalía la flecha. Jacob se acercó corriendo a él, arrodillándose a su lado con los ojos muy abiertos, luego alzó la mirada irradiando ira hacia ella, que tenía aún el arco en la mano.
—¡Tú, ¿qué has hecho?! -reclamó Jacob mientras algunos de los que se encontraban más cerca se reunían a su alrededor.
—¡Tú cállate, Jacob! -era Zaire, que se acercaba a largas zancadas hacia ellos, seguido de cerca por Bastian, Floyd, Julian y el resto del Salón. Zaire no lucía nada feliz mientras se dirigía a Jacob, pasando junto a ella como un huracán-. Debió matarlo, al igual que a ti. Apártate.
Jacob se apartó de su camino, pálido como el papel, cediéndole el paso a Zaire para que examinara el brazo del muchacho tendido en el suelo.
La mayoría de los que estaban alrededor del chico eran los que habían participado en el ataque contra ella y ahora le miraban con reserva. Ella mantuvo su rostro impasible, y luego se enfocó en Jacob.
—Esas hachas fueron directo a mi cabeza -manifestó ella. Mientras hablaba, su gemelo y Julian se posicionaron a sus lados pero ella decididamente no los miró-, y todos lo notaron. Eso no era parte del trato, así no se hacen las cosas aquí.
—Y él vivirá -sentenció Zaire, levantándose del lado del chico sin suavizar su mirada-. Esa flecha fue para que aprendan a respetar sus tratos y los ejercicios dentro del Salón -luego, pasando la mirada por todo el grupo, añadió-: Es con todos. Llévenselo de aquí y limpien.
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Editado: 13.06.2023