Año Caxacius, Mes de la Hoguera, día 18
19:00 horas
Por un momento había pensado que posiblemente era un cazador merodeando por la noche en el bosque, pero tomó una flecha y alzó su arco con una firmeza que le sorprendió a ella misma.
No, aquello no era humano.
Unos brillantes rendijas aparecieron donde debería tener los ojos y antes de siquiera estremecerse, ella dejó volar la flecha, que cortó el aire con furia.
La criatura esquivó fácilmente la madera de ébano, moviéndose con una rapidez imposible.
La flecha solo había atravesado las sombras que la criatura dejaba tras de sí, siguiendo su curso y desapareciendo; ahora que se encontraba a pocos metros de distancia, ella se alarmó. Su caballo, antes inquieto, ahora con el repentino movimiento de la criatura fue presa del pánico y se levantó sobre sus patas traseras, relinchando escandalosamente.
Tomada por sorpresa, no tuvo tiempo de aferrarse a la bestia y cayó al suelo, quedándose sin aire en los pulmones por el golpe, su visión tornándose borrosa y todo su cuerpo protestando.
El ruido del frenético galope del caballo le hizo levantar la cabeza rápidamente y cuando miró, incrédula, descubrió que la gran figura de su caballo se alejaba a toda prisa de la criatura...
...Y también de ella.
Con un gemido e intentando recuperar el aliento, rodó sobre un costado, buscando su arco. Lo encontró a su lado, intacto.
Soltando un tembloroso suspiro, lo tomó, arrastrándose a un árbol cercano que le sirvió de apoyo para ponerse de pie forzosamente, las ramas y piedritas del suelo pinchándola.
Había un olor extraño que opacaba los aromas del bosque. Por encima del olor a humedad y el fresco abedul, un amargo y oscuro aroma le llamó, haciéndole levantar la cabeza.
Aquella criatura se acercaba sin emitir sonido alguno, prácticamente flotando sobre el suelo: sabía que era inútil correr, sería alcanzada en menos de un segundo.
Repentinamente, notó cierta calidez en su pecho y se permitió concentrarse en esa sensación, en el peso y calidez del colgante contra su piel, respirando profundamente para calmar su desbocado corazón.
Envió una silenciosa súplica a los Antiguos Dioses, a la Madre del Todo, a quien pudiera escuchar. Se negaba a que no le permitieran regresar a casa. Lo envió a lo más profundo de su ser, a aquél intrincado camino que, si lo deseaba, podía sentir cómo se extendía a través del cielo y la tierra, crepitando.
Buscó alrededor de los muros de su consciencia, encontrando el camino y palpando con una mano fantasmal antes de dejar ir su súplica. Era irregular y poco confiable, pero de todas maneras lo hizo. Podía ver el puente, pero la otra punta estaba demasiado lejos y no lograría cruzarlo a tiempo. No podría alcanzarlo.
Se llevó una mano al pecho, al lugar donde su colgante desprendía una reconfortante calidez. Al contacto notó algo curioso: un débil latido casi imperceptible, como un segundo corazón.
<<Voy a salir de aquí>>, se dijo a si misma, armándose de valor, <<ayúdame a salir de aquí>>.
Soltó el colgante y tomó una nueva flecha. Afortunadamente, tenía sus flechas de madera de ébano, y si surtían algún efecto en la criatura podría comprarle algo de tiempo.
La criatura disfrutaba con intimidarla y una repentina oleada de frío se llevó la reconfortante calidez de un segundo antes. Las sombras que se arremolinaban a su alrededor parecían absorber toda la vida por donde pasaba, y el único rastro que dejaba era el frío desolador.
Con un nuevo estremecimiento y decidiendo guardar su arco, notó que en el rostro de la criatura se había formado una horrible sonrisa, la abertura carente de labios abriéndose para dejar ver una hilera de irregulares dientes.
Estaba seguro de haber acorralado a su presa.
Pero ella no se consideraba una presa y si esa cosa pensaba que sí lo era, no se iba a dejar capturar sin luchar.
Casi podía escuchar, a su lado, palabras pronunciadas por una voz clara y suave, llena de confianza, la total seguridad de que estaba siendo escuchada. Palabras que marcaron el resto de su vida.
<<No te dejes capturar, nunca. Conviértete en el agua que se cuela bajo las puertas, el aire que se filtra por las ventanas, en el martillo que derrumba paredes. Pero no te dejes capturar>>.
Una sola vez en su vida la habían capturado, y les había hecho arrepentirse por haberle tocado un cabello.
Dobló las rodillas, preparada para abalanzarse hacia el árbol más cercano con una flecha fuertemente apretada en su mano.
Pero, antes de hacer cualquier movimiento, una gran sombra pasó por encima de su cabeza, silenciosa e impresionante.
La oscura y pesada figura aterrizó ágilmente frente a ella, obstaculizándole el paso a la criatura hacia ella.
Reconoció las brillantes marcas en el pelaje oscuro, y miró sorprendida mientras la pantera del lago emitía un profundo gruñido hacia la criatura a poca distancia de ellos, haciendo que sus huesos vibraran.
Su larga cola se movía lentamente, todo el cuerpo del felino a la defensiva y preparado para saltar; también le bloqueaba la vista tercamente hacia el otro ser, pero cuando ladeó la cabeza hacia ella, pudo ver claramente las intenciones en sus ojos fieros y brillantes.
Un momento después, mientras ella se ponía de pie nuevamente con cautela, la pantera desvió la mirada y se abalanzó sobre la criatura frente a ella, su poderosa figura chocando contra el muro de sombras y atravesándolo fácilmente como el papel.
El bosque, antes silencioso, se llenó de chillidos frenéticos y gruñidos violentos.
Ella ya estaba corriendo para cuando alcanzaron el suelo.
Corrió, procurando evitar las rocas sueltas en el suelo poco confiable y las raíces de los árboles. Aun con la poca iluminación, era suficiente para ella.
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Editado: 13.06.2023