Reino de Sombras y Esmeraldas

Capítulo 21: Nuevo fulgor

 

Año Caxacius, Mes de las Letras, día 13

17:45 horas

Solo faltaban un par de horas para que el sol se ocultara tras las montañas, que se apreciaban en ese momento en todo su esplendor.

Peligrosamente empinadas, cubiertas de hierba, salpicadas de grandes rocas y espesos bosques de intenso color verde. Los rayos de sol colándose entre nubes dejaban ocasionales destellos dorados, haciendo de la vista un espectáculo, el verano negándose a pasar desapercibido aun cuando en Castatis rara vez se notaba el verdadero efecto de la estación.

Con total certeza, Bastian pudo haber hecho de esa imagen una gran pintura con sus dotes, pero no estaba pensando en arte en ese momento.

La ciudad que esas hermosas montañas abrazaban, Castatis, estaba en guerra.

Aunque no se trataba de dos bandos enfrentándose en un campo de batalla.

Sangre se diluía de la calle, de los callejones, de las pequeñas ranuras y alcantarillas. Las armas volaban de un lado a otro en forma de mentiras, secretos y traiciones.

Observar las movidas a un lado del espectáculo había sido una cosa, pero ahora que se habían involucrado… Bueno, podían decir que era diferente.

Durante toda su vida, el equipo real había sido únicamente entre los mellizos, conscientes de que serían ellos dos contra el mundo hasta el final. Compartir con otras personas había sido difícil, confiar en alguien lo suficiente para compartir sus planes sólo había sido alcanzado por Asher, y porque no habían tenido opción.

Los demás habían sido una adición extraña. Y casi nula.

Pero ahora debían compartir información con todo un grupo de personas por sus misiones comunes.

Confiar en ellos, en desconocidos.

En el tercer piso de un edificio que ahora servía de posada, en una de las habitaciones que era un salón de apuestas, un pequeño grupo de rebeldes se había unido a Annelisa y Bastian.

Bastian se sentó en la mesa junto a los demás, aparentando tanta despreocupación como podía mientras se familiarizaba con el grupo, pero Annelisa se mantuvo cerca de la ventana, alerta, procurando parecer tan indiferente por fuera antes de que ellos pensaran que estaba preocupada.

Como realmente lo estaba.

Bastian se había encargado de hablar, mirando una vez a su hermana de reojo. Annelisa estaba tan a la defensiva aun mientras aparentaba más frialdad e indiferencia que un cubo de hielo posado a un lado de la ventana, su cadera apoyada en la pared y mirando hacia afuera.

Sabía que los vigilaba a cada uno de ellos.

Sabía que a ella le costaba mucho más que a él relacionarse con las demás personas, pero tenían que ceder un poco si realmente iban a hacer eso. Ya estaban metidos.

Decidiendo ignorarla, le explicó a su nuevo grupo parte de lo que habían reunido el día de la fiesta, haciéndoles saber que no se iban a enfrentar a la Guardia de Ursian, si no a un grupo de civiles.

Le habían estado sacando provecho a la situación, ya que nadie extrañaba a algún grupo de feéricos en tierras humanas. Y eso complicaba un poco las cosas.

El grupo, cuatro hombres y dos mujeres jóvenes, contemporáneos con ellos, escucharon atentamente.

Intervinieron poco, pero aun así parecían dispuestos a seguir sus palabras sin dudar, cosa que apreció en gran medida.

Era una de las clausulas a la que Clayton se había adherido.

No iban a seguir órdenes de nadie.

—Castatis está lleno de mentirosos –continuó Bastian, sus ojos grises arrastrándose perezosamente sobre ellos-, pero ahora no sabemos quién está metido en qué cosa.

Una de las muchachas hizo una mueca, cruzándose de brazos con aspecto preocupado.

—Eso lo complica todo –dijo con una voz armoniosa, que identificó como Lia.

Annelisa les miró desde su lugar junto a la ventana, los rayos de sol robándole destellos a sus ojos grises.

—Por eso debemos investigar más. Rápido. Tenemos fecha límite –respondió secamente.

Uno de los muchachos, Nion, se tensó al escucharla y la miró desde la mesa.

—¿Sabes algo? No tienes que ser tan desconfiada con nosotros –dijo, su voz apaciguadora a pesar de que había cierta tensión en su cuerpo. Él se había mostrado como uno de los más calmados del grupo, algún tipo de mediador. Le agradaba, aunque no estaba seguro de que los mediadores sirvieran con su hermana-. Ahora estamos trabajando juntos, y si el General nos puso juntos aquí, no es por nada.

Bastian hizo una mueca casi imperceptible, mirando a Annelisa, que miró fijamente a Nion. El muchacho seguía tenso y se mantuvo firme.

En ese momento, entendió los pensamientos de Nion, y del resto de su grupo, sus miradas furtivas a Annelisa. Y tuvo que compadecerse de su hermana.

Ese grupo había estado trabajando juntos desde hace tiempo, y ahora estaban allí para liderarlos de alguna manera. Liderarlos mientras Annelisa parecía tan reacia a acercarse siquiera a ellos.




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