Reino equivocado

Borrachera

Kallias

Nunca había estado tan cerca de William, el sentir sus latidos del corazón tan cerca de mi, su cabello cabello esponjado tocando mi barbilla. Y sus ojos tan cerca de los míos. Siempre tan cerca, pero siempre tan lejos.

Incluso horas desde que se marcho del reino lo único que quiero es tenerlo cerca de mi. Abrazarlo, acariciarlo y acabar este ciclo de tortura donde nunca lo puedo tener donde yo quiero. El sentir su cuerpo con el mío en una cercanía que me eriza la piel de solo pensarlo. Observo con atención la fiesta y todos llevan alcohol en sus manos.

La bebidas en las fiestas no son mi mejor compañía y todos en el reino lo saben, pero eso no me importa en lo más mínimo «una botella más» «¿qué podría pasar?». Las hadas oscuras se acercan a mi cuando levanto la mano para pedir una botella, pero ellas ya tienen lista mi botella especial. Un veneno mortal para hadas de bajo rango, pero alcohol normal para mi.

Un cristal oscuro que al abrir su tapa inunda el lugar de su olor amargo y sentencial, no me preocupo en sacar un recipiente en donde tomarlo por lo que solo inclino la botella en mi boca sintiendo el ardor picoso en mi garganta. Mi cuerpo calentándose con cada gota que pasa por mi boca. Con cada sorbo me entra la adicción a la bebida, se que se me esta saliendo de las manos, pero es mi fiesta así que, puedo beber lo que se me plazca. Para al menos tratar de olvidar que extraño la presencia de William a mi lado.

Yugo me golpea la espalda para que me mueva pero no puedo, la tristeza es mucha. Abrazo la botella y me es imposible no llorar.

—¡Extraño a William! —sollozo mientras sigo aferrándome a aquella botella en mis brazos.
—¡Kallias! ¡Muévete! ¡Estás sentado en mi ala, maldita sea! —reprochó Yugo empujándome de lado a lado, pero es imposible dado a mi peso.
—¡Es que tú no lo entiendes! ¡Yo lo amo! ¡Y quiero que permanezca a mi lado sin barreras! —unos pequeños hipo se cuelan mientras grito. Señalo tembloroso a Yugo y lo empujo levemente lo que hace que se libere la punta de su ala.
—Ya era hora. —suspira Yugo mientras lleva su cabello hacia atrás. En el alrededor todas las hadas siguen festejando acostumbrados a mi usual actitud con la bebida. —¿Tengo la culpa yo, de que te hayas enamorado de alguien del que no debías?... ¡No! Yo te dije desde un principio en el pasado «Joven Kallias, no se dirija a ese lado» y no me hiciste caso y lo conociste a él por tu terquedad y ahora debo escucharte llorar como un niño porque estás sufriendo tus propias consecuencias. —espetó Yugo mientras yo solo asiento con mi cabeza mientras sollozo.
—¡Pero ahora quiero que este a mi lado! ¡No tengo la culpa de que mi corazón le pertenezca a él! —grite mientras me entraban un poco de náuseas por el esfuerzo y la bebida.
—Entonces haz lo único que puedes hacer, ve a esperarlo. —respondió Yugo mientras se levantaba del banco. Me levanto con el, pero el mareo y las náuseas me ganan. —¿¡Pero a dónde te diriges así!?
A la frontera.
—Al menos espera a que se te pase la borrachera, menso.

La cabeza me da varias vueltas cuando abro los ojos, estoy aún en el salón pero aparentemente las hadas ya trasladaron la fiesta a las calles del reino. Según veo las cosas, me quede dormido mientras hablaba con Yugo, pero todo esta limpio así que muy posiblemente estaba durmiendo como una roca mientras limpiaban este lugar. Aunque mi ropa es la única que no grita «limpio» ya que esta llena de arrugas y una pequeña mancha de la cual no tengo noción de lo que puede ser.

Me levanto y me invocó en mi habitación, la cual esta iluminada simplemente por la luz de la luna la mayor parte del tiempo. Me quito la corona y deslizo la capa hasta que cae al suelo y del mismo modo desabotono mi camisa por las mangas.

Cuando me logro quitar las sofocantes prendas me meto a bañar con el agua fría cayendo por mi cuerpo para lograr despertarme, el eco del agua cayendo al suelo llena el cuarto de baño. Extiendo mis alas negras para estirar la espalda y puedo escuchar como suena mi columna después de haber estado muchas horas en una posición incomoda mientras dormía.

Me retiro de la ducha agarrando mi toalla secándome mi cuerpo y abro el armario con mi mano libre. Saco un atuendo y me lo pongo con rapidez. Llevo un suéter blanco con aberturas laterales que dejan entrever discretamente mi cintura. Bajo este, un cuello alto del mismo tono. El conjunto termina con pantalones amplios en color azul oscuro. Algo elegante, pero no me es sofocante al usarlo.

Cepillo mi cabello amarrándolo en una media coleta, por la rebeldía de algunos mechones. Coloco la corona en un lugar digno mientras aprovecho para mirarme al espejo para ver que todo este listo. Alisto viaje saliendo por la puerta de mi habitación dirigiéndome a la cocina para agarrar una canasta y colocarme algunas frutas mientras espero a William. Cuento algunas manzanas cuando Yugo me asalta por atrás.

—¿Irás? —pregunta Yugo pasando por mi lado para recoger su taza del fregadero.
—Claro.
—Entonces ¡no te vayas a vivir, tonto! Porque te voy a dejar una parte de los papeles en tu escritorio para que los organices. Yo también quiero ir a festejar.
¿Tú? ¿Festejar? ¿Desde cuándo?
—Voy a festejar tu coronación desde mi cama y mis adoradas siestas, menso. —espetó Yugo mientras me volteaba los ojos y regresaba a su oficina. Tan inaccesible como siempre.

Me invoco hasta la frontera que desborda ríos del «lago del nacimiento«. Extiendo una manta que llevo en la canasta y la coloco sobre la tierra sentándome en ella, las horas se me iban a hacer eternas, pero nada que no resuelva una buena dormida y mejor con el sonido del río.



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En el texto hay: mpreg, boyslove, hadas y fantasia

Editado: 01.10.2025

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