Reino equivocado

No te vayas

Kallias

Pasaron un aproximado de tres horas, antes de que Yugo entrara a mi despacho completamente hecho un desastre y yo sabía el porque, yo lo sé, lo siento desde la punta de mis pies y aquellos susurros que me llaman a una batalla. Algo no está bien cerca del reino.

Yugo entró abriendo las puertas de par en par, me levanto con su movimiento, esperando lo que va a decir como un aviso para correr a descubrir lo que sucede.

— Bosque Allamatita, ahora. — anuncia el, yo invoco en segundos el hechizo y me transporto en el aquel sitio, extiendo mis alas cuando aparezco en un deslave. El agua de la lluvia me moja completamente, emprendo vuelo hacia arriba buscando aquello que me agita tanto, los susurros inaudibles cada vez se hacen más cercanos.

Observó el desastre del deslave, este desastre arrasó tapando todas las tumbas de las hadas. El bosque Allamatita se conoce por ello: el cementerio de las hadas. Un lugar lleno de paz y tranquilidad, ni siquiera debería haber lluvia en un lugar como este. ¿Deslave? ni siquiera algo como eso debería suceder en un sitio como este.

Los susurros se convierten en sollozos, en algún sitio del bosque, conozco ese sonido con tanta perfección, lo he escuchado toda mi vida. Lagrimeos y gemidos dolorosos completamente ahogados, acompañados de un chirrido de dientes.

Bajo al bosque para buscar aquel sonido, no me importa en lo absoluto que sea o no, nunca puedo soportar escuchar ese sonido, me consume, me lastima por completo. Una puñalada duele menos que tener que estar sentado mientras él llora. Mi respiración se descontrola, mi pecho baja y sube con rapidez mientras veo a todas las direcciones.

Solo encuentro las flores marchitas y ahogadas en el agua, estas se reúnen con rapidez en un solo sitio, todas decaídas y muertas. Cada pétalo destrozado y en algunas pisadas por alguien que no soy yo.

Escucho un grito desconsolado que me pone alerta, extiendo mis alas de par en par, listo para atacar si es necesario. Sigo caminando hasta encontrar una sombra de nuevo, la silueta de un hombre delgado y sin alas en su espalda, los sollozos son fuertes y claros.. Mi corazón se acelera y doy un paso acelerado para ver quién se esconde detrás de ese árbol. La silueta desaparece y los sollozos se detienen.

Resoplo tratando de entender que sucede pero, no puedo porque a lo lejos lo escucho pero más específicamente en mi corazón.

¡Kallias!

Es un susurro casi inaudible, pero no es necesaria la tonalidad de este llamado. Mis ojos se afilan y mis alas emplean vuelo hacia arriba, volando a una velocidad feroz, mis alas resuenan en todo sitio con cada aleteo que doy. Vuelo hacia el lugar de la llamada, mi alma quedó en un hilo cuando veo que el llamado está dentro del lago del nacimiento. ¿Cayo? Es casi imposible, no podría caerse sin que no lo sepa el idiota de Cesar, no es tan tonto, el no puede permitir que William muera. Deshago mis ideas y permanezco en vuelo para ver dentro del agua, esta corre con una rapidez indescriptible, son aguas feroces, y con su sentido de transportación de magia, son las peores. Nunca he escuchado de nadie que caiga en ellas o bueno nunca ha sucedido.

Pero ese hecho cambia cuando veo a William al fondo del lago, siendo arrastrado por la corriente. Me lanzó al agua con la fuerza de mis alas, empujándome a un sitio en específico, tomó el cuerpo de William con fuerza, el cambio drástico de mi posición hace que las olas del agua me quieran llevar donde sea que ellas deseen. Rujo con fuerza tratando de que mis enormes alas no me traicionen y me lleven fuera del lago. Podría usar un hechizo pero es peligroso si tengo a William en mis brazos.

Mis alas revolotean dentro del agua en sentido contrario de este. Con mucho esfuerzo físico me logro agarrar del peñasco, el agua me empuja pero mantengo mi agarre en la roca, mantengo a William en su sitio, impidiendo que el salga de mis brazos en algún segundo.

Recupero el aliento cuando salgo de la superficie, y emprendo vuelo con mis alas cuando estoy en la altura perfecta.

Caigo en el suelo de la frontera oscura, colocó su cabeza en mi regazo mientras lo examinó, tiene heridas profundas y me doy cuenta de algo que hace se algo suba por mi columna: sus alas fueron amputadas. Trato de tomar su pulso y este no responde, no hay ninguna actividad.

Me muevo con rapidez y empiezo a tratar de revivirlo, lo reanimó como me han enseñado en el pasado y llevo mi boca a la suya para tratar de ayudarle a respirar, me detengo un segundo y el aún no responde. Mi cuerpo se siente helado con cada movimiento que hago para reanimarlo, me siento aterrado. No puedo perderlo, no puedo… no quiero. Lo necesito a mi lado.

Necesito escuchar sus risas, sus quejas y ver sus sonrisas tímidas todos los días de mi vida. Quiero vivir a su lado, quiero que permanezca a mi lado. Mi hada quiere que él viva para siempre y que sea feliz cada día, me suicidaría si el no esta a mi lado y se que es una promesa.

¡William! ¡Reacciona! — gritó con todas mis fuerzas.

En unos segundos el agua que estaba dentro de él sale, ayudó a colocarlo en mis brazos nuevamente mientras el recupera el aliento. Mi tranquilidad desaparece de nuevo cuando él abre los ojos, estos llenos de una neblina blanca, reemplazando sus ojos marrones.

— ¡William!

Cuando él habla y me relata lo que siente me es imposible no querer asesinar a quien le hizo esto, y sé que lo se muy bien.

Por favor resiste. — imploro con mi voz en un hilo, le cargo en mis brazos con gentileza mientras emprendo vuelo en los aires para volver al castillo, lo más rápido que puedo.




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