William
La calidez invade mi cuerpo como un virus que desea propagarse con toda la intención de supervivencia, no quiero moverme, el sueño me acoge con tranquilidad, desde que llegué no he vuelto a tener ninguna pijamada y eso lo reflejo cuando no quiero dejar de dormir, cuando antes le temía a la hora de cerrar los ojos, ahora ya no más. Quiero ser uno con las sabanas, convertirme en un uno con el colchón suave de la cama de Kallias…
Kallias… quiero hacerme uno con el olor de Kallias, al cual quiero correr cuando no está cerca de mi pero que niego con necedad para no molestar. Mientras mi mente empieza a pensar más mi cuerpo responde empezando a abandonar la sensación adormitada. Un toque me llena de emoción, unos dedos recorren con delicadeza cada parte de mi rostro, mis mechones rebeldes. Una mano fría pero llena de delicadeza.
¿Pero quién? ¿Quién me está acariciando y por qué? a regañadientes abro mis ojos y me entrego con la esperanza de quizá ver algo, y me sorprendo cuando logro ver mejor, como si solo necesitara lentes. Me es imposible no emocionarme y el no tarda en preguntar:
— ¿Qué sucede Wil? — pregunta Kallias, con un tono expectante.
— ¡Puedo ver Kallias! — Hago una pausa para poder aclarar el término “ver” — Claro, no veo tan claro pero, puedo ver tu silueta o puedo ubicar donde están las cosas…y sin duda…
— Es un gran progreso… — terminó él, robándome las palabras de mi boca. Yo asiento y él me recorre en un abrazo, otro abrazo, de esos que se suman a mi pequeña lista de abrazos. La tristeza me invade en segundos cuando recuerdo que debo cumplir mi promesa interna, irme cuando recupere la vista. En este momento podría ya hacerlo pero algo dentro de mi que no entiendo… me grita que me quede un poco mas y yo no puedo estar mas de acuerdo.
Kallias me suelta cuando ambos sentimos que ya fue suficiente, no puedo creer lo incómodo que es este silencio ¿Qué haces después de un abrazo tan largo?
Desearía saberlo porque no se ni a donde mirar, y por alguna razón siento que él también.
— ¿Quieres salir a algún sitio? solo para que te distraigas si eso deseas.
— ¿Seguro? ¿El gran rey sacará al enfermo del palacio? — me burlo exagerando mi voz, él me secunda dándome un golpe débil en el hombro.
— No exageres, solo cuido de ti.
— ¿Ah, sí? ¿Entonces qué me receta ahora mi doctor? — preguntó apoyando mi cabeza en el respaldo de la cama.
— Recomiendo que yo personalmente le acompañe a disfrutar de una buena caminata en cada barrio que yo considere seguro. — Él hace una pausa para aclararse la garganta. — Solo autorizaré esta caminata si mi querido paciente acepta mis órdenes.
— ¿Y qué tipo de órdenes doctor? — respondo risueño.
— Como que debo prepararte un baño caliente, luego elegir ropa abrigada y luego me tendrás que tomar de la mano en toda la caminata ¿trato?
— Hum, eso de tomarte de la mano no me parece bien, no soy un niño pequeño y le recuerdo doctor, yo sigo siendo mayor que usted.
— Y yo le recuerdo como siempre paciente, en el reino oscuro no hacemos ese tipo de cosas ¿entiende? Aquí no nos importa mucho la edad, te daremos respeto si lo mereces, si no, que importa la edad. Ser mayor no te hace más sabio.
— ¿Me estas diciendo idiota, entonces? — contestó y él resopla.
— Sabes que no dije eso.
— Pues sonó a eso. — rodó los ojos haciéndome completamente el difícil para molestarlo como es debido.
— Vamos, ni siquiera me has confirmado el trato.
— Como molestas, en serio. — suspiro y asiento con la cabeza con flojera. — Trato.
No pasaron ni dos segundos para que él saltara de alegría, me agarró en brazos y me llevó con rapidez a la bañera, la cual ya estaba preparada.
— Iré a preparar todo para que salgamos hoy, te dejaré la ropa en el banco ¿está bien? — Yo asiento y él se retira, cierra la puerta tras de él dejándome solo con la bañera caliente.
Deslizo mi ropa con cuidado y me sumerjo en el agua caliente, dejó salir un suspiro tranquilo, de alguna manera le encontré el gusto al agua caliente, aunque a Kallias le gusta como un témpano. De hecho, eso es lo que me hizo sentir en un conflicto cuando recién llegué, el batallaba para que yo tomara una ducha caliente. Como siempre no estoy acostumbrado a ello así que me negaba rotundamente pero él insistió diciendo que el agua al menos tibia ayudaría a mis heridas.
Tuve que haberme visto terrible esos primeros días, a pesar de que había perdido la sensibilidad cuando la recupere, aun me dolían algunos sitios y la mayoría no. Pero si a pesar de haber pasado varios días me seguían doliendo significaba que realmente eran buenas marcas
Kallias me preparaba los baños como ahora pero no abría los ojos mientras me ayudaba en algunas cosas ¿Cómo lo se? Yo se lo pedí en broma, y parece que realmente lo hacía porque había veces en las que se le caían las cosas múltiples veces, a veces no colocaba bien el shampoo y lo tiraba en el suelo. Hubiera deseado verlo con mis ojos, me hubiera dado mucha más risa.
Me pregunto cuantas pretendientes tendrá Kallias ¿serán muchas o no? ¿son guapas?, ¿atractivas?, ¿sexys?, ¿Qué tipo de chica le gustaría a Kallias?, ¿inocentes? ¿rebeldes?, ¿frágiles?, ¿fuertes? quiero averiguarlo para ver si le consigo alguna en el paseo, quizá le consiga una cita, pero se que se pone histérico cuando suelo abrir el tema amoroso y no quiero arruinar el ambiente.
Siento que es suficiente así que ubico mi pierna fuera del agua y me cubro con la bata de baño. Encuentro la puerta y la abro, frente a mí está un banco donde efectivamente está la ropa, realmente es un exagerado, la ropa es demasiado gruesa, me dará calor en minutos. Resoplo y me la coloco, mi me desmayo de un golpe de calor será la completa culpa de Kallias y podré molestarlo a mi antojo.
Escucho que tocan la puerta y respondo con el típico: