Reino equivocado

Una oportunidad

William

Los cantos de las aves me despiertan lentamente, abro los ojos y todo me viene de golpe: unas alas enrollándome, una chamarra gruesa y grande, un rostro encima de mi hombro y su pequeño resoplido pesado.

Procuro no moverme ni un centímetro, seria un completo tonto si no supiera de quien se trata ¿Realmente no puedo escapar de ti, verdad?.

Dejó salir una risa ante ese pensamiento pero esta termina de despertar a Kallias, el extiende sus alas y las abre para poder estirarse después de haber estado sepa el, cuanto tiempo enrollado. No sentí en ningún momento cuando él me acerco a él en la noche.

Mis ojos se acostumbran a la pequeña iluminación que nos brinda el túnel, y ahí logro darme cuenta de mi pronta recuperación, puedo ver, puedo hacerlo. Quizá no todo es tan malo después de todo.

— William… — susurra él, con un tono adormilado. Me doy el espacio para ver su rostro mientras permanezco en su regazo, por alguna manera mi hada no quiere moverse ni un centímetro.

Mi vista sana logra ayudarme a ver el rostro de Kallias con dedicación, puedo ver sus ojos tristes y cansados que me ven con anhelo y ternura.

— ¿Tienes hambre? — pregunta él con las palabras arrastradas. Yo niego con la cabeza, a pesar de que tengo un hoyo en el estómago por mis largas horas sin comer pero, no es la primera vez que me sucede. Los ojos de Kallias se aguadan en segundos cuando respondo eso, mis manos rodean su rostro con temor ¿Por qué mi niño llora tan desconsoladamente?.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras? — preguntó con mi voz hecha un hilo.

¿Realmente no quieres venir conmigo? ¿Soy tan mala compañía? — pronuncia él, su rostro escondiéndose en la palma de mi mano izquierda.

Sus palabras me caen como un balde de agua muy, muy fría. Realmente he sido egoísta todo este tiempo. Pensé en lo mejor para Kallias pero, nunca considere preguntar por sus sentimientos ante ello, nunca le hable al respecto, solo decidí yo mismo, yo decidí por él.

— Prometo cambiar, prometo ser mejor, dejaré de molestarte tanto y dejaré de hacerte tantas bromas malas si eso necesitas para quedarte a mi lado. — él hace una pausa y mi corazón se rompe cuando una lágrima rueda por su mejilla. — William…dame una oportunidad para demostrarte cuanto te amo.

Mi hada interior salta, corre y grita ante esas palabras, y no puedo engañarme, yo también lo estoy.

Pero mi miedo está latente, presente, temeroso de que él realmente se canse de mi en el futuro pero, otro sollozo y puchero de Kallias me saca de mis inseguridades.

— ¡Ya basta! ¡Deja de ocultarme lo que piensas! ¡Grítame! ¡Dime que me odias si eso deseas! — grita con un tono no agresivo. Me muerdo el labio dudando pero, mi hada es más inteligente que yo y me susurra en lo más profundo de mi alma: “Si nunca te atreves a cambiar, siempre vivirás de la misma manera”. Ese susurro era lo que necesitaba para terminar de armarme de valor.

— Tengo miedo, tengo miedo de quedarme a tu lado y que algún día te des cuenta de lo imperfecto que soy, tengo miedo de que un día te canses de mí y recuerdes que estoy en deuda contigo por haber salvado mi vida. Tengo miedo de cometer un error y que por mi culpa tu me levantes la mano. — sin darme cuenta mi voz se empezó a romper, a fracturar en pedazos. Como si realmente me pidiera detenerme. Kallias toca mi rostro con sus manos con una delicadez como si fuese un muñeco de porcelana, pero el no me detiene, el permanece en silencio permitiéndome seguir. — Soy consciente de tus sentimientos pero, no puedo permitirte seguir, avanzar. No soy yo, estás equivocado, no soy yo el indicado, te lo prometo. — mi voz tembló. — Soy incluso un hada recesiva y tu necesitas una descendencia entera para tu puesto y porque mereces estar rodeado de una familia. De personas que te amen y sepan amarte. Yo no puedo hacerlo, yo no puedo darte eso que necesitas. No tengo alas y seré siempre esa hada desterrada y sin hogar. — Hago otra pausa para poder respirar. — No soy yo, Kallias, tú no puedes amarme.

Kallias solloza y me besa la frente con ternura antes de continuar el, me rodea con sus alas, como si sus caricias en mi rostro no fueran suficientes.

— Ya veo que tu eres consciente de mis sentimientos pero ¿Tu eres consciente de tus sentimientos? ¿Qué sientes, William Zydrom? — él hace una pausa para sonreír con nobleza, mientras yo me destruyo en lágrimas por sus palabras. — Dices que merezco una familia y descendencia, que debo estar rodeado de personas que me amen ¿Tú tampoco debes? ¿Tú no debes estar rodeado de gente que te ama? ¿Por qué? ¿Quién ordena eso? ¿tu? ¿o tu pasado?. — él habla con lentitud mientras lleva mi cabello hacia atrás, y seca mis lágrimas. Como si de alguna manera todo esto que él me dice se deba grabar en mi corazón y yo no puedo estar más de acuerdo. — Dices que eres un hada recesiva pero, eso no me importa ni en lo más mínimo, solo es un segundo género. Dices que no tienes alas y yo no le veo nada de malo en eso…se que te duele y nunca podré saber que se siente perder algo tan fundamental para un hada como nuestras alas…pero prometo cargarte en los aires cada que las extrañes, prometo abrazarte en cada ocasión que quieras llorar por ello. — Una pequeña risa ansiosa se escapa de mis labios. — Dices que eres una hada desterrada y sin hogar pero yo no estoy de acuerdo y prometo grabarle a cada habitante del reino esto: tu no eres una hada desterrada, eres ahora una hada del reino oscuro, no eres una hada sin hogar, William, tienes un hogar, conmigo, con todos en el castillo.

Él realmente se tomó el tiempo de responderme algunas de mis tantas inseguridades y eso realmente me llena el corazón pero realmente ¿esto hacen las personas que se aman? ¿realmente lo amo? ¿o todo es por la emoción del momento? ¿por la adrenalina del momento? ¿Seré suficiente para Kallias? ¿Podré ser capaz de devolverle ese amor que él me entrega con tanto deseo?




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