Reinos enemigos, Corazones aliados.

Capítulo 6: El viaje a Dravenholt

El sol apenas comenzaba a teñir el horizonte de un gris melancólico cuando Saira despertó. Sus muñecas dolían por las ataduras que le impedían cualquier intento de escape, y su cuerpo entumecido protestaba contra la postura forzada en la que había pasado la noche. Había pasado horas temblando, su vestido rasgado apenas servía para protegerla del frío implacable que calaba hasta sus huesos. Se había acurrucado contra el flanco caliente del caballo en un intento desesperado de conservar algo de calor, pero incluso así, la helada de la noche la había hecho tiritar sin descanso. La humedad de la tierra se adhería a su piel desnuda allí donde el vestido se había desgarrado, y un escalofrío la recorrió cuando sintió la piel de sus piernas entumecida. Se abrazó a sí misma como si eso pudiera ayudar, pero el latido en su sien y la opresión en su pecho por la falta de alimento solo la hacían sentir aún más vulnerable.

Darian estaba junto al fuego agonizante de la hoguera que había encendido la noche anterior. Parecía tranquilo, indiferente a su miseria, atizando las brasas con un palo mientras masticaba un trozo de pan seco.

—Despierta, princesa. —Su voz sonaba divertida, como si todo esto no fuera más que un juego para él—. Hoy es un día importante. Llegaremos a Dravenholt.

Saira no respondió. Su mirada se desvió hacia el bosque, donde la niebla flotaba entre los árboles como fantasmas silenciosos. Todo en su interior la instaba a correr, a luchar, pero las cuerdas alrededor de sus manos y la vigilancia constante de Darian la mantenían atada a su cruel realidad.

—Aquí. —Darian le arrojó unas frutas.

Ella las miró con recelo.

—¿Temes que estén envenenadas? —preguntó él, esbozando una sonrisa burlona—. Rael te quiere viva, no muerta de hambre.

Saira frunció el ceño, manteniendo la vista fija en las frutas sin atreverse a tocarlas. Su estómago rugió traicioneramente, pero su orgullo la mantenía firme.

—Preferiría morir de hambre que aceptar lo que me dan mis enemigos —espetó con amargura.

Darian rió entre dientes, sacudiendo la cabeza con diversión.

—Ah, princesa, qué dramática eres. Pero dudo que tu muerte sea parte de los planes de Rael. No aún. —Se inclinó levemente hacia ella, con esa sonrisa cruel aún dibujada en el rostro—. Aunque si prefieres debilitarte hasta no poder sostenerte en pie, supongo que eso hará que el viaje sea más fácil para mí.

Saira lo fulminó con la mirada, apretando los labios. Sabía que tenía razón. Si perdía fuerzas, cualquier oportunidad de escapar se desvanecería. Con un suspiro de resignación, tomó una de las frutas con manos temblorosas y la mordió con rabia, como si con cada bocado estuviera desafiando su destino.

Saira cerró los ojos y tomó otra de las frutas con manos temblorosas. No tenía muchas opciones. Dio un mordisco pequeño, saboreando el dulzor amargo mientras su estómago protestaba por la falta de comida.

El viaje continuó poco después. Saira fue obligada a montar a caballo frente a Darian, sus manos atadas firmemente. Cada trote del animal la sacudía, y la cuerda que la sujetaba rozaba su piel, dejándole marcas rojas en las muñecas.

Atravesaron colinas cubiertas de hierba seca, ríos que serpenteaban entre las rocas y caminos ocultos entre los árboles. Con cada milla que avanzaban, el bosque se tornaba más denso, las sombras más largas y la sensación de peligro más presente. A lo lejos, los muros oscuros de Dravenholt emergían en el horizonte como una bestia dormida, imponente y amenazante.

—Darian. —La voz de Saira se alzó en el aire—. Dime la verdad. ¿Por qué Rael me quiere en su reino?

El hombre soltó una carcajada, aunque no había humor en su tono.

—¿Sigues sin entenderlo, princesa? —Hizo una pausa, disfrutando de su confusión—. Rael no solo quiere tu reino. Quiere lo que representas.

Saira frunció el ceño, sintiendo un nudo en el estómago ante sus palabras. No podía negar la lógica cruel detrás de ellas. Su pueblo la veía como un faro de esperanza, y eso la convertía en un arma. Darian inclinó la cabeza, observándola con una diversión perturbadora.

—Eres hermosa, incluso así, magullada y cubierta de tierra —musitó, su tono casi contemplativo—. Fuerte, valiente, benevolente... la clave perfecta para someter a Eldoria. Tu bondad es tu arma más letal, princesa. Rael lo sabe, y por eso, ahora eres suya.

Saira sintió un escalofrío recorrer su espalda. No por el halago disfrazado de veneno, sino por la verdad que contenía.

—Eres el último eslabón de Eldoria. La princesa amada, la heredera de un linaje que inspira lealtad. Si Rael te tiene, si logra hacerte su reina, entonces la resistencia de tu gente se debilitará. ¿Qué mejor forma de conquistar un reino que haciendo que su propia princesa se siente en su trono junto a él?

Saira sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Jamás aceptaré algo así —susurró con furia.

Darian la miró de reojo, una sonrisa torcida en sus labios.

—Ya veremos, princesa. Rael tiene una forma muy particular de hacer que la gente cambie de opinión. —Darian inclinó la cabeza con una sonrisa burlona—. Pero si realmente te interesa, dime, ¿qué estarías dispuesta a hacer para convencerlo?

Saira frunció el ceño, la pregunta le causaba un extraño malestar.

—¿Acaso hay alguna forma de que me deje en paz? —soltó, aunque su voz no sonó tan firme como hubiese querido.

Darian soltó una risa seca.

—Oh, claro. Todo hombre tiene un precio. Pero dime, princesa, ¿estarías dispuesta a pagarlo? —Se acercó un poco más, mirándola con esa chispa de diversión cruel—. Porque te aseguro que no es algo tan simple como un "no".

Saira sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero se obligó a mantener la mirada desafiante.

—No tienes idea de lo que estaría dispuesta a hacer por mi reino.

Darian inclinó la cabeza, fingiendo interés.

—Ah, pero yo sí tengo una idea. Hay muchas maneras de pagar una deuda, princesa. Algunas más... creativas que otras. —Sonrió con una malicia que le revolvió el estómago—. Un favor aquí, una sumisión allá. O quizá algo más físico, algo que todos los hombres entenderían.




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