Reinos Ocultos

Prólogo

Cuando yo era pequeña tenía sueños muy raros que creía eran pesadillas, siempre despertaba llorando pero mi mamá me decía que eran sueños y nada más.

Pero los sueños no se iban y cada vez cambiaban aunque siempre eran de lo mismo: yo bailando frente un río con mi madre, luego el agua empieza a moverse hacia arriba hasta formar una pared de agua y mi madre se mete ahí dejándome abandonada. Y lo más raro era que la mujer de mis sueños no la conocía pero le decía mamá.

Una noche desperté entre sollozos, era muy pequeña, pero recuerdo que alguien empezó a acariciar mi cabello, pensé que era mi mamá o hermano pero cuando me di la vuelta para ver quien me consolaba me quedé inmóvil. Había un chico, más grande que mi hermano mayor. Él me dijo que no le tuviera miedo que él estaba ahí para protegerme y que nada me pasaría, no dije nada y me acosté de nuevo pensando que era un sueño y que cuando despertara él no estaría.

La noches siguientes fueron iguales, me despertaba de un sueño y ahí estaba él, tarareando una canción y acariciando mi cabello. No le temía, más bien me agradaba.

Y después se volvió natural que él estuviera cada noche  allí para mi, no me sentía sola y cuando estaba triste él me hacía reír.

Él me contaba cada noche historias diferentes sobre un mundo con personas que vuelan y que tienen muchos colores, yo lo escuchaba muy feliz él me decía que cuando creciera conocería ese lugar. Cuando quería compartir lo que él me contaba con mi familia, ellos no me creían.

Y cuando hablaba de lo peculiar de sus ojos ellos decían que miraba mucha televisión.

Muchos me decían que él no existía y otros que terminaría loca si seguía hablando sola. Pero no les hacía caso, yo seguía feliz hablando con él, yo sabía que él era real y para mi eso bastaba.

Además, las pesadillas fueron desapareciendo y eso me tranquilizaba. Ese sueño frente al río con esa señora que llamaba mamá ya no me atormentaba tanto.

Así pasaron muchos meses hasta que una noche no llegó, yo esperé tranquila pero el cansancio me venció. 

Llegó otra noche y tampoco apareció, y yo volví a esperarlo. Pero me dormí.

Otra noche pasó y él no llegó, esa noche me puse a llorar y mi madre pensó que mis pesadillas habían vuelto. Pero en realidad lloraba por él único amigo que tenía, siendo niña pensaba que él estaría para mi por siempre.

Así pasaron las noches, yo lo seguía esperando aunque sea una hora pero nunca volvió a llegar.

El tiempo pasó y olvidé las historias y lo olvidé a él.

Y las pesadillas no volvieron, muchos de los sueños pasaron al olvido.

Mi vida siguió su rumbo, la de una adolescente normal. Ya no había sueños extraños, ni un chico en la noche para ayudarme a dormir.

Hasta esa noche.





 




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