Reinos Ocultos

Capitulo I - Árboles que matan-

Noviembre  20 de 2013



 

Doy vueltas de un lado a otro, voy de izquierda a derecha pero no encuentro en ningún lado a mi hermano mayor. Esta facultad es realmente enorme y aún así pareciera que la gente no cabe.

 

Y eso que solo es una parte de toda la universidad.

 

Hoy es el día de la graduación de mi hermano, hoy ya es oficialmente un Odontólogo. Y por esa razón lo ando buscando para darle su abrazo y felicitarlo, lo hubiera hecho desde el momento en que todos los estudiantes tiraron su birrete y se pusieron a buscar a sus familias pero yo no estaba en ese mismo instante.

 

Solo yo puedo tener una vejiga débil y no aguantar ir al baño.

 

Y es que desde que salí en busca de un baño me perdí, le preguntaba a las personas donde había uno y cuando me respondian parecía que me habían mandado a un laberinto. Y otros me decían que los podía acompañar a sus habitaciones donde había un baño y podía usarlo si quería.

 

¡Pero no señores! No soy tan ingenua. Mi hermano ya me había dicho que no fuera a aceptar ni los buenos días de nadie de ahí. No voy a negar que habían unos chicos que eran muy atractivos, pero no por una cara linda iba a ser más tonta. Además, solo tengo 14 años pero pronto cumpliré quince para andar pensando en cosas como esas.

 

Que las hadas de las pelinaranjas se apiaden de mí y no me dejen caer en tentación delante de tanta testosterona.

 

Decido ir al otro lado del jardín, quizá y esté allí. Hay mucha gente y los recién graduados aún tienen su toga y así se me complica dar con mi hermano. Y es porque desde que él entró a la universidad no le he visto, solo nos enviamos mensajes y él a veces me llamaba. Así que después de cinco años sin verle no sé cómo estará ahora. Quien sabe y se haya vuelto más feo. Lo recuerdo con un cabello todo alborotado, una que otra espinilla, y sobre todo sus característicos dientes chuecos. Yo me burlaba de él cada que podía, él no me hacía nada solo me aventaba una almohada y me decía que no me pegaba porque era niña y menor que él. Y yo me aprovechaba de eso.

 

Pero una vez sobre pase la raya al molestarlo y yo termine con miel en mi cama, por venganza de él por supuesto. Mi madre se enojó tanto que dijo que dormiríamos en el sofá por dos meses para que aprendiéramos a no molestarnos y no hacer bromas tan pesadas. Claro que a nosotros solo nos dio risa y mientras nos tocó dormir en la sala tomábamos cosas de la alacena y la comíamos en silencio pero con una que otra risilla. En ese entonces yo era una chiquilla de ocho años y él estaba en la etapa de la pubertad.

 

Nunca supe si mi mamá se enteró de cómo desaparecieron galletas y dulces, pero si lo hizo nunca nos dijo nada. Quizá porque era la primera vez que hacíamos una travesura juntos y no había insultos de mi parte. 

 

Mi hermano sabía que no lo hacía para hacerlo sentir mal, simplemente me gustaba molestarlo, ya que él a veces se burlaba de mi cabello. Así que ambos solíamos molestarnos y nos hacíamos bromas pero siempre nos queríamos.

 

Durante estos años sin él fue muy aburrido. No tenía con quien hablar, ya que mamá y papá siempre estaban trabajando. Lo único bueno era que tenía a mis mejores amigos y cada vez que mis padres no estaban ellos llegaban, lo malo era que cuando hacíamos mucho desastre nos tocaba limpiar todo. Conozco a mis amigos desde hace dos años y esos dos años han sido los mejores de mi vida. Una vida sin amigos sería muy triste. 

 

Pero ahora él regresará a casa y espero con ansias que él no haya cambiado y esté dispuesto a soportarme.

 

-¿Buscabas a alguien, zanahoria? - detengo mi paso al escuchar una voz masculina hablarme. Solo dos personas en el mundo me dicen así, uno es mi hermano y otro es...

 

-¡Mathias! - digo riendo cuando me doy la vuelta y veo a mi primo. Cuando él llegaba a casa jugábamos con mi hermano, claro que eran cosas como videojuegos pero siempre era divertido estar con ellos. - ¡Cuánto has crecido! - lo abrazó y él me rodea con sus brazos y me levanta un poco del suelo. A él lo recordaba como un chico gordito y bajito, está de más decir que también lo molestaba. En pocas palabras yo le hacía bullying a mi hermano y primo. Y es porque Mathias es el único primo que tengo, mi madre es hija única y mi padre solo tiene un hermano.

 

-Tú sigues igual de naranja que siempre. - le doy un pequeño golpe en el brazo y él se suelta una risa. Vaya, no solo su cuerpo ha cambiado, su voz y risa ya no son como antes. - También te has puesto más guapa. Dime, ¿Ya hay un chico por ahí?  - su sonrisa cambia a una pícara. Sinceramente no es el chico que recordaba. Pero todos tenemos que cambiar algún día, sea para bien o para mal.

 

-¡No jodas!. Soy muy joven para andar pensando en esas cosas - digo moviendo mi mano en forma desinteresada. - Además, que para tener novio sería muy difícil. ¿Sabes por qué? - él niega.

 

-A ver, dime por qué.

 

-Por qué aún no han inventado nada para sacar un personaje de un libro - y como si fuera un chiste lo que dije él se empieza a reír y la gente voltea a vernos.

 

¿Pero por qué la gente es tan cruel con un tema como ese? No se dan cuenta que los chicos de nuestros sueños están ahí atrapados entre hojas y letras. En vez de que estén inventando más armas nucleares, deberían inventar algo para que los personajes de los libros salgan a la vida real.

 

-No te burles - le digo y me tapo un poco la cara. La gente no deja de vernos, odio tener tanta atención. - mejor dime dónde podría estar Lucas - él poco a poco deja de reír y me extiende su mano.

 

-Vamos, te llevaré. - dice en tono calmado, yo tomo su mano. Empieza a dar unos pasos a la derecha, pero por ese lugar yo ya había pasado. Quizá por despistada no lo vi- ¿Y no me felicitas a mi también? - pregunta después de unos segundos. Y la culpa cae como balde de agua fría en mi. Estuve tan concentrada en venir a ver a mi hermano, en buscarlo que olvidé que también él estaría graduándose hoy.




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