Reinos Ocultos

Capitulo III - Reencuentros -

-¿No vas a saludar a tu primo? -  su pregunta, su voz, es real. Él está aquí, frente mío.

Se supone que ese día, así como mis padres, él también había muerto. Aunque nunca encontraron su cuerpo ni restos de él, le dieron por muerto. Estuvo muerto cuatro años. 

Hasta ahora.

- Tú no eres mi primo - le contesto entre dientes y aprieto mis puños.

¿Cómo es posible que esté vivo?. La casa terminó siendo madera chamuscada, ni mis padres vivieron aunque habían salido. Y él, nunca salió de la casa. Ni siquiera recuerdo haber visto en su rostro miedo en ese día por lo qué pasaba. Ni siquiera recuerdo que él haya buscado salir de la casa.

- ¡Vaya! Al fin comprendes que no somos familia - dice riendo. - ¿Quiere decir que al fin nos vamos a divertir un rato?.

- ¡Eres un gran Imbecil! - respondo. - Tú eres el culpable de lo qué pasó aquel día - digo sintiendo un ardor en mi pecho y garganta.

Me he echado la culpa de que en ese día lo qué pasó fue causa de mi enojo y tristeza. Pero también sabía que si Mathias nunca me hubiera dicho eso, yo nunca hubiera preguntado nada y mis padres aún estuvieran con vida.

Él es tan culpable como yo. Él sembró esa semilla de la duda en mí.

- Pero si yo no fui quien hizo que la naturaleza matara a Adrián y a Dianne. - dice con fingido asombro.

Puedo sentir mucho rencor en mi cuerpo. Y un deseo de querer desaparecer su rostro.

- Te odio - digo con voz hostil.

Mathias se acerca un poco más y como había pasado antes con mis amigos, la tierra se sacudió. No mucho para que otros lo noten, pero lo suficiente para que Mathias se detenga y me dé una sonrisa sin gracia.

- Estoy seguro que él no es tu guardián - escucho la voz de Maile. Pero no le hago caso, sigo con la mirada fija en Mathias. - deberíamos irnos. No siento que sea buena idea estar acá.

Y sé que deberíamos irnos. Pero yo quería venir para hablar con mis padres, pero parece que no se hace lo que queremos. Ni en mis sueños más locos hubiera soñado que Mathias estaba vivo. Ni en pesadillas.

- Veo que ya tienes un pequeño amigo - dice Mathias refiriéndose a Maile. - lo malo es que no es alguien digno de ser tu amigo.

- ¡Oye! - exclama Maile con voz ofendida.

- No eres nadie para decir eso. - digo y me acerco más a él. No sé de donde saco el coraje para hacerlo, pero tenerlo frente no le hace bien a mi salud mental - Vete. Desaparece como antes.

- Ya no puedo vivir en la oscuridad - dice y da un paso a mi.

- Raven. Vámonos de aquí. - vuelve a decir Maile.

Pero yo no quiero irme. Tengo preguntas. Y también ganas de golpearlo. Algo me dice que Mathias sabe algo que yo no, y quiero saber eso.

- Vete. O esta vez haré que le hagas compañía a mis padres, así como pensé que lo hacías cuatro años atrás. - el viento empieza a soplar con más fuerza. 

Tengo que calmarme un poco. No quiero hacerle daño a alguien inocente, a Maile.

- Veo que has estado aprendiendo a controlar los elementos - dice y extiende sus brazos para que el aire le dé en todo el cuerpo - me gustaría ver cómo los usas contra mi.

Sin hacerlo esperar y sin pensar hago que una gran ráfaga de viento lo aviente dentro del cementerio. Como si no pesara nada, el viento lo hace volar y cuando va a caer se pone de cuclillas y con una mano se detiene de la tierra, levantando el césped un poco.

- Raven ¡No! ... - la voz de Maile fue de súplica. Lo volteo a ver y está congelado. Está en una posición de corredor, con un brazo extendido al alto de los árboles y con los ojos abiertos como los de los búhos en las noches oscuras, y la boca abierta en exclamación.

- ¿Qué le has hecho a mi amigo? - con paso veloz corro hacia la reja que está cerrada, la cual Mathias pasó volando y ahora yo doy un salto para llegar al otro lugar.

- Nada querida prima. - Mathias levanta las manos y niega. - Pero si quieres que vuelva a moverse - dice mientras da unos pasos al frente y fija su oscura mirada a la mía. - tendrás que venir conmigo.

Mi rostro se contrae y la rabia pasa por mi cuerpo.

- Tienes que estar totalmente descerebrado para pedirme algo así - digo la voz algo alta. - No iré a ningún lado contigo. Te odio, y lo único que quiero es que desaparezcas. Pero antes contesta algo.

Mathias se lleva la mano a la quijada como pensando en lo que le dije pero empieza a reírse.

- ¡No! Así no funcionan las cosas. Ven conmigo, y responderé todo lo que quieras - extiende su mano al frente.

- Si no te vas por tu cuenta - digo mientras me concentro en los árboles - Yo te ayudaré a irte al infierno.

De pronto su mano es sujetada por la raíz de un árbol.

- Eso es nuevo - dice y trata de safarse pero no es soltado por la raíz.

- Y yo también - abro mi mano derecha y la cierro cuando la muevo a él.

El viento lo golpea como bloques de acero y él se sacude pero la raíz lo sigue sujetando ahí. Empieza a tratar de deshacerse del agarre pero no puede.

- ¿Por qué fuiste un idiota conmigo? ¿Por qué me hiciste daño? ¿Por qué me dijiste aquello? ¿Por qué sigues vivo? - las preguntas salían sin querer mientras él era golpeado y era sujetado por las pequeñas raíces que se sujetaban a sus pies, encadenando su cuerpo en el lugar sin posibilidad a moverse.

Escuché como el viento soplaba fuertemente y las copas de los árboles se sacudían haciendo que algunos pájaros salieran aleteando con rapidez. No debería estar haciendo esto, no sé las consecuencias de hacerlo al estar consciente de mis actos.

Y de pronto él se libera. Quiebra las raíces y con sus manos al frente forma un escudo , el aire lo sigue golpeando pero ya no le hace daño como antes.

Extiendo ambas manos y las cierro hacia él, el aire da más fuerte pero el solo es empujado mientras con fuerza sigue con sus manos al frente.

- ¡Deberías hacer esto más fácil! - dice gritando - ¡Si sigues terminarás mal! - me vale un comino lo que dice.




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