Reinos Ocultos

Capítulo IV -Calamidad-

Mi cabeza. Siento que tengo una pelota de piedra dando vueltas sin parar. La luz está demasiado fuerte para mi gusto, seguro deje las ventanas abiertas. No es que me moleste la luz del sol, la verdad es que me gustan los días soleados; pero justo ahora no quiero que mis ojitos se derritan por la luz, ya el dolor de cabeza es suficiente para hacerme dolor también la cara. 

¿Qué fue lo que tome? 

Estoy seguro que no tome nada que me hiciera desfallecer como muerta. De lo contrario no sería el dolor de cabeza lo que me estuviera matando sino mi hermano con sus regaños y protestas. Y está bien, lo hubiera aceptado y creo que hubiera sido mejor eso que este dolor que siento ahora mismo. 

¿Y si tome algo sin que me diera cuenta? ¿Y si alguien vertió algo en mi bebida y no me fije? 

Sentí un frio recorrer mi columna, la simple idea de pensar en alguien queriendo hacerme beber algo toxico me dio escalofríos. 

No creo que hayan sido mis amigos, ellos no serían capaz de hacerme beber algo que no es bueno. 

Aunque... tal vez ni ellos pensaban lo que era...  

Sacudo mi cabeza un poco para apartar esa estúpida idea de mi mente. Ellos pueden ser imprudentes para divertirse pero estoy muy segura que ellos no serían capaz de hacerme algo así. 

¿Entonces que carajo me pasa? 

Con toda la pereza de un millón de perezosos abro mis ojos y veo las ventanas de mi habitación abiertas de par en par, pero no hay rayos de sol entrando por esta. Está un poco nublado y el viento sopla suavemente. Giro un poco mi cabeza para ver la hora... 

— ¡Tres de la tarde! 

Grité, pero me arrepentí de hacerlo cuando sentí un punzada terrible en la cabeza. 

Trate de recordar que había pasado anoche, pero solo tenía unas pocas imágenes de mis amigos bailando conmigo y ellos bebiendo un poco. Con dolor trato de recordar como llegue a casa, necesito saber si mi hermano no ha matado a mis amigos por llevarme a un lugar lejos. 

Al no recordar nada me frustro. Así no podré saber cómo hablar con mi hermano, y ni siquiera sé si está en casa y está trabajando. 

Creo que lo mejor será buscar primero medicina y luego llamar a mis amigos. 

Con eso en mente me quito la frazada de encima, doy vuelta sobre mi hasta estar en la orilla de la cama y me resbalo de apoco hacia el piso, cuando mis pies están firmes levanto mi tronco despacio y sujeto mi cabeza con ambas manos tratando de que mi cerebro no se mueva más y quizá así no sienta que tengo más piedras dando golpes en mi cabeza. 

Cuando paso frente al espejo veo que tengo la misma ropa de ayer y está toda sucia, chuquísima, puerquísima como si me hubiera metido a un balde de tierra, mi cabello tiene hojas y está tan despeinado que rezo para no tener problemas al desenredarlo. 

¡Arg! Estoy más que seguro que mi hermano se está guardando un regaño para hoy. Seguro tuvo piedad de mi anoche y me dejo dormir para tener fuerzas para cuando el me quite algo como castigo. 

Lentamente me dirijo al baño y abro la puerta del espejo buscando una pastilla, cuando encuentro las que necesito saco dos y me las tomo a con un poco de agua que tomo con la mano del grifo del lavamanos. 

Si esto no funciona tendré que abrirme el cerebro para masajear cada parte de el. 

Me quito toda la ropa y la hago una bolita y la lanzo al bote de ropa sucia. Abro el grifo y dejo que el agua fría relaje todos mis músculos, eso ayuda un poco con el dolor de cabeza. Debería comer unos hielos, siempre funcionan para el dolor de cabeza. 

Después de una larga ducha me cambio y me pongo algo cómodo, está haciendo un poco de frío y estoy algo cansada. 

— Que raro que los chicos no me hayan escrito. Apuesto a que amanecieron con una resaca horrible. 

Empiezo a buscar mi celular, pero no lo encuentro por ningún lado, lo busco en mi cartera, debajo de la cama, en el baño y hasta en la ropa sucia pero nada. 

Salgo de mi habitación y buscó en la sala, en la cocina pero todo esta super limpio que me da miedo hacer un desastre si busco más; y es que no hay nada que dé más miedo que mi hermano cuando se enoja al ver la casa hecha un desastre, él es el más pulcro de los dos. 

Si perdí mi celular tengo que inventar una buena historia para que Lucas no me castigue para toda mi vida. 

Un momento, Lucas ya no puede castigarme porque ya soy mayor de edad. 

Pero no soy financieramente independiente, me recuerdo. 

— Tendré que pedirle horas extras a Mariana en la biblioteca y así poder pagar un celular. — Ella siempre ha sido una persona super buena y compresiva, una vez me dijo si quería trabajar a tiempo completo pero en aquel tiempo no lo necesito, solo espero que aún esté disponible esa oportunidad. 

El dolor de cabeza ha cesado un poco, por lo que decido que será buena idea hablar con ella y despejar mi mente buscando nuevos libros para leer. 

Tarareando un canción voy a buscar un paraguas a la habitación de Lucas, cuando busco el paraguas tengo cuidado de dejar todo como está, no quiero más problemas si ve que desordene su limpio y brillante cuarto. 

Cuando encuentro un paraguas grande lo jalo y veo que una hoja cae al suelo. 

— Será mejor que la deje de nuevo donde estaba — me digo, pero no pude evitar leer lo que ahí decía. 

"La dama de verde ha perdido el baile, sus pies han cesado de danzar; sin embargo, las notas musicales suenan fuerte pero los árboles no se mueven, esperan a que la dulce creatura les guie para abrir las puertas y dejar al descubierto su reino. Así que no tardes más y trae a la dama que pondrá a la naturaleza a danzar." 

Trato de entender a qué se refiere, pero no tengo ni la menor idea. Quién sabe y esté conquistando a un chica con poemas o algo por el estilo. 

Dejó la hoja sobre las demás sombrillas y me voy. No quiero andar leyendo cartas de amor de Lucas, eso solo me darán ganas de molestar y por ahora eso no es una buena idea. 




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