Reinos Ocultos

Capítulo V - Pesadillas -

¿Alguna vez han sentido que el corazón se les sale del pecho? 
 
Bueno, aparte de tener la sensación que mi pecho es desgarrado por manos invisibles, veo como Abac saca el corazón de una bestia huesuda y lo incinera con sus manos. 
 
Hace unos minutos descubrí que mi hermano es un maestro de las espadas y que Abac es un vampiro piromaníaco de corazones. Siempre pensé que la rara era yo, la chica de cabello anaranjado que puede hacer las raíces de los árboles crecer, pero creo que no soy la única... ni con poderes ni secretos. 

Cuando mi hermano había sido jalado por una mano corrí hacia él con la intención de ayudarlo sin importarme tener que destruir el edificio pero me quede con la mano extendida y las intenciones en el suelo cuando vi a mi hermano sacar una espada de su espalda. No tenía nada visible pero cuando su mano fue atrás la espada se hizo visible y lo siguiente que vi fue asqueroso. Luca partió a la mitad a esa cosa que lo tenía tomado de la pierna. 
 
Me había quedado como boba viendo a mi hermano cambiar de color de ojos que no me percate de la otra cosa huesuda que venía tras mía, sino hubiera sido por Abac que me tiro a un lado esa cosa me hubiera tomado del pelo.  
 
Gracias a ese golpe es que recordé el nombre del hombre que ahora arranca corazones a las figuras oscuras que salen del apartamento. 

El elevador suena avisando una llegada. 
 
— Les juro chicos que no vuelvo a tomar de esa forma.  

No. Puede. Ser. 
 
— ¡No salgan! 
 
Grité para advertir a mis amigos que no salieran del ascensor pero estos ya estaban fuera y el ascensor ya se había cerrado.  
 
Corrí hacía ellos y empecé a presionar el botón del ascensor como loca. 
— ¡¿Qué demonios es eso?! 
— ¡Raven! ¡Raven! 
— ¡SON MONSTRUOS! 

EL jodido ascensor no abría. Mis amigos gritaban como locos y también empezaron a presionar el botón para que se abriera. 

La luz se fue y todos gritamos más fuerte. Yo no quería morir ahí, no quería que mis amigos murieran ahí. Aún tenía que descubrir porque mi hermano me había oculto esa espada. 

—¡Llama a tu guardián! — escuche que Abac gritaba. — ¡Salen más de su apartamento! ¡Llámalo o no podremos salir enteros de acá! 
— ¡Ella no llamará a nadie! — contestó mi hermano muy enojado. 

Sentí alguien que me jalaba del brazo, por un segundo pensé que era una cosa de esas pero era Abac que me ponía frente a él y estiraba mi mano. 

—¿¡Qué haces?! — grité cuando sentí que algo me quemaba. Su mano que estaba rodeando mi brazo estaba desprendiendo calor.  

Imaginé lo peor. Seguro me incinera el brazo y adiós viajes en bicicleta. 

— Si ella no lo llama, su sangre lo hará. — Dijo Abac muy serio y temblé. 

— ¡No te atrevas! 

Mi hermano quiso acercarse pero esas cosas seguían apareciendo y si no fuera por su espada que desprendía luz no seríamos capaces de ver nada. 

Trate de zafarme pero él era más fuerte, dejé de moverme cuando Abac presiono su cuerpo con el mío y me mantuvo firme. Por un momento eso hizo que me paralizará y recordará la última vez que alguien había puesto su cuerpo sobre él y quiso inmovilizarme. 

Mi amigos al verme en problemas intentaron jalarlo, pero él no se inmutaba ni por las patadas que le daban mis amigas.  

—¡Luca! — grité. Podía ver como la mano de Abac empezaba a destellar, eso solo significaba que el fuego estaba por llegar. 

La puerta del apartamento del frente se abrió. 

— Le dejas una marca y te enterraré en las profundidades del Polo Norte a ver si tu fuego derrite el bloque de hielo sobre tu cabeza. 

Nunca antes había visto a mi vecino de enfrente. Siempre pensé que en el edificio vivían familias pequeñas, pero estaba equivocada. 

Ahí estaba el hombre más guapo que había visto en la tierra. Pero sus ojos, eran algo que nunca había visto. Bueno, creo que el día de hoy he visto cosas que nunca pensé que existieran. 

— ¡Entren todos ahí! — contestó mi hermano. 

Abac obedeció y me empujo, él seguía detrás de mí empujándome a entrar a ese apartamento. Mis amigos corrieron y entremos todos a tirones. Mi hermano logró pasar por un pelito y cerró la puerta con fuerza. 

— ¡Raven! ¿Estás bien? — me preguntó Marvin cuando Abac me soltó. Las chicas se acercaron, estaban llorando pero aun así me abrazaron. Yo no sabía que estaba sintiendo, me sentía demasiado relajada para ser verdad. 

— Tengo mucho sueño — dije. — ¿Cómo es que no pasan? — pregunté en general, las cosas esas golpeaban la puerta pero esta no se inmutaba. 

— Su pulso se está debilitando. — dijo Abac. — Ha pasado mucho tiempo en el mundo de los humanos que un poco de oscuridad la ha agotado, casi la drena. Mi fuego la tuvo de pie antes. 

Comprendo lo que Abac dice, aunque suene muy loco. Sí me estuve sintiendo débil, pero cuando Abac me tomó tuve fuerza para querer pelear ahora que está lejos me siento peor que antes. 

Vaya, ahora sé que se siente no poder seguir adelante sin un hombre. 

— ¡Carajo! ¡Lo siento Raven! Es mi culpa y... — Luca se acercó y cuando quiso tocarme el dueño del apartamento lo aparto. 

— No te acerques. Tu cercanía no la ha fortalecido hasta ahora. Me necesita. 

Juro que quería moverme y buscar la ayuda de mi hermano, de reojo vi a mis amigos ser alejados por Abac. Parecía que tenían miedo de acercarse mientras él tenía bolas de fuego en las manos. 

— Te sentirás mejor, ahora es hora de dormir y luego podremos hablar.  

El vecino se acercó, sentí su brazo bajo mi cabeza, fijé mi mirada en sus ojos violeta. No apartaba su mirada de mí, y no me molestó, porque me sentía tranquila. Sus ojos tenían esa color violeta y celeste que rara vez se ve el cielo, después de una tormenta o en un atardecer a la orilla del mar. 




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