Reinos Ocultos

Capitulo IX - Un buen día -

Trate de ignorar a Kirk por el resto del día, fue algo muy difícil porque me seguía a donde yo fuera y por más que le pidiera que me dejara sola no lo hacía y ni siquiera respondía cuando le pedía explicaciones sobre donde estaba Lucas.

Aún no he hablado con mi hermano sobre lo que está pasando, necesito verle y saber que está bien.

Al menos Scott ya tenía ropa limpia y estaba siendo alimentado por los chefs del castillo, Amarilis se unió a ellos cuando supo que harían unos postres para la noche.

Sin ganas de seguir caminando me doy por vencida y me voy al cuarto a recostarme un rato. No me rindo solamente porque Kirk me sigue sino también porque la mitad de los habitantes del castillo me ven con cara mala y murmuran que soy una insensata por haber ido al otro lado del bosque y haber traído a un hombre lobo. Juro que por momentos sentía a mi cuerpo hervir de rabia y tenía ganas de hacerles caer lava en la cabeza.

Nadie acá entiende que todo esto es nuevo para mí, son unos desconsiderados. Si bien comprendo que ellos quieren que les ayude contra una lucha de reinos pero no están de acuerdo en que de mi ayuda a un ser vivo como ellos, eso sí es de hipócritas.

Antes de entrar a mi cuarto escucho a unas jovencitas susurrarse.

— Kirk debería ponerla en su lugar, ella no debe romper las reglas.

— Al haber traído a un hombre lobo deja en claro que aún es una jovencita insensata.

Con un movimiento rápido les corto el paso al hacer crecer el tallo de unas rosas, es una suerte que hayan muchas alrededor.

Ambas voltean a ver al responsable y cuando me ven se quedan mudas pero me muestran una mirada retadora.

Ay, desgraciadas.

Como ya estoy enojada dejo que mi cabello se vuelva rosa y se eleve como si fuera una llama flameante y peligrosa. ¡Y aun así las desgraciadas no se inmutan!

Me acerco y noto la diferencia de tamaño, ellos son más altas. ¡Maldita sea!

— No nos puedes hacer daño. — dice una de ellas.

— Kirk no dejaría que lastimes a alguien inocente.

¡Cómo si el guardián bueno para nada de Kirk fuera el dueño de mis acciones!

— Creo que he dejado muy claro que hago lo que se me apetece. — les hago saber.

— No hagas cosas sin pensar en las consecuencias. — dice Kirk y lo puedo sentir muy cerca de mi espalda.

— Estoy a un grito de hacerlas explotar, ellas son las que deben tener cuidado de hablar si no quieren pagar las consecuencias.

Y de pronto siento el brazo de Kirk bajo mis costillas y me eleva un poco del suelo. Eso me saca de quicio.

"Si las incineras llevaré a tus amigos al mundo normal y serán devorados" — escucho a Kirk.

Desgraciado. ¡Cómo se atreve a amenazarme con algo tan cruel! Es totalmente irracionable que quiera cuidar a los suyos pero quiera poner a mis amigos en peligro. No hay coherencia en que actúe de esa forma, podría afirmar que él tiene preferencia referente a quien merece ser ayudado y quien no.

Las chicas incluso se ríen al ver como se han salido con la suya. Eso no se quedará así. Kirk dijo que no podía incinerarlas, pero no dijo nada sobre que fueran devoradas por algo más.

— A mis amigas les encantará su cabello tan lacio. — les digo con una sonrisa de labios cerrados.

Ambas me ven desconcertadas pero breves segundos después entienden a que me refiero.

Miles de arañas caen y trepan por su cuerpo para enredarse en su cabello.

Me dio gusto ver como ambas gritaron al verse y empezaron a tratar de quitarse a las arañas. Nunca pensé que amaría tanto a esos bichitos.

Una enorme carcajada sale de mi con mucho gusto cuando una de las chicas le lanza un manotazo directo a la cara a la otra pensando en darle a una araña. He de admitir que nunca use mis habilidades para molestar a otros para vengarme, pero justo ahora puedo sentir lo divertido que es poder hacer algo para defenderme. Siento que en este lugar puedo usar mis poderes con más libertad. La libertad de poder usar esto a mi favor se vuelve muy tentadora, son mis poderes al fin de cuentas.

— ¡Ya, estuvo bueno! — Kirk me sujeto con fuerza y me hizo entrar al cuarto. Ya hasta estaba olvidando que él estaba a mi lado. Tendré que buscar una forma de ganármelo, algo me dice que si no es así mis poderes terminarán no siendo míos.

— Suéltame — sisee enojada. Bueno, creo que otro día trataré de llevarme bien con él.

Al menos me suelta y aprovecho para salir apresurada al baño. Quizás ese sea el único lugar al que no me siga.

Y cuando estoy por cerrar la puerta de un portazo él la detiene, entra y la cierra.

Tranquilidad ven a mí. Hadas de la paz, denme la habilidad de no mandarlo a volar.

— ¿Es en serio? Ni acá tengo privacidad.

Kirk no dice nada, solo me observa sin mostrar emociones.

Mentira. En su cara está la personificación del disgusto y la rabia. No negaré que se ve guapo así.

— Si me vas a recriminar lo que he hecho antes no te voy a escuchar y ni siquiera voy a pedir disculpas.

De nuevo no obtengo respuestas de él. Sigue viéndome directamente. Por alguna razón tengo ganas de llorar y de pegarle.

— ¿Qué quieres? ¿Quieres que me disculpe por huir? — vuelvo a preguntar, pero está vez me siento en el suelo.
Me dan ganas de querer tirarme al suelo completamente y hacer que nadie más me vea. Quisiera sentir absolutamente nada.

— Quiero que estes bien. — volteo a verlo con el ceño fruncido. Su rostro sigue sin mostrar emociones positivas.

— ¿Y cómo se supone que esté bien si ni siquiera yo sé que hacer para estarlo?

Eso es en parte mentira, porque Mariana me ha dado libros sobre la estabilización emocional o algo así y hay cosas que recuerdo que puedo hacer. Pero no tengo la fuerza para llevarlas a cabo porque creo que no puedo salir de estos sentimientos incomprensibles.

Kirk se acerca, se coloca en cuclillas frente a mí y coloca ambas manos sobre mis hombros. Instantáneamente siento lágrimas en mis ojos.




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