Reinos Ocultos

Capítulo X - Seguir en las tinieblas -

Como ninguno de los presentes podía dar crédito o explicar lo que acaba de pasar nos sentamos en el suelo formando un círculo. Yo en especial me sentía aún más rara, pero esta vez me sentía satisfecha. También me siento un poco incrédula, no lo negaré, porque en mi mente trato de crear una razón por la cual la herida de Freddy ha sanado. Él en cambio no levanta la mirada, está sentado a mi derecha y no paso por alto los leves roces que hace con su rodilla en mi muslo. Hasta ahora ninguna ha hablado.

"Seguro que aún se sienten mareados"

— ¿Cómo es que estamos acá? Es decir, estamos en tu trabajo pero es de noche cuando allá era de día. — Marvin fue el primero en querer explicaciones. Y aunque es Mathías quien tiene las respuestas no le ignoramos por eso está recostado contra uno de los enormes muebles que contienen pequeñas florecillas. Las observa como si fueran una maravilla.

— Sea lo que haya pasado, me ha dejado mareada y creo que mis intestinos aún están revueltos — dice Dennice avergonzada. Siento pena por ella así que me levanto para buscar pepto-bismol.

Mariana puede parecer una bruja pero tiene un botiquín con medicina, siempre decía que yo lo iba a usar algún día. Y vaya que tuvo razón.

Pero antes que yo pudiera buscarlo Mathías se acerca con unas hojas en las manos.

— Mastica esto y te sentirás mejor — ni siquiera ve directamente a Dennice, simplemente pone las hojas frente a ella.

Me acercó con paso firme y le arrebato las hojas de su mano. ¿Acaso cree que vamos a confiar en él? ¿Debe estar completamente loco? Por lo que Freddy no había estado comiéndome la cabeza pensado en él y en cómo nos trajo acá.

— Aléjate de mis amigos. — es lo único que digo y le doy la espalda. — No tengo idea de cómo es posible el estar acá, y mucho menos puedo entender como tu pierna está sana — le digo a Freddy que levanta la mirada y me sonríe. — ¿Por qué no has estado callado? Me gustaría saber cómo te sientes y...

— Estoy desnudo, Raven, y me siento como si no tuviera dignidad en este momento.

¡Mierda! ¡Hadas de los hombres bellos y lobos! ¿Por qué no recordé su ausencia de ropa?

Escucho las risillas de mis amigos pero los fulmino con la miradas y aunque ellos apartan la mirada de Freddy no dejan de reírse.

— Voy hacer que las rosas les cierren los labios y así dejen de reírse. — les amenazo.

— Oye, tranquila. Me rio porque me parece una falta de respeto decir que no tiene dignidad con la cosa que le cuelga de las piernas. ¡Soy hombres y me siento intimidado! — expresa mi amigo elevando las manos al cielo — pero te juro, querida amiga, que no lo he estado viendo hasta que nos recordó que estaba desnudo.

— Yo me rio porque me parece muy tierno — sigue Amarilis — y créeme que justo ahora me siento acalorada. Si Freddy quiere le busco ropa y también le ayudo a vestirse.

Volteo a ver a Freddy a la cara y puedo notar que ya no está tan avergonzado. Claro, es hombre al fin de cuentas y nada mejor para elevar el estado de ánimo que le alaguen a su miembro.

— Déjenlo, chicos. — interviene Dennice, y estoy a punto de agradecerle que sea madura hasta que vuelve abrir la boca — ¿No se preguntan si le crece cuando se convierte en lobo?

— ¡No sean así! — me hacen sentir pena ajena.

— Tu no te hagas la santa, que la última vez buscaste cuantos centímetros le caben a una mujer en su primera vez en Google.

— Y por como Freddy estuvo tan cerca de ti podría jurar que hoy lo descubrirás.

Mi cara arde, trato de defenderme con algo pero lo que han dicho si me ha molestado mucho. Entre nosotros podemos molestar sobre sexo y eso, pero entre otras personas no y mucho menos frente a Mathías. De reojo le veo y tiene una sonrisa tenebrosa en los labios. De cierta forma eso me hace sentir impotente. Ahora creo que él nos trajo acá, lejos de la seguridad de Ikiafara, para hacernos algo. En ningún momento pensé que nos estuviera ayudando realmente, pero ahora me maldigo por no pensar en sus segundas intenciones.

Agacho mi rostro y siento lágrimas en mis ojos.

Soy tan imprudente.

— Ponte esto y cúbrete — es la voz de Mathías.

Alzo un poco mi rostro, lo suficiente para ver que Mathías le ha pasado una toga negra a Freddy y este se la coloca rápidamente.

Me doy la vuelta con intenciones de correr e irme lejos pero una mano me detiene.

— Si no quitas tu asquerosa mano te juro que te la arrancaré y se la daré a uno de los gatos de Mariana.

— Lo siento, no era mi intención incomodarte — me arrepiento de lo dicho cuando noto que fue Freddy quien detuvo mi paso.

Igual me quedo en mi lugar. Y es Freddy quien se pone frente mío, con cautela levanta sus manos y sin apartar su mirada de la mía me cubre ambos lados del rostro.

— Perdón por reír por lo que dijeron tus amigos. Pero es que hacía tanto tiempo que no estaba con personas ni con un ser vivo que me deje llevar. Perdón. Tú me acabas de sanar y yo he sido muy imprudente.

Su tacto se siente tibio, se siente bien. Muevo mi rostro para pegarme las a sus manos y coloco las mías en sus muñecas.

"Vaya, tiene muñecas grandes porque no logro cerrar mi puño"

Ese pensamiento me hace reír un poco, porque sí... he pensado en otro cosa en donde mi puño no se cierre por completo.

— Tú no tienes de que preocuparte. He sido yo quien ha reaccionado mal.

Soy consciente de que pude haber reaccionado mejor, pero... no. No hay pero que valga. Mis amigos deberían saber que esas cosas no se dicen delante de otros.

— ¿Te digo un secreto? — pregunta Freddy y me hace sentir curiosa así que solo asiento con la cabeza. Él acerco sus labios a mi oreja derecha, y ese simple roce me hizo sentir cosquillas en todo el cuerpo, mi vello se erizo y cuando lo tuve más cerca pude inhalar su olor. Nunca antes había estado en una situación así con un chico y menos con un hombre lobo.




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