Rekishi ni Kizama reta.

Episodio 16: Situaciones extrañas.

El sol ocultándose por el este mientras los vendedores del pueblo Rumbial se preparan para guardar sus cosas e irse a sus hogares después de un largo día de ardúo trabajo.

A cierto chico de cabello azul le encantaría estar haciendo lo mismo; o aún mejor, irse de ese pueblo, pero por alguna extraña razón no podía encontrar a su capitán a pesar de haberlo buscado desde la tarde.

Sabía que es una persona que siempre está activa, por lo que todo esté tan callado y sin ruido estando ellos en el pueblo...es extraño.

—¿Dónde se habrá metido Haru? –se pregunta a sí mismo suspirando, de verdad que había buscado por todo el pueblo y no daba con su paradero.

"-No estoy preocupado, pero ciertamente estoy nervioso de lo que haya pasado; algo me dice que algo bueno no está sucediendo -piensa observando alrededor."

Las personas riendo pasan por su lado yendo directo a sus casas, solo observándolo de reojo para luego ignorarlo, sin tomarle mucha importancia. Por otro lado, Rei sigue caminando en busca de su capitán hasta que algo capta su atención.

Varias personas con túnicas negras, idénticas a las que observaron Haru y Rei cuando llegaron a dicho pueblo; aparecen de un callejón saliendo con sumo cuidado y sin querer llamar la atención, lo que no funciona mucho en el peliazul.

Sin despegar ni un segundo la vista de esas personas, ante sus ojos aparece el desaparecido. Extrañado por verlo con ellos realiza una examinación rápida, llegando al brazo y deteniéndose allí.

Cansado e intrigado por lo que pudo haber sucedido se acerca al grupo de personas con túnicas negras y Haru, quienes se encuentran hablando no tan animadamente. Acercándose al grupo todos los miembros se callan de golpe mientras lo observan detenidamente.

—Haru, te llevo buscando desde la tarde, ¿Dónde rayos te habías metido? –le reclama Rei ignorando por completo a los demás, quienes fruncen el ceño a no conocer al mayor.

—¡Oh! ¡Rei! Sucedieron muchísimas cosas, unas buenas, otras no tan buenas; después te cuento –hace un ademán con la mano a la vez que se voltea, pues al darle la espalda al menor no podía observarle el rostro.

—Bueno muchacho nosotros nos retiramos, por favor acuérdate de lo que hablamos –interrumpe Mars queriendo salir de allí para ocuparse de otras cosas, al igual que los demás –Y tengan cuidado, no todos los que aquí habitan son tan generosos como para no delatarlos con el ministro y el Rey J.

Sin más nada que agregar todos se retiran, despidiéndose de Haru y haciendo un ademán a Rei. Finalmente se quedan los dos solos con únicamente el viento soplando de acompañante; el peliazul de verdad quería preguntar, pero algo le decía que posiblemente lo que escucharía no le iba a gustar en lo absoluto.

—¿Qué te pasó en el brazo? –pregunta Rei rompiendo el silencio que se había formado, aún ambos observando el camino por el que se retiraron los otros.

—Eso es lo de menos –responde tocándose inconscientemente el brazo vendado; un poco exagerado según él, pero los demás insistieron para hacerlo y no se pudo negar –Vayamos a la casa de Naomi-san, de camino te explico todo y aprovechamos para esperarla...

(....)

Llegada la noche y los chicos ya un buen rato esperando a la dueña de la casa en donde estaban pasando su estadía, se sienten impacientes por no recibir señales de Naomi.

Ya Haru le había explicado detalladamente a Rei, quien solamente escuchó todo y no emitió palabra alguna; pues no se sentía con derecho de decir algo.

Ambos estaban en el porche de la casa, y mientras Rei se encontraba apoyado en una viga de madera con brazos cruzados y bostezando, el otro por el contrario se disponía a contar las rocas que se conseguía en el césped, aburrido.

Y como si la hubieran llamado, la mujer aparece caminando lentamente sujetándose su abdomen bajo, con muecas de dolor. Tambaleándose y perdiendo fuerzas a medida que va caminando, a punto de desfallecer es sujetada de un lado por Haru y del otro por Rei; sin decir nada, la acompañan a la casa.

Adentro de dicha cabaña los chicos dejan con cuidado a Naomi en uno de los sofás, examinándola. La chica de cabello castaño tenía varios moretones que eran cubiertos por el abrigo que extrañamente poseía, ya que cuando se fue con Rex no lo traía; además varios rasguños y marcas de uñas en sus manos. ¿Lo raro? Es que no dejaba de sujetarse el abdomen bajo el cual es tapado por la camisa.

Haru sentía unas inmensas ganas de moler a golpes a Rex al igual que el peliazul; la impotencia y las ganas de poder hacer algo los estaban consumiendo, pero no podían hacer nada, por lo menos no ahora y mucho menos en la posición en la que estaba el pueblo.

Un silencio sofocador acompaña la sala; la castaña observando fijamente el suelo; el pelinegro apretando los puños a más no poder mientras siente punzadas en su mano ya herida con anterioridad; y finalmente el peliazul cruzado de brazos, aunque apretándolos con la suficiente fuerza como para que se noten sus músculos, y no precisamente para lucirlos.

—¿Qué tienes ahí? –rompe el silencio Haru con una pregunta, intentando ocultar su molestia.

—...

—Naomi responde, ¿Qué tienes ahí que no quieres mostrar? –vuelve a preguntar Haru al ser ignorado por la mujer, o mejor dicho pasado por alto.

—Es mejor que contestes ahora. –recomienda Rei con seriedad observando desde arriba a la mujer, sintiendo esta última un escalofrío.

—No es nada.

Responde por lo bajo y cortante, lo que provoca que Haru pierda la paciencia. Quitándole de golpe la mano que se encontraba sobre su abdomen bajo, levanta un poco la camisa mostrando la zona, absolutamente sorprendido por lo que sus ojos miraban.

Ante estos se encontraba una gran marca...marca de los dientes de un dinosaurio, y para colmo en el centro de esta había una RX tatuada; identificando que eso era de su propiedad. Los chicos se quedan en silencio, un silencio amenazador.



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En el texto hay: aventura epica, magia, aventura humor

Editado: 19.08.2024

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