Rekishi ni Kizama reta.

Episodio 19: ¿El futuro ideal?

Salta hacia atrás esquivando la gran mordida que seguramente le hubiera arrancado la cabeza, sudando. Llevaban un largo rato de esa forma, Rex lanzando mordiscos, arañazos o partiendo el suelo a sus pies; mientras que Haru no podía hacer más que esquivar.

"-Esos sensores que tiene debido al alma de gato me están dificultando todo -piensa el pelinegro observando alrededor, intentando pensar con claridad."

—¿¡No que ibas a acabar conmigo!? –dice alterado el dinosaurio con una risa malévola, alzando las manos en señal de superioridad.

El menor se queda en silencio yendo a atacar con la lanza en manos, estratégicamente se mueve con rapidez golpeando a Rex en lugares vitales; sin embargo, el dinosaurio previendo eso se mueve unos centímetros para que dichos golpes le den en otras partes.

Carraspeando en señal de molestia, Haru se aparta de un brinco. Tiene que pensar como detenerlo, y ya creía que así como iban por supuesto no se va a llegar a ninguna parte, o tal vez sí, a su derrota.

—Esto no funcionará... –susurra el pelinegro a la vez que desaparece la lanza en su mano izquierda, analizando en calma la situación.

—¡Acaso ya te arrepentiste! Déjame decirte que es muy tarde para eso –se burla Rex soltando otra gran carcajada –¿¡El destino de Dios es este y nadie lo podrá evitar!? –alza ambos brazos al cielo, dando una imagen digna de un psicópata.

—¿Dios? ¿En serio piensas que Dios tiene que ver en algo como esto? Tan patético –se enfurece apretando los puños, intentando controlarse –¡¡Su Dios es una porquería la cuál no se debe considerar como tal, ningún ser humano es un Dios; mucho menos gente como el ministro!!

Aprieta aún más fuerte sus puños, respirando agitadamente.

"-Un Dios como el ministro; por favor, no sabían siquiera el peso de esa palabra, ser un "Dios"-aprieta la mandíbula con fuerza."

—Los seres inferiores como nosotros siempre necesitamos algo en qué depositar nuestra fé y esperanza; un objeto, una persona, una divinidad, algo que nos dé la fuerza para creer que todo es posible –sonríe mostrando todos sus colmillos, los cuales empiezan a agrandarse mientras botan un líquido, veneno.

Después de decir aquello toma impulso y de un rápido movimiento ya se encuentra frente a Haru, a punto de agarrar sus brazos; aunque reaccionando más rápido se separa unos centímetros y aprovechando esa ventaja de tenerlo tan cerca lo agarra de uno de sus brazos, pasándolo por encima de su hombro haciendo una llave.

Debido a esto, en segundos el mitad dinosaurio está en el suelo, expulsando todo el aire en sus pulmones por el golpe recibido en toda la columna; además, rompiendo parte del suelo por su gran cola.

"-Bien, la estrategia ha cambiado. La única oportunidad en la que está desprevenido es cuando me ataca, así que tendré que estar en sincronización con su ataque -piensa Haru con una sonrisa, ya sabiendo como atacar."

Aún Rex en el suelo el pelinegro procede a dar un golpe en todo el pecho, sacándole nuevamente el aire al hombre; pero sucede algo extraño, los dientes dejaron de ser afilados y alargados, volviendo a la normalidad.

"-¿Qué rayos?"

Al darse cuenta que su secreto podía ser descubierto el dinosaurio se separa rápidamente escupiendo veneno a la cara de Haru, quien por no poder esquivarlo debido a la sorpresa, inconscientemente crea un pequeño campo de fuerza que lo protege.

"-Eso estuvo cerca."

—Pequeño mocoso, no tientes a tu suerte –amenaza Rex con ojos llenos de furia, volviendo a aparecer las venas más marcadas en sus brazos y frente, demostrando su enojo.

—Bien, ven a atacar. –incita Haru apoyando las palabras con sus acciones, llamándolo con la mano.

Ese es el recibimiento para que empiecen los golpes; Rex se acerca con rapidez empezando a escupir veneno, intentando rasgar a su oponente o morderlo, en estos momentos no le importaba, mientras que por otro lado el pelinegro esquiva y lanza golpes al rostro del mayor, acertando unos y siendo detenidos otros.

Haru al sentirse sofocado por los muchos ataques por parte de Rex y viendo que ninguno estaba ganando esa pelea decide lanzar un golpe al minuto en que el contrario ataca, tomándolo desprevenido; asesta el golpe.

Al quedar sin aire, el dinosaurio es enviado a una de las columnas lejanas del gran edificio, lo cual le otorga un tiempo al pelinegro para aclarar todas sus ideas; pues si bien ya sabía cómo poder asestarles golpes a Rex, habían algunos otros que el dinosaurio esquivaba o paraba, así que de esa forma se iba a extender todo.

—La rapidez es clave... –susurra rascándose la nuca, sintiendo como si la cabeza le echara humo; esto de pensar no le estaba gustando.

"-Tengo que planear algo cuanto antes- piensa suspirando."

Si de una bombilla se tratara, Haru sonríe inmediatamente teniendo la "mejor" idea que se le pudo ocurrir.

—Si la rapidez lo es todo, entonces solo tengo que ser aún más rápido –chasquea la lengua satisfecho con su razonamiento y lógica, estirando los brazos –El punto está en cómo lo logro...

Antes de si quiera poder pensar nuevamente, Rex sale impulsado directo a Haru, lo que produce que el pelinegro coloque sus brazos en los hombros del dinosaurio para apaciguar el golpe; sin embargo, no siendo suficiente y además no esperárselo, ambos se dirigen directo a la pared más cercana.

Así mismo, quien recibe el golpe más fuerte es el menor, puesto a que al estar apaciguando el golpe del frente, no se fijó el de atrás. Sin aire empieza a toser ahogado, sacando fuerza y empujando a un lado a Rex, quien empieza a reír.

—¿Qué pasó mocoso? Veo que estás perdiendo fuerzas –dice mientras suelta una gran risa, sonando como rugido.

Recompuesto a duras penas, Haru voltea a observarlo completamente serio; estaba enojado. Está de más decir que enojado porque lo atacó no es, más bien es por todo lo que ha hecho, no solo a sus amigos, sino a todos los del pueblo.



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En el texto hay: aventura epica, magia, aventura humor

Editado: 19.08.2024

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