En lo alto de una colina envuelta en niebla eterna, se alza el castillo de Noctharis, hogar de la princesa Eryndra. Con su vestido negro ceñido a la cintura y su largo cabello rizado cayendo en cascada más allá de su espalda, es la heredera de un reino sumido en la oscuridad de la guerra. Bendecida —o maldita— con el poder de la electricidad, su destino es gobernar y destruir a sus enemigos.
Pero el amor no entiende de deber ni de sangre derramada.
Kael, el hijo del rey enemigo, es todo lo que Eryndra debería odiar. Alto, de piel pálida y cabello negro y desordenado, es la sombra de la traición hecha hombre.
Sin embargo, en la bruma de la noche, entre batallas y secretos prohibidos, sus caminos se cruzan. Ella lo ama primero, con la intensidad de una tormenta a punto de desatarse. Pero él la ama más fuerte, con la desesperación de quien sabe que no hay futuro para lo que nunca debió existir.
Cuando la guerra alcanza su punto de quiebre, la traición se convierte en el arma más afilada. Y Eryndra, con el trueno en sus manos y el corazón hecho añicos, deberá decidir si su amor puede sobrevivir al rayo... o si lo dejará arder en la tormenta.