Relámpagos en la niebla

Capítulo 6: El Secreto Bajo la Luna

La luna llena brillaba con fuerza sobre el reino de Noctharis, iluminando el castillo en medio de la oscuridad como una vigilia silenciosa. Eryndra se encontraba una vez más en la torre más alta de la fortaleza, mirando el vasto paisaje que se extendía bajo su mirada. A lo lejos, las luces de la aldea parpadeaban tenuemente, pero era la luna la que dominaba todo el cielo, reflejando en su resplandor los conflictos internos que la atormentaban.

Desde su último encuentro con Kael, algo había cambiado. No podía dejar de pensar en él. No por el peligro que representaba, sino por lo que él había revelado en esa breve conversación: la vulnerabilidad, la duda, la lucha interna que compartían. Era casi como si sus corazones estuvieran entrelazados por algo más profundo que el odio que sus respectivos reinos les exigían.

Con el viento recorriendo sus cabellos, Eryndra se giró al escuchar un crujido suave detrás de ella. Sin volverse, ya sabía quién era. Kael estaba allí, en la oscuridad, como una sombra que surgía de entre los árboles, como siempre.

"¿Por qué siempre eliges la noche?" preguntó Eryndra, dejando que sus palabras flotaran en el aire antes de mirar a los ojos de Kael. "Es como si ambos fuéramos criaturas de la oscuridad."

Kael dio un paso más hacia ella, su rostro medio oculto por la sombra de su capa, pero sus ojos brillaban con la misma intensidad que el cielo estrellado. "La oscuridad no tiene juicio", dijo con voz grave. "Nadie nos observa aquí."

Eryndra lo miró de reojo, sintiendo una tensión palpable en el aire. Habían estado evitando lo inevitable, pero ambos sabían que algo estaba creciendo entre ellos, algo más allá del simple juego de enemigos.

Se acercó lentamente, sin apartar la mirada de Kael. “¿A qué viniste esta vez?” Su voz sonó más suave, pero con una seguridad que no había tenido antes. "No tienes que venir. No necesitas darme explicaciones."

"Pero los secretos también tienen su precio", respondió Kael, y por primera vez en mucho tiempo, su tono no era tan firme. En su voz había algo vulnerable, algo que lo hacía parecer menos el príncipe guerrero y más un hombre atrapado en su propio destino. "Sabes lo que eso significa, ¿no?"

Eryndra asintió, sintiendo que la conexión entre ellos crecía con cada palabra no pronunciada. A pesar de que sus reinos se enfrentaban, a pesar de la guerra que los rodeaba, había algo irrefutable en sus corazones. Algo que no podían negar, aunque intentaran hacerlo.

Kael se acercó más a ella, sin decir una palabra, hasta que estuvo tan cerca que podía sentir la calidez de su presencia. La tensión entre ellos era palpable, como si la electricidad misma estuviera en el aire. Y en ese momento, Eryndra se permitió bajar la guardia, aunque solo fuera por un instante. Sus ojos se encontraron, y algo profundo y primitivo despertó dentro de ambos. No era solo atracción, no solo amor; era la necesidad de entenderse, de compartir algo que nunca podrían tener con nadie más.

"Kael..." susurró ella, su voz quebrada por una mezcla de emociones contradictorias. "Yo... no sé qué hacer con todo esto. Siento que estoy perdiendo el control. La guerra... todo. Pero contigo, todo parece... más sencillo."

La palabra "sencillo" flotó en el aire entre ellos, como un eco lejano. Kael, al igual que Eryndra, sentía esa tensión creciente, pero no podía dejarse llevar por ella. Sabía lo que eso significaba. Sabía lo que sus sentimientos por ella podrían significar para su reino, para su padre, para todo lo que había sido enseñado a creer.

"Lo sé", dijo Kael, su voz apenas un susurro. "Yo también lo siento. Pero hay cosas que no podemos controlar, princesa. La guerra, nuestros destinos... tú y yo somos... somos demasiado diferentes."

"Y sin embargo", respondió ella, acercándose un poco más, "no puedo evitarlo. Algo entre nosotros... no sé qué es, pero es real. Y lo siento."

Kael cerró los ojos, como si estuviera luchando contra algo dentro de él. Era evidente que se resistía, pero la fuerza con la que lo hacía parecía más como una fachada. Algo en su interior le decía que debía ir más allá de la pared que había levantado a su alrededor. Y, de alguna manera, Eryndra lo entendía. Sabía lo que se sentía ser atrapado en las expectativas de los demás.

"Te he dicho que esto no puede ser", dijo Kael, abriendo los ojos y mirando a Eryndra con una intensidad que la hizo estremecerse. "Somos enemigos. Y aún así... no sé cómo, pero no puedo dejar de pensar en ti."

Eryndra no respondió de inmediato. En su lugar, dio un paso hacia él, sin miedo. Sin pensar en lo que podría pasar, solo en el deseo de comprender esa conexión que había nacido entre ellos.

"Yo también", confesó con un susurro, sintiendo cómo su propio corazón latía con fuerza. "Pero si seguimos así, ¿qué quedará de nosotros? ¿Qué quedará de nuestros reinos? Si descubrimos lo que hay entre nosotros... ¿seremos destruidos por ello?"

Kael no respondió, y en lugar de palabras, fue el silencio el que llenó el espacio. Entonces, sin pensarlo, sin que las palabras fueran necesarias, Kael la rodeó con sus brazos. Era un gesto involuntario, pero poderoso. La abrazó con fuerza, y Eryndra, por un momento, cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de calidez que emanaba de él.

Pero, como si un rayo hubiera atravesado la habitación, Kael se separó bruscamente, empujando a Eryndra un paso atrás. Su rostro estaba marcado por la angustia y la confusión.

"Lo siento", dijo, con voz áspera. "No puedo... no puedo hacer esto."

Eryndra lo miró, sin comprender del todo. "¿Por qué?" preguntó, su voz temblorosa. "¿Por qué te alejas?"

"Porque es peligroso", dijo Kael, su mirada oscura llena de tormenta. "Porque no sé lo que estoy haciendo. Porque, por más que quiera... esto no puede ser real. No podemos serlo."

Eryndra, con el corazón acelerado, intentó entender sus palabras. Pero en ese momento, algo dentro de ella entendió. La lucha interna de Kael, sus miedos, sus dudas. Se dio cuenta de que, al igual que ella, él también estaba atrapado en un laberinto de decisiones imposibles.




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