Relato de un chico llamado Timothy

Capitulo uno

“Era muy de mañana y miré por la ventana…” el cielo estaba oscuro, se podía prever que en unas cuantas horas una lluvia torrencial caería en cualquier momento. Me encontraba leyendo un libro cuando el sueño empezaba a ganarme la lucha por seguir despierto junto a la mesa.

Mi abuela sentada en una silla al lado mío, estaba concentrada cosiendo unas largas playeras que días antes le habían encargado para Lauren. La hija orgullosa que siempre quería estar a la moda con las tendencias repentina del mercado actual. Lauren, al notar las buenas habilidades de la abuela Esther, no pudo ocultar su alegría y el placer de tenerlas a su alcance.

Mi nombre es Timothy, soy el niño que narra estos hechos, soy tímido, nada especial, con contextura delgada y cuerpo frágil. Hoy es el primer día que inicio clases en un nuevo instituto, entraré a la secundaria, la cual es signo de nervios para un cobarde como yo. Me despido de la abuela y padres, parto rumbo a la cera de la calle para esperar el autobús escolar. Al llegar a la escuela empiezo a observar los alrededores como todo buen niño que comienza un nuevo ciclo.

Deseo relacionarme con los demás, me siento en el pupitre más lejano, por ser muy alto temo molestar a los demás. Nada fuera de lo normal ocurre, termino las clases y me dirijo a casa para descansar. Noto unas personas que se acercan a lo lejos con unos leves gestos que no logro apreciar. Estas personas al acercarme veo que son los insoportables compañeros de escuela. Milton, Juan y Pedro con quien estudio. Ah valla, pero si es Erik el niño tímido de hoy. Por un momento me asusté y creí que me iban a pegar. Lo que hice fue ignorar su pregunta y marcharme.

Molestos, ellos se alejan y ríen después. Par de locos me dije a mi mismo. A la mañana siguiente, al caminar, me encuentro con ellos de nuevo. Mala fortuna, hoy no es mi día, será de mala suerte, dije yo al pensar en ello.

En los días siguientes a mi llegada, mi pensamiento era como un niño perdido en un terreno montañoso: acá y allá, con gran esfuerzo, lograba ver aquellos rostros enojados de peligros y sarcasmo. Pues mi llegada de cierta forma no cayó bien vista de cierta manera por estos. He pasado estos largos días extraños: el clima, la tarea sofocante, los insultos que recibo a veces me fueron trayendo recuerdos tristes que bajan mi moral. Es curioso, pero vivir bien consiste en construir lazos con futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al tablero, sé que estoy siendo un idiota preparando recuerdos tristes, que alguna vez me traerán la melancolía y desesperanza.

Necesito despertar y reflexionar con tranquilidad. Camino por la escuela hacia el salón del al lado. Mi cabeza era todo un dilema: una cantidad de ideas y recuerdos se cruzan en mi mente, sentimientos de odio, resentimiento, venganza y temor se mezclaban y aparecían sucesivamente.  Por ejemplo, una idea que pasó por un segundo, era de ir a mi casa a buscar un bate y pegarle a Milton 

¿Y qué diablos iba a hacer, había esperado ese momento? 

¿Y ese tonto, que clase de loco era?

 Dije que tengo una idea desagradable pasando por mí estresa mente de momento. Esta desagradable humanidad; debo confesar  que no me cae bien.

No soy así, así que olvidémoslo por el momento.  Siento que semejante impresión es igual a la que me producen ciertos animales carnívoros y silenciosos como pequeñas víboras para atacar en cualquier momento propicio.

 Trataré de ordenar  un poco el ocaso en mi mente de mis ideas y sentimientos y proceder con cautela como acostumbró. Había que empezar de nuevo por el principio.

El primer paso, si en esa escuela era tan natural el conflicto y que en ella tuviera malas relaciones con los demás, en especial con hombres, cómo lo probaba este hecho. 

¿Por qué no emplear una táctica que se centrará en tener conversaciones triviales con otras personas ajenas a ellos? Pero el problema era si en esta vida había otras personas como yo.

 ¿Y quiénes serían?

Primero pensé en Luis, un tipo agradable que trata a veces de hablar conmigo. ¿Quiénes eran los otros, en ese caso? Si con esto terminaba el asunto problema. En fin, la respuesta a esa pregunta no podía ser clara en aquel momento mismo, al otro día me dispuse a entablar una conversación con Luis a ver qué sale de esta jugada práctica mía. 

Me dio pena hablarle, decirle que deseaba ser un amigo.

A pesar de que mi comportamiento es algo frívolo, él me respondió que debía hablar. En fin, después de hablar algo de interés, nos hicimos amigos y me dio su número de contacto. Esa misma noche le hablé por teléfono. Me atendió una mujer, cuando le pregunté por Luis. La mujer pareció extrañarse por un momento. Casi enseguida oí la voz que venía atrás y era de Luis. 

Con un tono de risa me dijo que esperara para hablar con él.

 Espere un momento _ respondió.

 Oí que dejaba el teléfono en otro lugar. A los pocos instantes me contesta él. Nos pusimos de acuerdo para la tarea de mañana y termino la conversación.

Pasaron los días y al tener un amigo estos molestos compañeros se alejan de mí y no se me acercan más. Me pongo a pensar que cobarde de su parte al notar más gente estos se disponen a molestar a alguien más. Para terminar este relato me digo a mi mismo que de ahora en adelante tendré que ser más fuerte y no suponer de más. 

Ya que el cambio lo produce uno mismo. Y en este mundo social debo afrontar los problemas que se avecinan en esta complicada sociedad. 

 



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En el texto hay: amistad, relatocorto, vida realista

Editado: 17.03.2022

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