Relato de un valiente

6. El duelo (2)

Una chica rubia entra al salón, acercándose rápidamente a su asiento, tirando la cara en el pupitre con fuerza. Un par de compañeras se acercan, preocupadas.

—¿Estás bien?

Ella, sin darse cuenta de la presencia de sus amigas, grita aún con la cara en el pupitre, moviendo brazos y pies de arriba a abajo con rapidez.

—¡Es un idiota! ¡En serio un idiota! —se dijo—. Es mi culpa por preocuparme de semejante imbécil.

—Aaa... ¿Shecil?

Con un sobresalto se levanta, percatándose por fin de las chicas. Se coloca las manos en la cara. Aunque sus ojos muestran signos de querer llorar, se niega a hacerlo.

—Ho-hola, ¿Cómo les va? —dice, con la cara roja.

—Olvídate de nosotras, ¿Qué te pasa?

—No, no es nada, tranquilas chicas. Es solo que Merphel despertó y...

—¡¿Merphel despertó?! —gritan las compañeras al unísono, revelando la información a todos en el lugar. De un instante a otro, los alumnos corren sin reparo para ver a la estrella de la academia. Ella observa sorprendida al último compañero cruzando la puerta. Saca un suspiro.

—De nuevo sola —dice, mientras deja caer la cabeza al pupitre—. Como siempre. Ojalá me partiera un rayo.

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—Ya pasó una semana desde que se levantó —contesta Shecil—. Tal vez me siga odiando.

—No te preocupes, además, los chicos fueron muy amables al dejarnos usar el campo hoy. No desaproveches la oportunidad —contesta la amiga.

—Claro, con todos locos por él raro sería que no lo hicieran.

—Bueno, voy a preparar el circuito. ¿Segura que quieres quedarte en el almacén?

—Segura.

—Bien, te dejo entonces.

Por milésima vez, la chica rubia se queda sola, sentada en el suelo, escuchando la nada mientras sus pensamientos aparecen poco a poco. Se sentía culpable, no solo porque lastimó a Merphel, sino porque conoce a su amiga, sabe que se está culpando por hacer el circuito demasiado difícil, pero no es así, la verdad es que nada hubiera pasado si Shecil no hubiera organizado la competencia. Y para empeorar las cosas, todos le han ganado desprecio por dañar a su ídolo. Esto no podía empeorar.

Entre pensamientos comienzan a escucharse voces desde el exterior. Ella cree que Merphel no tardará en llegar. No lo había visto desde el encuentro en la enfermería, y como terminó la cosa, no quiere volverlo a ver. Pero con tanta gente, no piensa nada más que en aventarse de un puente.

La puerta se abre, es la amiga.

—Todo esta listo. Confío en ti, guapa —dice, mientras esboza una sonrisa.

"Cómo quisiera tú confianza" piensa Shecil. Se levanta con dificultad. Intenta mover sus manos pero es muy difícil, están pálidas y temblorosas. Siente un frío repentino chocando contra ella. Intenta calmarse, pero no lo logra, con cada paso es más difícil respirar. Llega a la puerta, y tragando saliva, sale del lugar.

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Todo el campo está rodeado. La gente que se percata de su presencia comienza a abuchear. Buscando el punto de inicio, comienza a caminar con torpeza por el campo. Logra ver a Merphel, sentado en una silla de ruedas a unos metros del punto de partida. Al parecer superó la migraña, sino no podría con todo el ruido alrededor.

—Terminemos con esto —dice el chico.

Shecil no pronuncia palabra. Se prepara para iniciar, las manos tiemblan y los hombros están muy tensos.

Una cuenta regresiva comienza a escucharse.

—Diez... Nueve...

—No... —piensa la competidora—. No puedo hacerlo.

—Ocho...

—No lo soporto... Es demasiado...

—Siete...

—Oye, bestia —expresó Merphel—. Al menos dale a un par, ¿Quieres?

Sus compañeros, quienes se encuentran próximos a ellos, ríen. Terminada la risa, comienzan con una contienda de insultos. "Inútil", "tonta", "basura" o "animal" fueron algunas de las palabras que llega a escuchar. Incluso para Merphel, eso era demasiado, así que los calla con enojo. Cuando regresa su atención a la chica, se sorprende al ver que los esta observando.

—¿Qué dijeron, hijos de puta?

Los ojos verdes de Shecil penetran con furia al grupo, incluyendo a Merphel. Con tal expresión, él chico cae de la silla en una acción involuntaria de huida, al fin y al cabo era la misma sensación de cuando recibió el ataque contra sus nueces.

—Dos... Uno...

Shecil regresa su vista al circuito.

—¡Ahora!



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En el texto hay: fantasia, aventura epica, accion

Editado: 24.05.2021

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