Relato del Fuego y del Agua. Parte 2: Agua

13. Redención

Una noche, mientras revisaban unos documentos en las oficinas de Daría, relajándose junto a la chimenea tras un arduo día de trabajo, escucharon a lo lejos un bramido escalofriante, seguido de unos golpes secos contra las paredes.

Ambas se tensaron en sus sillas. —¿Viste algo inusual en tu camino hacia acá desde la biblioteca? —preguntó Daría.

—No, mi ama.

La puerta de la oficina se abrió de golpe y Tsog entró sin disculparse por la interrupción. —¡Mi ama! Tenemos un problema en uno de los calabozos.

—¿Qué pasó? —demandó Daría incorporándose.

—El hechizo sobre uno de los basajaunes se dispersó y, al ver el bosque muerto alrededor del castillo, enfureció y empezó a atacarnos. Necesitamos que venga urgentemente, el basajaun es muy fuerte y sólo su magia puede someterlo de nuevo.

Daría caminó a la puerta e hizo un ademán con la mano a Melina. —Ven, Valda, tú puedes ser de mucha ayuda.

Tsog titubeó unos momentos. —Mi ama… no creo que sea prudente que Valda la acompañe… se trata del basajaun de... de uno de los calabozos secretos —dijo Tsog casi en un murmullo, tratando de que Melina no lo escuchara.

—No importa, confío en ella —respondió Daría molesta al tiempo que escuchaban otro bramido—. No hay tiempo que perder, ¡vamos!

Los tres se abalanzaron al pasillo hasta llegar al lienzo. Con un hechizo, Daría reveló la entrada escondida y bajaron apresurados.

Al pie de las escaleras se encontraba el basajaun blandiendo su hacha de un lado a otro desesperado, mientras Baltazar y un demonio trataban de contenerlo sin éxito. Cuando el basajaun vio a Daría, inmediatamente la reconoció como la responsable de la muerte del bosque y se arrojó furioso contra ella. Daría lanzó un hechizo para defenderse y detenerlo, pero el basajaun reaccionó rápidamente y se hizo a un lado para esquivarlo, provocando que el hechizo aterrizara sobre la antorcha.

La antorcha explotó y dejó el pasillo en completa oscuridad. Daría pegó la espalda contra una de las paredes en lo que se concentraba para iluminar el pasillo de nuevo, de otra forma correrían un gran peligro. El basajaun, aprovechando la distracción de Daría, levantó su hacha, planeando asestarle un golpe. Tsog, como otros grifos, tenía una mejor visión nocturna que los humanos, por lo que alcanzó a ver al basajaun acercándose a ella.

—¡Cuidado ama! —vociferó y, sin pensarlo dos veces, se precipitó sobre el basajaun para detenerlo.

Daría terminó su hechizo y el pasillo se iluminó nuevamente. Tsog luchaba contra el basajaun mientras el demonio lanzaba hechizos débiles para detenerlo y Baltazar los miraba detrás de una columna, petrificado de miedo.

—Valda —dijo Daría—, necesito que lo distraigas en lo que yo preparo un nuevo hechizo.

Melina asintió y se acercó a la criatura enardecida. En ese momento, el basajaun aventó a Tsog violentamente contra una de las paredes; el grifo cayó al suelo y no se movió. El demonio aulló horrorizado y escapó por las escaleras, dejando a Melina sola para contener los golpes que propinaba el basajaun. Melina creó un escudo mágico para defenderse mientras iba retrocediendo para que no la alcanzara el hacha.

Justo cuando Melina pegó contra pared y los golpes del basajaun empezaban a debilitar su escudo, Daría terminó su hechizo y extendió las manos liberándolo. El basajaun se paralizó de inmediato y se derrumbó sobre el suelo como una estatua de piedra.

Melina suspiró aliviada y se recargó contra la pared para descansar. De haberse prolongado la batalla, se hubiera visto forzada a utilizar un hechizo más fuerte contra el basajaun y no quería luchar contra él, sabía que su furia no era por maldad, sino por dolor.

Daría se acercó a Tsog, seguida de Melina—¿Está bien el señor Tsog, mi ama? —preguntó.

—No, Valda. Está malherido. Se golpeó la cabeza duramente, dudo que logre sobrevivir —dijo Daría ansiosa.

—Tal vez yo pueda ayudarlo, mi ama —dijo Melina arrodillándose junto al grifo y examinándolo.

Daría la miró confundida. —¿De qué hablas, Valda?, ¿cómo podrías ayudarlo?

—Pues… con un hechizo para sanarlo, mi ama —respondió Melina sin entender su confusión.

Daría alzó las cejas. —¿Sabes hacer hechizos de curación?

—Claro, mi ama.

“Yo no”, pensó Daría. A pesar de ser una hechicera muy poderosa, casi tanto como Namtar, su magia sólo servía para destruir o someter, para aterrorizar, jamás para crear o construir, menos aún para sanar.

Daría cerró los ojos lentamente, impactada al darse cuenta que sus poderes sólo podían traer devastación y que ello le pesaba y contribuía a su malestar. —Ayúdalo, entonces —dijo incorporándose para darle espacio a Melina.

A unos metros, Baltazar emergió de atrás de la columna y se acercó desafiante al basajaun paralizado, como si él lo hubiese conquistado. —Debería matarlo, mi ama, ¡es un peligro tener a esta escoria en el castillo! —dijo al tiempo que sacaba un cuchillo de su bota.

—No, déjalo en paz —ordenó Daría imponentemente.

—Es mejor deshacernos de él, ama. Aunque vuelva a poner un hechizo sobre él, sigue siendo un peligro.

—¡He dicho que no! No es su culpa; despertó del hechizo y vio lo que más amaba destruido, ¿puedes culparlo de actuar así? —respondió Daría—. Vete, Baltazar, no tienes nada que estar haciendo aquí, con esta pelea has probado ser el mismo inútil despiadado de siempre.

Baltazar la miró sospechoso. Al igual que Melina, él también notaba que Daría era una persona diferente desde hacía unos meses; a diferencia de Melina, él no se alegraba por el cambio y pensaba en la forma de evitarlo. Sólo existía una persona capaz de detener lo que fuera que estuviese cambiando en ella… tal vez si lo buscaba y le contaba lo ocurrido con Daría, le perdonaría la vida…

Baltazar hizo una reverencia y subió por las escaleras. Melina terminó su hechizo y Tsog abrió los ojos, mirando a su alrededor desorientado. Al ver a la chica junto a él y recordar el golpe, entendió lo que había pasado: ¡Valda lo curó!, ¿cómo pudo hacer eso? Tsog entrecerró los ojos alarmado, ¿sería posible que Valda no fuese quien aseguraba ser?, ¿y si era una espía?, ¡tal vez era amiga del dragón y de los otros! Si fuese realmente una seguidora de las tinieblas, ¿cómo era posible que supiera hacer hechizos de curación?




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