Ring, Ring…
La alarma comienza a sonar estruendosamente, él se levanta mientras escucha ese horrendo sonido, hasta que al sentarse a la orilla de la cama, estira el brazo y la apaga.
Un nuevo año, nuevos alumnos, debía estar listo, se arreglo bien; se ve pulcro, serio, algo jovial.
Quiero llamar la atención con algo, el verde musgo de un traje, sería un buen color, daría que hablar; aunque el azul francia resaltaba más, observo sus dos opciones detenidamente. Sería el azul, sin corbata, solo una camisa blanca, el traje, zapatos bien lustrados y ¡Perfecto!
Por último, mientras desayuna, mira por la ventana. los perros ladran aún no amanece, apenas se avistan algunos autos. Antes de salir como siempre, observa una foto, la mira con cariño, con nostalgia.
Había sido sacada un mes después de haberse mudado a un nuevo país, en ese entonces él era un pequeño niño, ni siquiera sabía cómo se llamaba el país al que iría, como seria su gente, cuál sería el idioma. América era lo único que sabía pronunciar.
Observaba a su madre, en esa foto se ve ojerosa, cansada y no era para menos, se había marchado de Siria para no regresar, luego de la muerte del padre de sus cinco hijos, ya no le quedaba nada más que comenzar en cualquier otro lugar.
Ella eligió América, a donde fuera, el país que fuere para ella estaba bien. Al llegar al puerto viajó por aquel país desconocido hasta asentarse.
Jamas habia visto paisajes tan verdes, lagos tan bellos. Allí formó su hogar, con un poco de ayuda y mucho esfuerzo consiguió una casa pequeña.
Lavaba, planchaba en casas ajenas, cuidaba a ansianas, limpiaba baños de una oficina cercana a su casa.
Con lo poco que ganaba pudo mantener a sus hijos, el mayor ya un adolescente la ayudaba,cuidaba a sus hermanos, era duro, muy serio se parecía a su padre, con mano firme obligaba a sus hermanos a hacer sus deberes, jamás los dejo faltar a la escuela, él en cambio, abandonó un año antes de terminar el secundario; no quería que su madre trabajara tanto, por lo que decidió salir a vender todo lo que podía, comenzó con huevos, mientras aprendía sobre formulas quimicas, para hacer productos de limpieza, se había instalado en una feria local, allí vendía bastante bien, en tanto las tres mujeres se dedicaban a remendar ropa, a veces a planchar en otras casas, pero nunca dejaron de estudiar; él por otro lado solo se dedicó solo al estudio.
Cuando los años pasaron todo el esfuerzo dio sus frutos, su hermana la mas pequeña ahora esmaestra, trabaja en una escuela albergue; la mayor de las mujeres en tanto es enfermera, tiene esposo y dos hijos; la que le sigue a él ,apenas un año y medio menor, es secretaria en una clínica, en tanto su hermano mayor luego de mucho esfuerzo pudo tener su propia concesionaria de autos, tiene una bella esposa y tres hijos, su madre ya anciana sigue viviendo en la misma casa. De vez en cuando es visitada por todos sus hijos y nietos.
Caminando por los pasillos de la universidad, recordando aquella foto donde se pueden ver las manos callosas y lastimadas de su madre, recuerda el sacrificio de su hermano, repasa en su mente el discurso inicial; dice lo mismo todos los años y nadie se cansa de escucharlo. Siempre el salon se silencia al ver su imponente figura.
Cuando comienza a narrar la anécdota el ambiente cambia; es de esas historias que hacen que uno piense, reflexione ria y se enoje a la vez, hace que sientan empatía, admiración. Es una buena anécdota.
Nuevamente, como cada año. comienza con un hola, pronuncia su nombre evidentemente extranjero, ya no tiene su acento original, pero aun así en la primer clase siempre lo intenta replicar; así la historia tiene más énfasis.
Comienza describiendo quién es, su edad, su profesión, pues no es solo profesor, estudió psicología, generalmente es llamado como perito ante ciertos juicios, es conocido entre sus pares, tiene hasta tres libros escritos y va por el cuarto y ama la docencia.
Pero ¿Cuál es esa anécdota que cuenta? ¿Qué eso que nadie se cansa de escuchar? pues es la siguiente:
Cuando tenía casi seis años llegamos a este país, casi sin nada, habíamos perdido a nuestro padre y nuestro hermano tomó la responsabilidad de educarnos, junto con mi madre, cuando nos asentamos ella trabajaba todo el dia, a veces no dormía para poder terminar de remendar alguna ropa, mis hermanas, como casa tradicional que era, hacían los quehaceres,cocinaban, planchaban, y ayudaban a mi madre a remendar ropas; mi hermano trabajaba de lo que fuere, pero principalmente vendía, vendía todo lo que se podía vender.
Él era firme, la vida lo había hecho rudo, pero cuando llegamos a este país, nos dimos cuenta de algo importante, todos podían ir a la escuela, todos podíamos estudiar y así lo hicimos, estuvimos, mi hermano se encargó de ello, quedó admirado con la educación de este lugar. Siempre nos despertamos temprano, para prepararnos para ir al colegio.