Soy reina y guerrera. No me detuve ante nada, así que no me detendré ante ti. No me atemorizas, no confundas mis temblores, creados y vividos por mí, con cobardía ante tu imponente presencia. Me disfrute, disfruto y disfrutaré cada paso que doy hacia ti o tu hacia mí. Mi ceguera y sordera, mis dolencias y lentitud, mis arrugas y cabello blanco, la caída de mis dientes y la de cada parte de mi cuerpo. Me disfruto el respeto y cuidado con el que muchos me tratan, así como la falta de respeto y excesiva confianza de otros, que me hacen sentir joven, activa y en este tiempo y espacio. Me disfruto cada consejo que me piden, “porque no se sabe si sea el último de la abuela”. Me disfruto los regaños que aún doy ejerciendo mi autoridad, la mayor autoridad de la familia, tanto como me disfruto el contar una y otra vez las mismas historias de mis aventuras y como se sosegaron al llegar mis hijas a mi vida. Cada cumpleaños es mejor que el anterior, siempre hay un bebé nuevo y todos hacen hasta lo imposible por llegar, porque no sabemos si habrá otro. Como y bebo lo que quiero, lo que me gusta, así como en navidad, cuando también hago lo que quiero, y a pesar de los miedos de los que me rodean, los jóvenes me dejan jugar con algunos de sus fuegos artificiales, los que re-direccionan a mi infancia, casi sin darme cuenta. Sinceramente, odio tu cercanía pero no te temo. Cuando me lleves en tu frío regazo me sentiré plena y feliz, completa y serena. En paz. Me harás dejar todo lo tangible que alguna vez tuve. Pero para tu mala suerte, me llevo lo mejor, mis recuerdos, cada momento de mi vida en mi casi intacta memoria, lo a los ojos de un niño, es una eternidad. Me llevo todo lo bueno, lo que valoro, lo que quiero, todo lo mío. Todo lo que no te puedes llevar.
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✒: Mare Durán / @mareduranv