Siempre te protegeré. Vivo o muerto, tú guardián seré. Mi pecho será tu escudo, o tu almohada, mis brazos tu abrigo o tu columpio. Seré el monstruo o príncipe de tus historias, así como el invitado especial, de todas las tardes de té de tu infancia. Seré el que caiga ante tus ojos, abrazos y dulce voz cuando quieras salir con tus amigas. Seré el que te defienda y quien maldiga a todas las malas parejas que tengas o se te acerquen, que para mí ninguno será el indicado, pero ya veremos. Mi brazo será el que te acompañe por todo el pasillo hasta llegar al altar, donde te unirás al amor de tu vida. Y así mismo, estos brazos que son ahora tu cuna, luego serán la cuna de tus hijos, mis próximas razones de vida. También espero, en los últimos días de mi paso por este mundo, estar consciente para conocer y sentir tus cálidos besos en mi frente y tus frías manos junto a las mías, embargadas de temor por no saber hasta cuando estaré contigo. Desde este instante, hasta ese fatídico momento en el que te dejaré físicamente, te puedo asegurar que dedicaré mi vida a amarte y protegerte a ti, mi hija, mi princesa.
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✒: Mare Durán / @mareduranv