Relatos

LAS SOMBRAS

Voy a contar mi historia y la de muchas otras personas.
No es nada fácil huir de las sombras. Perdón, creo que me estoy adelantando a los acontecimientos.
Mi nombre es...,mejor no lo digo; sólo voy a contar lo más relevante para esta historia.
Lo cierto es que me han llamado loca, histérica, solitaria, mentirosa, etc...,etc...,etc...
Hace mucho tiempo que conozco la existencia de las sombras; invisibles, traslucidas, inexistentes...
Les he hablado de ellas a muchas personas de mi entorno y algunas me aseguran que las sombras solo existen en mi imaginación, en mis pensamientos, en mis temores... Hay otra parte de esas personas ya sabéis lo que piensan de mi (loca, histérica -válgame la redundancia-).
Pero estoy segura de que no soy el único ser humano que conoce la existencia de las sombras. Puedo sentirlo con tan solo mirar fijamente a una persona a los ojos, puedo notar su miedo, oler su frustración, y hasta escuchar su silencio...
Las sombras pueden aparecer en cualquier lugar; hasta en las redes sociales. No puedo verlas, pero sé que están ahí observándome, controlándome, acosándome... , juegan al escondite con migo porque saben que son transparentes, incorpóreas, corrosivas. Disimulan ser bondadosas y amables; han aprendido a mentir hasta con la mirada. Y finalmente, ganan el juego con trampas y patrañas.
Puedo notar las frente a mi casa, cerca de mi lugar de trabajo, en el supermercado...Algunas se disfrazan en ocasiones para que no pueda verlas, estas son las más tímidas y endebles porque todavía son jóvenes. Las otras son mucho peor; llevan años persiguiéndome, acosándome, intimidándome.
Son listas y malvadas, pasan fugazmente por mi lado cuando más tranquila estoy, cuando más segura me siento, cuando ya ni me acuerdo de ellas. Y entonces pienso..., me miento..., y me autoconvenzo diciéndome que todo está bien. Que no tengo de que preocuparme, que que solo es mi imaginación tal y como afirman algunas personas. Pero en el fondo de mis pensamientos se enciende una voz de alarma que me dice que algo no está bien, que algo me amenaza, algo oculto, recóndito, imaginario...,algo que no existe, pero está ahí.
Estas son las peores: las que desaparecen durante un tiempo de mi zona de confort, pero es solo eso: un tiempo. Como si quisieran darme un espacio para respirar. Pero lo que hacen es tomar distancia para coger carrerilla y volver con más fuerza. Son demasiado listas y malvadas. Vuelven una y otra vez a derrumbar mi vida y la zona de confort que creo tener en algunas ocasiones, a asfixiarme, a ahogarme, a poner de nuevo todos mis sentidos en estado de alerta...
Mi corazón empieza a latir con fuerza a causa del miedo y este da paso a la ansiedad. Siento que me falta el aire para respirar,; noto que pierdo el equilibrio a causa de un mareo persistente y el temblor de piernas que intento disimular por todos los medios, pero no puedo. ¡Están ahí! Pasan furtivamente por mi lado o simplemente me están observando desde algún lugar mientras en mi cabeza el mundo real deja de existir por unas milésimas de segundo y sólo estamos la sombra y yo.
Se me hace un nudo en la garganta mientras todo lo que me rodea va pasando despacio a su estado normal, todo menos mis sentidos ;el corazón sigue latiendo a un ritmo demasiado acelerado y sus latidos son lo único que puedo escuchar: a mi alrededor todo ocurre a cámara lenta; se que el mundo sigue dando vueltas, pero mi vista esta nublada provocando un efecto túnel donde lo único que puedo observar es el lugar donde esta la sombra o donde no está.
Sé que lo que provoca que me ocurra todo esto no es otra cosa que mi miso sistema inmunitario poniéndome alerta de un peligro. Se me hace un nudo en la garganta: disimulo y hago como que no la veo o como que no se donde se esconde; los nervios a flor de piel ¡la sombra sigue ahí! Con manos temblorosas busco el teléfono móvil en algún rincón de mi bolso. Intento calmarme porque sé que si no lo hago la sombra de dará cuenta del miedo que siento y se hará más grande y fuerte. También porque sé que si pierdo el poco sentido común que me queda no lograré encontrar el maldito teléfono -la sombra se da cuenta de que se que está ahí-.Por fin logro encontrar el móvil y marcó el número de emergencias. Al otro lado de la línea una voz empieza ha hacerme preguntas, pero las únicas palabras que pueden emitir mis cuerdas vocales son: "Está aquí"., la voz sigue haciéndome preguntas que dejo sin responder a causa del estado de shock en el que me encuentro...
Se que una llamada a emergencias no va a salvarme de las sombras, o tal vez sí: mientras la voz al otro lado de la línea me habla, me hace recordar que no estoy sola, me hace sentir un poco más segura. Y aunque sólo sea un poco es suficiente para que la sombra se dé cuenta de ello y se vuelva más pequeñas esconda, o decida retirarse otra vez.
Convivir con las sombras no es fácil. Coartan mi libertad; en ocasiones me cruzo con ellas cuando voy al trabajo. Me obligan a cambiar rutinas para alejarme de ellas, para sentirme un poco más segura, para creer que no existen. Pero todo es cuestión de tiempo, siempre me encuentran, saben dónde voy, dónde estoy ,por donde paso..., nunca me podré acostumbrar a convivir con ellas. Siempre tendré que gastar dinero en seguridad, dejar de hacer cosas que son necesarias, y dejar de hacer cosas que me gusta hacer.
A veces pienso en lo que pasaría si una de las sombras me atrapase en un lugar oscuro, donde nadie pudiera vernos ni escuchar mis gritos de auxilio. En un lugar del que no pudiera escapar.
Pienso en el duro entrenamiento de boxeo que práctico, en las armas que escondo bajo mi ropa, tan acostumbrada a ellas como si fuesen una extensión de mi piel. Pero sé que todo esto no me serviría de nada si una de las sombras me atrapa. Y me imagino estrangulada, cortada en trocitos, quemada en una barbacoa o arrojada al mar o a cualquier otro lugar. Y me entra el pánico, el miedo, y de nuevo la ansiedad...
En ocasiones pienso en todas esas mujeres que viven atadas a las sombras, aferradas a su cuerpo inerte, y creo que lo hacen bien porque han sido engañadas por las sombras, o, porque han creado un vínculo emocional con alguna de ellas, o ambas cosas a la vez. Y me pregunto que es lo que pasaría si yo hiciese lo mismo, si así será más fácil, si las demás sombras dejarían de perseguirme; lo dudo.
Veo como todas esas mujeres sonríen al mundo como si no pasará nada, pero yo sé que no es cierto; la sonrisa solo es una máscara que oculta su miedo y sufrimiento. Solo las personas que podemos ver a las sombras podemos ver más allá y reconocer ese dolor y amargura disfrazado de alegría. Ese estado de no poder más, como la ola que choca contra la roca y la va desgastando, hasta que la roca ya no puede aguantar más mareas y se parte por la mitad como un melón maduro.
Así es como veo yo a esas personas. Viven presas del miedo de hablar de su propio miedo, de hablar de las sombras, porque saben que si lo hacen estas se pueden enfadar. Además saben que si lo hacen una parte de la sociedad las llamará locas, histéricas, chismosas, y muchos adjetivos más. Y serán engullida por la humillación.
Y es esa misma sociedad, ingenuamente; cuando el nombre de esas personas pasa a engordar el listado de "personas muertas por violencia doméstica" se preguntarán como ha podido suceder tal barbaridad. Y la vida continuará para los demás..., quizás algún amigo o amiga las recuerde algún día, o algún familiar cercano valla al cementerio a depositar flores junto a su lápida de vez en cuando.
Pero en poco tiempo la sociedad y el sistema se habrá olvidado de ellas y otras ocuparán su lugar para que ignorantemente, sigan llamándolas locas, histéricas, dementes...- y perdón por la redundancia otra vez-."cada día en el mundo muchas mujeres son asesinadas en manos de quienes tanto decían quererlas". y peor que esto es que: "cada día , en el mundo, muchas mujeres son asesinadas en manos de un desconocido"




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