Relatos cortos

Niño mentiroso

El dibujo de Camilo no era ninguna obra de arte, pero se podía saber lo que era; sangre y órganos que se salían del interior de un cuerpo humano sobre la mesa de la cocina. En una olla al fuego hervía el cuerpo de un bebé, mientras que sentado a la mesa, estaba un hombre con los ojos rojos y sin brazos. La mujer en ese dibujo se acercaba a él con una cuchilla clavada en la garganta. El suelo era rojo. Las paredes también.

Al ver esto, la maestra de Camilo se asustó, pensar que un niño de siete años presenciara algo tan espantoso la preocupaba. ¿Qué clase de padres dejarían a su hijo ver esas películas? No era sano exponer a un inocente a esos horrores. Ellos imitan todo.

—Camilo, ¿qué es esto? —La madre le pregunta, mostrándole el dibujo en la cocina de la casa— ¡Es horrible! ¡¡Por tu culpa la maestra nos hizo ir a la escuela hoy!!

—¡Mamá, es la familia que vive en el espejo!

—No mientas —El niño se gana un golpe con el cinto de parte de su padre, que está parado junto a su esposa. Él ya no habla, solo la deja hacer lo que quiera y obedece sus ataques de malhumor.

—¡Es verdad! ¡Nunca me creen! —Camilo solloza por el ardor en su pierna.

—¡No hace una semana que lo compré, bastante trabajo me costó regatear en esa tienda de antigüedades como para que ahora sea un espejo maldito!

Los padres se acercan al espejo, que va del piso al techo y miran. Tan solo se ven a sí mismos. La imagen de una mujer con el ceño fruncido y la mirada perdida, la otra es la de un hombre hastiado.

Camilo mira, ve el reflejo de sus padres, y más, tras ellos comienza a pintarse todo de rojo y una figura se forma a la espalda de cada uno de sus padres. Son el hombre y la mujer del dibujo.

Irritados de solo verse a sí mismos, los padres se dan la vuelta para regresar a sus aburridas tareas de adulto cuando se topan con dos rostros perversos con ojos rojos.

Camilo se tapa la cara, pero igual mira, aparta los dedos dejando una pequeña abertura. La mujer ya no tiene el cuchillo en la garganta, lo tiene en la mano y se lo está enterrando en la garganta de su madre. El hombre sin brazos empuja al padre hacia el espejo, lo traspasan los dos y caen en la cocina del espejo. La madre da unos pasos hacia atrás queriéndose sacar la cuchilla y tropieza con sus pies entrando también al espejo, cae sobre su esposo. El hombre sin brazos mueve con su torso la olla que hierve, haciéndola derramarse sobre ellos. Los gritos no pueden traspasar al otro lado. Camilo no escucha como la piel chirría y sus padres chillan, pero los ve, y también a la mujer en su cocina, que inclina el rostro hacia él, sonriéndole.



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En el texto hay: terror, relatos cortos, amor desamor

Editado: 15.04.2024

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