La turbina hidráulica era alimentada por el riachuelo que bordeaba mi aldea, unos extranjeros llegaron un día y propusieron ayudarnos. Nos darían electricidad gratis. El movimiento de las aguas iba a ser convertido en luz, no lo podíamos entender, pero el día que lo encendieron pudimos ver en el interior de nuestras chozas por la noche, nuestro asombro era inmenso. Supe ahí que no siempre los extranjeros venían a hacernos mal, alguna vez tenían buenas intenciones, y estos, eran un ejemplo de ello.