Valientemente y con entusiasmo emprendió su paseo. En el transcurso de su viaje, a cada ser humano qué apenas miraba....la tristeza, la culpa lo envolvió destruyéndolo, desilusionándolo y pesadamente afligido lo alejo de la grandeza que admiraba de la vida en el mundo.
Comprendió al humano, pero la realidad lo abrumo. Se identificó con cada alma y lágrima derramada. Por cualquier camino que tomaba, los pensamientos de la gente lo perseguían acechándolo. En cada rostro encontró desolación .Contempló personas que solo le intensaban sus propios logros. Personas que querían destruir al prójimo. No logro concebir la situación y un sentimiento de amargura lo aisló, sintiéndose un fracaso como guía.
Sintió una frustración enorme en su meta. Luego de sus reflexiones negativas, presto atención a otros acontecimientos. Dejo de observar y comenzó a sentir.
Se colocó debajo de un árbol; mientras la brisa soplaba acaricio sus hojas. Sintió la mirada de dos enamorados. Sintió a un hijo cuidar de su padre enfermo. Sintió a unos niños, correr y jugar felices. Observo a unas personas con amor acariciar a un perro callejero. Prosiguió con su recorrido y al pasar por diversos sitos sintió alegría.
Luego de varios días, se sentó en el hierba...descubrió el sol desaparecer, anunciando el anochecer y titilando las primeras estrellas. Su paseo había finalizado. Desplegó sus alas y se dirigió al cielo.
Al llegar a dios, él le preguntó:
-¿Qué sentimiento traes de la tierra?
Por unos instantes dudo en la respuesta y luego de una pausa, el ángel respondió:
-Esperanza...